La historia desconocida Fabiola Yáñez, la mujer del Presidente.
Lo que no se sabe de la responsable de organizar la colecta televisiva por la pandemia. Secretos de familia y el espejo de Evita.
Con el pelo rubio recogido en un rodete, Fabiola Yáñez entra al Ministerio de Educación para reunirse con Nicolás Trotta. La pareja del Presidente lleva carpetas con la información necesaria para hablarle al ministro sobre sus encuentros con organismos internacionales en Europa y también para sumarse a trabajar con él sobre la escolarización temprana. Todavía es febrero. El coronavirus no llegó a la Argentina y la primera dama sonríe mientras comienza un raid por los ministerios para desplegar su propia agenda de trabajo social enfocada en la niñez. Su causa.
Menos de un mes después, con el Covid-19 ya en el país, Yáñez recibe en Olivos a otro ministro. Daniel Arroyo, a cargo de Desarrollo Social, le explica las políticas que está implementando para proteger a los más vulnerables y acuerdan “trabajar en conjunto”. Todo queda registrado en el Instagram @fabiolaoficialok, el mismo que la actriz y periodista usó durante años para mostrar sus viajes por el mundo, los trabajos como corresponsal de la CNN, sus domingos en Radio 10, las obras de teatro que protagonizó y sus cenas románticas con el Presidente, cuando sólo era el ex jefe de Gabinete de los Kirchner. Así lo conoció en 2013. Un año después formalizaron la relación y para 2016 ya estaban comprometidos con anillo en París.
Yáñez se presenta como “periodista, actriz y primera dama de la República Argentina”, pese a que las feministas del Gobierno creen que es una categoría “arcaica”. Pero desde que su pareja llegó a la Rosada, su actividad cambió completamente: dejó las cámaras, los micrófonos y las tablas para abocarse full time al trabajo social. Quiere acompañar a Alberto, pero aclara: “No pretendo hacer carrera política ni tener un cargo”.
Su última gran cruzada fue conseguir que los seis canales de televisión por aire (El Trece, Telefé, América, Canal 9, la Televisión Pública y Net TV) transmitan en conjunto el programa “Unidos por Argentina”. Lo hizo como flamante presidenta honoraria de la Fundación Banco Nación y en conjunto con la Cruz Roja Argentina, a la que convocó para coordinar las donaciones.
El día del evento se quedó en Olivos. En Twitter, los “caceroleros” que piden bajar los sueldos políticos lograron posicionar el hashtag #ApagónaFabiola entre las tendencias y volcaron su rechazo a la primera dama. Yáñez sólo apareció al final del teletón que recaudó casi $ 88 millones destinados a la compra de insumos para los hospitales del Estado. El saludo leído duró poco menos de 4 minutos y fue grabado un día antes en la quinta presidencial. La primera dama celebró las “medidas rápidas” del Gobierno y llamó a la unidad: “Quizás sea el universo que nos ha destinado a unirnos después de tanta división”, arriesgó en línea con el discurso “antigrieta” de su pareja.
Para la ocasión eligió un vestido rojo del reconocido diseñador argentino Javier Saiach, que tiene previsto devolver. Y otra vez usó un rodete de los que recuerdan a Eva Perón.
Coincidencias. La intención de evocar aunque sea un costado de la multifacética Evita no sólo se ve en el peinado que incorporó Fabiola desde que su cónyuge ganó las PASO, sino también en su causa: lo social y la niñez. Hasta mediados de 2019, la actriz sólo acompañaba a Alberto en viajes y actividades de candidato. Pero a fines de agosto visitó sola un comedor de Misiones (donde vivió) y desde entonces, las recorridas por comedores y merenderos se multiplicaron en el Conurbano.
“A la semana de la nominación (de Fernández como candidato a presidente) fue impresionante cómo se acercaba la gente para plantearle sus demandas y para apoyarlo. Y ahí entendí que esta era nuestra nueva realidad”, contó Yáñez en la única entrevista que dio, al diario Página/12. Esa realidad la motivó a involucrarse: “Pensé que era necesario que lo ayudara. Y sentí que el mejor modo de hacerlo era trabajando a favor de quienes en este momento están pasando mucha necesidad, sobre todo por los niños”.
