EN LA PROFUNDIDAD DEL DOLOR
Por: Oscar Filippi.
Al momento de la desaparición del submarino ARA “San Juan” en aguas del Atlántico Sur, aquel triste 15 de Noviembre de 2017, con sus 44 tripulantes a bordo, el Comando de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina, atesoraba 84 años de experiencia en el mar y operaba la quinta generación de unidades submarinas en su historia. Los submarinos del Tipo TR-1700, incorporados en 1984, como lo era el ARA “San Juan” y su gemelo, el ARA “Santa Cruz”, representan lo mejor y más moderno de dicho Comando.
La evolución en la estrategia de la guerra en el mar, la aparición del arma submarina en la Primera Guerra Mundial, fue lo que llevó a la Armada Argentina a incorporar este último componente moderno para la defensa de los intereses argentinos en el mar, en el año de 1933. Como parte indisoluble de nuestro Poder Naval, tuvo su bautismo de fuego durante el Conflicto del Atlántico Sur, siendo la única Armada que afrontó ese compromiso en la postguerra, frente a la poderosa Royal Navy británica, componente naval antisubmarino por excelencia de las fuerzas de la propia alianza OTAN. Los submarinos ARA “Santa Fe“ y el ARA “San Luis” mostraron estar a la altura de nuestra historia naval por sus capacidades y profesionalismo.
Pero más allá de marcar la experiencia e importancia de nuestra Fuerza de Submarinos, lo importante es evidenciar lo que significa el arma submarina y su comunidad en el mundo.
Disponer de submarinos ofrece a las naciones que los tienen un importante poder de disuasión. También una considerable capacidad de obtención de inteligencia de forma encubierta.
Los submarinistas son un cuerpo de élite en todas las Armadas de los distintos países. Se llega a ser submarinista luego de un curso de post grado absolutamente voluntario, difícil y exigente, tanto en el plano intelectual como psicofísico siendo ya, oficial o suboficial naval.
A los submarinistas en el mudo, se los reconoce como los “guerreros del silencio” porque en su sigilo y en la profundidad del mar, es donde precisamente radica su poder disuasivo efectivo. Su misión es directamente, negar una porción del mar a cualquier nave hostil que intente su paso. Su función es altamente importante y estratégica, la sola presencia de un submarino en un espacio marítimo en disputa, implica un grave peligro para la navegación en superficie.
Pero la operatividad de estas armas es altamente compleja. Las leyes físicas que actúan en la profundidad del mar son inexorables en navegación y en su interior, la química de los elementos componentes es altamente peligrosa, en especial, si hay contacto entre las baterías y el agua de salada del mar. En un submarino convencional, de propulsión diésel/eléctrica, la autonomía de sus elementos de baterías está limitada y son el único abastecedor de su motor de propulsión, por tanto, dependen del “Snorkel” para tomar aire desde la superficie, activar entonces los motores diésel y recargar las vitales baterías.
Desde su aparición en la Segunda Guerra Mundial, la maniobra con el “Snorkel” convirtió a los sumergibles en submarinos, pero mostró siempre la alta complejidad de esta maniobra, dado que es en ella, donde puede darse el ingreso tan temido de agua salada a las baterías, pero le otorgó la ventaja de mantenerse sumergido, sin necesidad de exponerse en superficie.
Quizás, por esta misma complejidad y los riegos que representa, se puede afirmar que los submarinistas en el mundo, pertenecen a una sola comunidad, quizás se diferencien por sus propias banderas, pero íntimamente unidos por el propio riesgo de su profesión.
Lo expuesto hasta aquí, proviene de la experiencia personal, que la Armada Argentina me brindó al compartir cuatro navegaciones con nuestros submarinistas, dos en el ARA “Santa Cruz” y otras dos en el propio ARA “San Juan”, con éste, seis días de navegación en ejercicios con la Flota de Mar, similares a los que venía de cumplir en la zona Sur, en su tránsito desde Ushuaia, en esta última y triste singladura.
