Raíces históricas y proyección política del conflicto
mapuche.
El Gobierno no debe aceptar la insurgencia de RAM, pero sí
dar solución a los reclamos que sean legítimos.
La próxima visita del Papa a Chile invita a nuevas
reflexiones sobre el conflicto mapuche, que ha presentado puntos álgidos a
ambos lados de la cordillera durante 2017 y será un tema para la agenda
política de 2018.
Francisco prevé llegar a Chile el 15 de enero. Visitará
Valdivia, región donde habita medio millón de mapuches, la mitad de los que hay
en Chile. Los sectores más combativos han anunciado acciones violentas en
repudio de la visita del jefe de la Iglesia Católica, a la que ven como un
engranaje clave de la conquista española. Francisco tiene previsto que mapuches
recen oraciones católicas en su lengua. Posiblemente sea uno de los momentos
más delicados de su visita al país transandino.
El conflicto mapuche, sin embargo, se inscribe en un marco global:
el fenómeno de los pueblos ancestrales en todo el mundo; en otros términos: el
problema de las naciones sin Estado, que quieren tenerlo.
La mayoría de los Estados-nación son producto de un largo
proceso que alterna dominación y asimilación de poblaciones de diverso origen.
Un ejemplo, España. El atentado de EI en Barcelona parte de un planteo
histórico: el dominio musulmán en la península ibérica comenzó en el año 711 y
se prolongó 781 años, hasta la caída de Granada en manos de los españoles, en 1492.
Así, la usurpación cometida por los castellanos origina un dominio de 525 años
en el sur de la península ibérica, que los musulmanes reclaman como propio.
Con lógica, los españoles pueden argumentar que los
musulmanes quitaron sus territorios a godos, visigodos y otras etnias que
siglos antes habían arrebatado la península al Imperio Romano. Al mismo tiempo,
las legiones se la quitaron a los cartagineses, que llevaban siglos de
ocupación. Y estos sucedieron a los fenicios, que, al llegar antes de la era
cristiana, sometieron a celtas, íberos y celtíberos. España es hoy una sucesión
y fusión de todas estas culturas.
Los mapuches, según el líder de Resistencia Ancestral
Mapuche (RAM), Jones Huala, se consideran una nación que pretende construir un
Estado y desconocer a los de la Argentina y Chile. Un Estado que se construiría
en Chubut, territorios de Neuquén y Río Negro y los que están a la misma altura
en el país transandino, del Atlántico al Pacífico.
Los mapuches son indígenas, que en Chile eran conocidos como
araucanos. Su condición de "pueblo originario" en la Argentina no es
válida dado que, más allá de sus presencia esporádica y aislada en el actual
territorio argentino desde el siglo XVIII, su irrupción como pueblo con cierta
organización se da a mediados de los años 30 del siglo XIX, al mando del gran
cacique Calfucurá, que constituyó por la fuerza una suerte de
"confederación", sumando otras tribus bajo su liderazgo. Su irrupción
fue violenta y para imponerse ejecutó a caciques de las tribus locales, como
tehuelches y voroganos.
Calfucurá dominó durante medio siglo territorios de las
actuales provincias de Buenos Aires, La Pampa, Neuquén y el sur de San Luis,
Mendoza y Córdoba. Armó un "proto-Estado", con una secretaría a cargo
de blancos cautivos o prófugos, a través de la cual mantenía correspondencia
con autoridades civiles y militares de la Argentina y Chile.
En 1871, al promediar la presidencia de Sarmiento, hizo el
mayor malón sobre territorio argentino. Irrumpió con 5000 indios de
"lanza" -guerreros- atacando las estancias y pueblos rurales y
robando una cantidad de ganado que algunos calculan en 100.000 cabezas.
Sarmiento temió que llegase hasta Buenos Aires y criticaba al Ejército por no
poder frenarlo.
Cuando regresaba con el botín, cerca de la actual localidad
de Junín, lo alcanzaron el coronel Rivas, con 400 hombres, y la indiada del
cacique Catriel, con 1100. Calfucurá los enfrenta con 3000. Fue la indiada de
Catriel un "indio amigo" del gobierno nacional, la que decidió la
victoria del gobierno nacional, y no las armas de fuego, que en los soldados de
línea no pasaban de doscientas y que los indios de Calfucurá también tenían.
