¿Qué es de la vida del periodista Nicolás Kasanzew, "la
cara de Malvinas"?
Fue corresponsal de tres guerras y afirma haber sido
prohibido; habló con LA NACION sobre su presente, las islas y su nuevo amor.
Hay una generación que lo recuerda vagamente: con su abrigo
amplio, polera, micrófono en mano. Con sus 34 años, el habla clara, la mirada
expectante. Sus interlocutores tienen cascos verdes y medias sonrisas. El
escenario: una perla austral perdida... No. Querida. Fría, ventosa, lejana.
Triste. Nuestra. El recuerdo, en blanco y negro o en tecnicolor, suena también
con esa marcha, con una plaza que grita ´vivas´ y también abuchea, y con voces
maternas que aconsejan: "Comé todo, que los soldaditos de Malvinas no
tienen qué comer". Cartas, sweaters y chocolates en cajas. El pensamiento,
también vago, en las cabezas de quienes fueron niños en el '82:
"Seguramente ya va a mostrar cómo les llega todo esto a los soldados...
héroes".
Nicolás Kasanzew , en un mediodía cálido, entra en el
icónico Florida Garden para hablar con LA NACIÓN. El bar notable, que supo
recibir a glorias pasadas como Jorge Luis Borges, fue elegido por él como punto
de encuentro. Quien fue el cronista de guerra del antes llamado Canal 7 llega con
una camisa celeste y pantalón de vestir. Elegante, saluda con amabilidad. Se
disculpa por los pocos minutos de demora. El habla clara, la mirada opaca.
Viene de Maswichtz, donde vive. Sus ojos, durante la entrevista, se iluminarán
al hablar de la adrenalina del periodismo, al dar algún dato que puede generar
polémica y cuando presenta a su flamante esposa, Teresa. Sí, Kasanzew llega
acompañado por la mujer con la que se casó hace pocas semanas. Jovial,
simpática, de colores.
Kasanzew nació en 1948 en Rusia y a los cinco meses viajó
con su familia a la Argentina. Los hechos bélicos parecen signar la vida de
este periodista que es hijo de un militar que luchó en la Segunda Guerra
Mundial y es descendiente de oficiales del Ejército del Zar. Si bien la consigna
es hablar sobre su vida actual, las islas son un terreno obligado. Más cuando
este año se cumplen 175 años del desembarco inglés en lo que es parte de la
plataforma marítima argentina. Y más, cuando su trabajo como periodista en el
país se entorpeció luego de la guerra. Dice que lo prohibieron tanto los
militares como el gobierno democrático de Raúl Alfonsín.
Será por eso que aún hoy el nombre Kasanzew sigue sonando a
Malvinas para muchos. Su carrera periodística excede en décadas los 74 días que
duró la guerra contra los ingleses, pero no le molesta seguir cargando ese
abrigo amplio, polera y micrófono. Hace una causa de ello: "Alguien tiene
que contar la guerra", explica. Quiere desenterrar a los soldados vivos y
muertos de la llamada desmalvinización, la campaña por la cual se estigmatizó y
se pasó al olvido todo lo relacionado con la gesta. Explica que los militares
quisieron despegarse de la derrota y los gobiernos democráticos, que le
siguieron, alejarse de toda relación con la dictadura, "a pesar de las
grandezas que se dieron en batalla", dice.
Un mozo, de esos que se peinan al costado y usan un
impecable saco blanco, sirve café con leche al periodista y a Teresa.
- ¿Por qué ocultar las grandezas y no capitalizarlas, ya en
democracia?
- Mirá, uno de los grandes desmalvinizadores fue Ricardo
Alfonsín por una cuestión increíblemente personal.
Toma un trago de su taza y se prepara para dar el dato que
iluminará su mirada con una media sonrisa.
-Muchas veces la pequeña historia explica la gran historia.