Otros Antecedentes
Casi dos mil hombres han perdido la vida en accidentes submarinos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Entre los peores desastres ocurridos en tiempos de paz en cuanto al número de víctimas tenemos como más reciente al submarino ruso "Kursk" (hundido el 12/08/2000), pero también figura la misteriosa desaparición del sumergible USS "Theresher" con sus 129 tripulantes (en 1963) y el también atómico USS "Scorpion" con 100 hombres, hundido como consecuencia de una vía de agua mal reparada (22/05/1968).
Pero quiero referirme también a los accidentes de submarinos de la Armada de Francia. Sucede que, en 2016, tuve la oportunidad de conocer la Base Naval de Toulon (Francia), en el marco de un segundo “Seminario de Historia Militar” en el que recorrimos los escenarios de la “Operación Anvil/Dragoon” para la liberación del Sur Francia durante la Segunda Guerra Mundial. El primer Seminario, lo había realizado en 2015, en la ciudad de Caen desde donde recorrimos todos los escenarios de la “Operación Overlord” (Desembarco en Normandía) para la liberación de Francia.
En ese importante puerto francés sobre el Mar Mediterráneo, me impresionó vivamente el monumento en memoria de los 1667 submarinistas muertos por Francia.
En él puede leerse: “Es el coraje, el altruismo y el sacrificio de todos estos hombres que han permitido que Francia sea reconocida y se establezca en el círculo muy cerrado de naciones con el arma submarina. Porque el esfuerzo tecnológico que ha realizado nuestro país ha sido igualado solo por la valentía de todos los que participaron en esta aventura. Se necesitaban años de aprendizaje para dominar tales habilidades. Y hoy, si nuestro país tiene una fuerza nacional de disuasión permanente, garante autónomo y último de nuestra seguridad, está en acción en la notable competencia, pero también en el sacrificio de estos hombres. Ninguno de nosotros debemos olvidar a los que están en patrulla para siempre. El patrullaje operacional implica lejanía, la soledad y el sacrificio, y en ellos están también sus familias, sin las cuales nada sería o hubiera sido posible”.
Al leerlas y experimentar hoy, el dolor de la pérdida de nuestros 44 Camaradas en el mar, creo que bien podemos hacer propias esas palabras, cambiando solo la bandera de Francia por la nuestra, la Argentina. Por aquello ya expresado, la comunidad submarinista es una sola en los mares del mundo.
El Mar Mediterráneo ha sido escenario de un buen número de pérdidas, de las que cuatro corresponden a los submarinos franceses "S-2326", con una dotación de 20 hombres, el "Sybille" con 51, el "Minerve" con 52 y el "Eurydice" que llevaba 57 tripulantes. Israel perdió el "Dakar", con 69 hombres, mientras que Turquía perdió el "Dumlupinar" desaparecido sin dejar ningún rastro con sus 81 hombres.
De estos casos y a modo de epílogo, quiero referirme al caso del hundimiento del submarino (S-647) “Minerve”, registrado el 27 de Enero de 1968, este submarino de ataque francés de la clase “Daphné” se encontraba navegando a solo una hora de ingresar al puerto de Toulon, operando con un avión de exploración Breguet “Atlantique” cuando desapareció sin dejar rastro, hasta el día de hoy, con su dotación de 6 oficiales, 24 suboficiales y 22 marineros.
Nueve días después, agotadas las posibilidades de hallar con vida a su dotación, el General Charles De Gaulle, Presidente de Francia y Comandante en Jefe de sus Fuerzas Armadas, honró con estas palabras a los marinos desaparecidos: “Los marinos murieron en el mar. Fueron voluntarios, es decir, aceptaron el sacrificio por adelantado e hicieron un pacto con el peligro. En nombre de la Patria, saludo su recuerdo y estoy seguro que lo quisieron hacer y lo que hicieron permanecerá fuerte para nuestra Francia, como lo habían querido”.
Nuevamente, tropezamos con el paralelismo de la profesión, la entrega, el sacrificio y ahora, el dolor… Solo faltan esas palabras que reconozcan a nuestros 44 marinos argentinos, como a aquellos 52 marinos franceses.
Publicado en Face del Sr. Pepe Muñoz Azpiri.
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