Este hecho marcó el inicio de la declinación del dominio
mapuche en el actual territorio argentino, que se completa con el avance del
general Roca hacia el río Negro, ocho años más tarde. Puesta en este contexto,
la presencia mapuche en la Argentina, como ha demostrado el historiador
Edelmiro Porcel, no es ancestral y la campaña que los sometió tenía que ver con
una necesidad imperiosa de seguridad y desarrollo que tenía el Estado
argentino.
Desde la Independencia de la Argentina, el llamado conflicto
de la frontera interna llevó 75 años en el sur y casi un siglo en el norte.
Largos períodos de tregua fueron interrumpidos por campañas militares, como las
de Martín Rodríguez, Juan Manuel de Rosas, Bartolomé Mitre y Julio A. Roca. Al
mismo tiempo, los indígenas hicieron malones de distinta envergadura. El
historiador Carlos Martínez Sarasola ha calculado que, entre 1821 y 1899, sobre
una población sucesiva de 200.000 indios, fueron muertos 12.335. En la campaña
de Rosas, de acuerdo con los partes militares, 3300. En la de Roca, unos 1250.
Para ese momento, la población de la Argentina que ocupaba efectivamente la mitad
del actual territorio nacional era de unos dos millones de habitantes.
Los cristianos muertos y cautivos no estuvieron -sumado todo
el período- lejos de esta cifra. Pero desde entonces se abre una etapa en la
que el Estado argentino, tras dominar a las tribus indígenas y someterlas al
Estado nacional, opta por una política de asimilación, descartando la
estadounidense de las reservas.
En la Argentina se parte de la base de que el indio, por
haber nacido en el territorio nacional, es un ciudadano al que hay que
asimilar. El instrumento más importante de esta política es la ley que se
sanciona en 1885, en la primera presidencia de Roca, creando "colonias
agrícolas" para las tribus sometidas. Esta ley incluía la obligación de
enviar a los niños de las familias indígenas a la escuela, en forma coherente
con la ley de educación laica, gratuita y obligatoria que se sanciona el mismo
año.
En 1895, el Congreso sanciona la ley 3092, por la cual se
otorgaron 20.000 hectáreas en Neuquén al cacique Namuncurá, hijo de Calfucurá y
padre de Ceferino. En 1899 se sanciona la ley 3814, por la cual se otorgan al
cacique Sayhueque -que había organizado otro proto-Estado, la Gobernación de
las Manzanas, contemporáneo a la Confederación de las Pampas de Calfucurá-
30.000 hectáreas en Chubut para que se establezca con su tribu.
En el marco de estas leyes adquieren razonabilidad los
reclamos que puedan presentar tribus indígenas. En el conflicto del lago
Mascardi, el reclamo de la comunidad mapuche Lof Lafken, que ha ocupado el
parque nacional alegando derechos ancestrales, no encuentra sustento en
decisiones del Estado argentino. Pero el caso de la comunidad Lof Witray, que
ha estado en el lugar desde 1896 y que en 1902, durante el segundo gobierno de
Roca, recibió un reconocimiento del Estado argentino a su presencia en 6290 hectáreas,
es el tipo de reclamo que debe atenderse.
Lo que no puede aceptarse, desde la perspectiva del Estado
argentino, es la insurgencia de RAM. Se han contado 77 acciones violentas de
este grupo en Neuquén, Chubut y Río Negro. En ese marco, el Gobierno, a través
del Ministerio de Seguridad, ha llegado a un acuerdo con los gobiernos de
aquellas provincias para enfrentar el problema.
RAM es un grupo minoritario dentro de su etnia, ya que
tienen mayor ascendiente organizaciones como la Confederación Mapuche, a la
cual RAM desconoce. Pero gran parte de la etnia está asimilada a la población
argentina. El hecho más grave de los 77 mencionados fue la muerte de un policía
neuquino, que era de origen mapuche.
Publicado en Diario “La Nación”, miércoles 10 de enero de
2018.
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