Hubo una camada del liceo militar donde estaba Alfonsín, Eduardo Albano
Harguindeguy, Jorge Anaya y Leopoldo Fortunato Galtieri. Aparentemente,
Alfonsín era considerado el gordito gilún al que Galtieri molestaba y
Harguindeguy defendía. Esa relación de amor odio siguió toda la vida. Cuando
empiezan a meter presos a los militares [en la vuelta de la democracia], dejan
libre al principal responsable de la desaparición de personas que era el
ministro del interior, Harguindeguy. No lo tocaron nunca porque era amigo
personal de Alfonsín. Alfonsín le tenía una tirria tal a Galtieri que hasta
prohibió festejar el 2 de abril [día en el que los argentinos desembarcaron en
las islas]. Justicia poética: a él lo enterraron un 2 de abril. El entendía que
Galtieri había entrado en la historia, entonces cuando propone pasar la Capital
Federal a Carmen de Patagones, Viedma, un periodista le dice: ´Pero,
presidente, esto va a salir muchísimo dinero´. A lo que él le dice: ´La guerra
de Malvinas también salió muy cara´. Estaba compitiendo con Galtieri.
Kasanzaew dice que las razones para desmalvinizar se basaban
en la relación directa entre la dictadura y la guerra. "Son dos cosas
diferentes. La decisión de desembarcar en las islas no fue una ´locura de un
borracho´", explica, en referencia al entonces jefe del gobierno de facto
Galtieri. Afirma, en cambio, que los militares "pisaron el palito" de
Inglaterra y los Estados Unidos. Que en el 82 el gobierno de Margaret Thatcher
y el almirantazgo inglés estaban en crisis y que una victoria frente a un
gobierno militar sudamericano les ayudaría a levantar su imagen. Incluso,
asegura que por eso la mandataria ganó más tarde las elecciones. Sería similar
el beneficio para los militares argentinos, a quienes se les había asegurado una
victoria gracias al apoyo de los Estados Unidos, que jamás se dio.
- Los militares de alto rango no tienen perdón. Eran
militares de escritorio. Los que se destacaron fueron los oficiales jóvenes,
los suboficiales y los soldados. Con Alfredo Lamela, el camarógrafo, hacíamos
una broma en nuestras recorridas, decíamos que si veíamos a alguien de un grado
superior de teniente primero, teníamos que pedir un deseo porque era como
encontrar un trébol de cuatro hojas. Lo triste es que después los soldados volvieron
escondidos, entre gallos y medianoche. La población argentina, exitista, no los
recibió como héroes. Les decían ´cagones, perdieron la guerra´.
A él, como a muchos ex combatientes, le tocó el no conseguir
trabajo al volver de la guerra. "Un periodista de la NBC, Charly Gómez, -
dice- a quien conocí cuando cubrí la guerra civil en Nicaragua para Mónica
Presenta, me dijo: ´Felicitaciones, de ahora en más ni vos ni tus hijos van a
tener problemas de trabajo en la Argentina´. Pero qué equivocado estaba. Es que
en otros lugares del mundo la experiencia bélica habla de liderazgo, de
resiliencia, de equipo. A mí me prohibieron el secretario de Cultura de
Alfonsín, Carlos Gorostiza, y su subsecretario, Marcos Aguinis. No podía
trabajar en los medios. Era la cara de Malvinas".
- ¿Qué sintió en ese momento?
- Después de la guerra, los combatientes suelen tener
pesadillas con la muerte; yo comencé a tener pesadillas recurrentes con que me
quedaba sin trabajo. Es lo peor que me puede pasar.
- Lo relacionaban también con los discursos triunfalistas.
Gómez Fuentes, el conductor del 7 que presentaba sus informes desde Malvinas,
afirmaba que estábamos ganando...
-El sí, pero yo nunca fui propagandista, yo era periodista.
Lo puedo comprobar por ejemplo con los telex que le enviaba a la revista Siete
Días, después me sacaban y ponían lo que querían. Nunca dije que ganábamos.
Imaginate que el 90% de lo que grabamos con Alfredo Lamela, el camarógrafo, fue
destruido por los censores. Si yo hubiese sido coincidente con la censura eso
no pasaba. Yo desafié a Gabriela Cerrutti a que encontrara una frase exitista
en todo el material fílmico.
La última frase hace referencia a quien hace 10 años era
legisladora porteña y que pidió bajo ese argumento que el periodista no cobrara
la pensión de guerra dada a los que estuvieron en las islas durante el
conflicto armado (civiles y militares).
Luego de Malvinas y colaboraciones esporádicas en algunos
medios, dejó la Argentina a principios de los 90 con ofertas de trabajo desde
Miami. Allí trabajó 17 años en varios medios hispanohablantes, como Univisión y
la NBC. Cuenta que su carrera no se basa sólo en ser corresponsal de guerra:
"Lo mío era el magazine, entrevisté a personalidades como Muhammad Ali, a
Henry Kissinger, a la doctora Ana Aslan, la precursora de los tratamientos
antienvejecimiento, y más".
Kasanzew, el trovador.
Kasansew también escribe canciones. Sí, las musicaliza un
amigo de él y otro le pone la voz. Una de las primeras que escribió se la
dedicó a un soldado de Malvinas. "En la guerra hubo actos de amor
desinteresados. Oficiales y soldados dieron la vida por gente de la que no
sabía quizá ni el nombre -cuenta-. Le escribí una canción al soldado Jiménez,
el Sombra, porque como era soltero y sin hijos decía: ´Mandame al Pucará a mí
que ese es papá y yo no´. O ´que está casado y yo no´. Y así murió".
Son varias las canciones que Kasanzew escribió inspirado en
Malvinas y las compiló en el disco Quijotes de Malvinas. Su última composición
se la dedicó a Teresa, video incluido. Pero ella no quiere ser la protagonista
de la entrevista. Con una sonrisa, dice: "Hablá de las charlas que das por
el país. Los chicos quedan encantados cuando lo escuchan". Teresa es
consultora de prensa y se hace un tiempo en su profesión para acompañarlo.
Cómo explicar la guerra.
Otra de las actividades actuales de Kasanzew es dar charlas
por el país sobre su paso por las islas. Cuenta que en el sur es donde más
interés suscita. Que los jóvenes se sienten inspirados en los relatos sobre los
héroes y sus gestos, lo cual sirve para un reconocimiento real, más allá de los
discursos. Aunque aclara que si bien ese es su granito de arena, una
reivindicación oficial sería lo mejor.
-¿Qué opina del acuerdo del Gobierno con Inglaterra para la
identificación de los restos de soldados en el cementerio de Darwin? ¿Puede ser
eso una manera de reivindicación?
- El mérito de este gobierno sería dejar de darle la espalda
a los combatientes. Cuando hace un par de años desfilaban después de las tropas
en el desfile del 9 de julio en Buenos Aires, Macri se retiró del palco antes
de que pasaran y volvió una vez que ya habían pasado. Entiendo la importancia
que tiene para las madres de los caídos la identificación de sus hijos, pero
pienso que eso no constituye una reivindicación. La reivindicación esperada es
que los reconozca la sociedad argentina como honrosos defensores de la patria y
se deje atrás el clisé infamante de supuestos chicos de la guerra.
-¿Vio la lista de los 88 identificados?
- No la vi, pero es probable que haya algunos que conocí.
Por ejemplo, conocí al soldado Elbio Araujo, le saqué una foto y muchos años
después cuando se la mostré a su hermana Maria Fernanda, lo identificó como su
hermano. Se emocionó mucho y me contó su historia, que yo publiqué en mi libro
La pasión según Malvinas. María Fernanda me dijo en ese momento que no tenían
ninguna foto de su hermano en Malvinas.
-¿Lloró en Malvinas por la muerte de algún combatiente?
-Cinco personas con las que compartí muchos momentos en
Malvinas, murieron en combate. Los lloré a los cinco.
-¿Influyó el kirchnerismo en un avance en la reivindicación
de los soldados?
-El kirchnerismo siguió con la desmalvinización e inclusive
la profundizó. Puso como referente de Malvinas a alguien que jamás peleó,
Edgardo Esteban, un tipo del grupo de artillería 4 que apenas empezó la guerra
entró en pánico. Su jefe le tuvo lástima y lo puso en una casilla del pueblo.
Una noche se negó a hacer una guardia y fue en su lugar otro soldado. Cayó una
bomba y lo mató. Fatalidad. Pero el tipo volvió y dijo que sus compañeros eran
los cobardes. Y a él, que no peleó y fue un cobarde, Cristina lo puso como
referente de la guerra de Malvinas.
-¿En qué la beneficiaba hacer eso?
-Servía para seguir demonizando a los militares porque ese
era el discurso. Ellos [por los kirchneristas] eligieron a los militares como
enemigo para que los organismos de derechos humanos y la izquierda hicieran la
vista gorda ante el latrocinio: ´Roban, pero juzgan´.
-¿En qué sumaría el reconocimiento histórico de los soldados
y de la guerra, desterrar la desmalvinización?
-Es un tónico moral para la población, mostrar que hay gente
que se juega a cambio de nada, por amor. Los héroes son los únicos que pueden
transmitir valores eternos. El coraje, la abnegación, la generosidad. No se
pueden transmitir valores con discursos, porque los chicos no escuchan
discursos. Sólo con ejemplos. Si se pudiera transmitir el amor desinteresado al
país que tanta falta le hace, ese mismo de quienes dieron la vida por él, hasta
la corrupción bajaría. Por eso el culto a los héroes es esencial en cualquier
país del mundo. Hoy tenemos héroes de carne y hueso, el equivalente del
Sargento Cabral, y no los aprovechamos.
- Usted defendió a un par de militares que son acusados de
violación a los derechos humanos como Enrique Stel y ...
-Sí, y pongo las manos en el fuego de que jamás habrían
cumplido una orden aberrante.
- ¿Por qué lo hace? Una cosa es lo que usted vio en Malvinas
y otra lo que ellos habrían hecho durante el proceso.
-Porque sé que son tipos de honor. Además, algunos de los
juicios están armados con testigos preparados, testimonios armados.
-¿También las denuncias contra César Milani, ex jefe del
Ejército del gobierno de Cristina?
-De él creo cualquier cosa. Un tipo que es chorro, es
inmoral en todas las esferas.
Deber y amor, según un corresponsal de guerra.
En el bar una pantalla suscita interés. El zócalo reza que
en el submarino Ara San Juan habría habido una explosión. Las imágenes muestran
a los familiares gritar con las manos hacia el cielo. Un mozo sube un poco el
volumen. Teresa se lamenta. Las imágenes inspiran una conversación sobre
"los 44". Kasanzew aporta su experiencia como corresponsal de guerra
y conocedor del paño militar, aunque aclara que él no se especializa en ese
tema.
- Hay familiares del personal del submarino que sabían que
no tenía mantenimiento. Uno tiende a preguntarse ´si la tripulación lo sabía,
¿por qué se presta a subir?´
-Porque es su deber, es gente de deber y amor. En la guerra
de Malvinas teníamos aviones modernos como los Thunder y A 4 de 1950 y pico con
los cuales diezmamos a la flota inglesa y los pilotos salían con los asientos
eyectables vencidos. Después de Malvinas las proezas de los pilotos argentinos
cambiaron las estrategias en todos los ejércitos del mundo. Un capitán,
Carballo, un héroe de la aviación argentina, va a los Estados Unidos a una
charla y un oficial le pregunta: ´Cuando usted escuchaba la alerta del radar
warning que tenía un avión atrás, ¿qué sentía?´. ´Nada´, le contestó. ´Ah, qué
valiente´. ´No, no tenía radar warning´.
- Lo que pasa hoy con los submarinos, ¿pasó en Malvinas?
-No. En los años previos al golpe de Estado se había
acumulado mucho material bélico nuevo, pero así como teníamos equipamiento de
muy buen nivel, teníamos equipamiento obsoleto. Pero antes tenían horas de
vuelo, entrenamiento. Ahora estamos atrasadísimos en todo, cuando todos los
países vecinos están armados hasta los dientes. El año que viene tenemos el G20
y no tenemos aviones con los cuales brindarles seguridad a los estadistas. Se
está hablando de contratar pilotos extranjeros. Llegar a que nuestro cielo sea
custodiado por aviones extranjeros...
La vida de Kasanzew, amor y futuro.
Kasanzew vivió en los Estados Unidos junto a quien era su
esposa y sus cuatro hijos varones. Con el tiempo, dos de ellos abrazaron el
periodismo. Pero él no quiere hablar de sus herederos. Hace un par de años
volvió solo al país para sentar raíces nuevamente. Participó en algunos
programas de televisiónpara hablar de Malvinas y luego recibió un par de
ofertas de trabajo que quedaron en nada.
Ahora está escribiendo otro libro. "Es sobre mis
andanzas por el mundo: guerras, personajes, experiencias únicas", dice.
Sus anteriores libros también hablaron de sus recorridos: El Zar y la
Revolución; La pasión según Malvinas, Malvinas a sangre y fuego.
Este año se reencontró con Teresa, de quien se había
enamorado hace muchos años, pero la vida los había separado. Facebook de por
medio, se contactaron, se dieron likes, se enviaron besos en comentarios de
fotos, y vieron que aún estaban enamorados. Ambos cuentan su historia con
entusiasmo. Él le ofreció casamiento en el primer reencuentro. Ella se rió.
"Me pareció que lo decía porque es un amoroso, sólo eso", recuerda ella.
Al poco tiempo estaban juntos, en un casamiento a plena luz del día.
"En enero viajamos a Miami porque tengo el proyecto de
hacer un programa sobre historias de vida extremas. Están interesados, pero a
mí me gustaría trabajar acá. No me quiero ir. La tele está lleno de chismes,
hasta en los noticieros, un programa así acá sería interesante", dice
sobre sus planes y deseos a futuro.
Su esposa explica que la imagen del periodista aún está muy
relacionada con Malvinas y eso es una traba para que consiga trabajo en la
Argentina. El opina que quizás no es tan así. Sabe idiomas, sabe ruso, fue
corresponsal de tres guerras y una colega una vez le dijo que esas
características y su experiencia levantaban demasiado la vara y eso daba
recelos. Se habla del Mundial que se viene, en su Rusia natal. Comenta que su
hijo, que trabaja en Univisión como periodista deportivo, ya le pidió data,
incluso sobre Kissinger, a quien entrevistará 30 años después de que él mismo
lo hizo.
Teresa saca su celular. "Mirá las fotos de la
boda", dice con una sonrisa. Cuenta que la celebración, con sólo 50
personas, fue muy agradable, amorosa, que por su parte fue su familia más
cercana, fueron sus sobrinos, "sus chicos". También relata que
estuvieron presentes dos de los hijos de Nicolás. Él escucha como ausente,
hasta que repara en una de las imágenes y dice: "Este señor era amigo de
mi papá, lucharon en la Segunda Guerra Mundial codo a codo, cumplió 94 años y
está enterísimo. Anda todos los días en bicicleta. Fue como tener a mi papá en
mi casamiento". La mira a Teresa. Los ojos encendidos por el pasado y el
presente.
Publicado en Diario "La Nación", 11 de enero de 2018.
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