Fabiola se considera peronista, pero nunca militó. Su único acercamiento al área social fue como estudiante de Periodismo de la Universidad de Palermo, donde conoció a Alberto y se recibió con la tesis “Análisis de la tensión interdiscursiva entre Néstor Kirchner y Clarín durante el período 2003-2007”, que tuvo a Fernández como entrevistado principal. “Hice una pasantía en la Organización Civil Periodismo Social, en el departamento especializado en investigación infantil del territorio argentino y brasileño”, contó Yáñez. Su tarea era monitorear los medios y llevar la agenda.
Pese a su escasa experiencia en el territorio, Fabiola siente una conexión especial con los sectores más humildes porque ella misma nació en una familia pobre. “Yo conozco lo que es un piso de tierra y no me shockea”, dice al recordar su infancia y las trece mudanzas que vivió hasta llegar a trabajar como actriz en Buenos Aires (ver recuadro). Igual que María Eva Duarte, cuando dejó atrás la miseria que vivió en Los Toldos para triunfar en la gran ciudad.
Modelo. “Todas las primeras damas peronistas han querido imitar a Evita”, explica a NOTICIAS la doctora en Ciencias Políticas e investigadora del Conicet Carolina Barry. De hecho, uno de sus trabajos se titula “Se hace la Evita” y expone los casos de esposas de gobernantes que copiaron el estilo y la estética de la esposa de Perón para abrirse camino en momentos en que las mujeres ni siquiera podían votar. Para Barry, “existe una intencionalidad de posicionar a Fabiola, pero es demasiado pronto para pensar similitudes con Eva”.
La historiadora Julia Rosemberg coincide con que “todavía es temprano para saber si las acciones de Fabiola se limitarán a lo que estuvimos viendo o se profundizarán y tomarán un rumbo más delineado”. “Hasta ahora, si dialoga con algo de Eva es con una imagen que se construyó con el tiempo, en donde se reduce su figura a su labor ligada a lo que se conocía como acción social”, agrega la autora del libro “Eva y las mujeres. Historia de una irreverencia”.
Esa imagen “recortada” de Evita a la que apela Yáñez “invisibiliza las prácticas netamente políticas y los aspectos más provocadores y radicalizados” de la líder de los descamisados, sostiene Rosemberg. Y concluye que “es un problema pensar a Eva bajo el prisma de ‘primera dama’, dado que ella misma fue un cuadro y una dirigente política de peso tan importante como Perón”.
Original. Quienes tratan a diario con Yáñez minimizan su estilo “evitista”. Aunque cambió su vestuario, ya no usa siempre el pelo suelto como antes y las biografías de ambas tienen coincidencias, aseguran que “Fabiola quiere ser Fabiola, no quiere ser Evita”. Quizás porque saben que la aspiración es demasiado pretenciosa.
La socióloga e historiadora feminista Dora Barrancos también visitó a Yáñez en Olivos y de la reunión se llevó la impresión de que está “preocupada por hacer alguna contribución, por aprovechar las circunstancias para una acción que pudiera contribuir a transformar la vida de la infancia pobre, sin ninguna pretensión”. “Creo que no tiene la menor intención de parecerse a Evita ni a nadie”, opinó la asesora presidencial, lapidaria con el título de “primera dama” que gusta usar Yáñez.
“Es completamente arcaico designar como ‘primera dama’ a la cónyuge o compañera del primer mandatario. La categoría guarda reminiscencias de ‘antiguo régimen’, remeda una herencia aristocrática y también ‘de relleno’. A las feministas nos incomoda especialmente porque señala una doble incomodidad: la que tiene que ver con la propia persona -la categoría significa un no lugar, despersonalizado- y la que propone el papel de ‘segundas’ al resto de las otras mujeres”. La postura de Barrancos parece no incomodar a Yáñez, mientras cosecha adherentes en Argentina y el exterior. Una de ellas es Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que renunció a la categoría de primera dama. Lo mismo hizo Soledad Quereilhac, casada con el gobernador Axel Kicillof.
Otros dos datos históricos vinculan a Fabiola con Eva. El primero tiene que ver con la decisión de los gobiernos peronistas de propiciar “primeras damas politizadas o matrimonios gobernantes” que, según estudió Carolina Barry, son figuras que esa fuerza política interpreta como un “bien ganancial”. El segundo corresponde al modo de intervenir: como sucedió con la Fundación Eva Perón, que protagonizó conflictos con varios ministerios por la superposición de tareas entre una organización privada con caja y las dependencias estatales, Yáñez pretende involucrarse en todas las carteras de Gobierno. El resultado de esa intervención es aún incierto.
Agenda. Instalada en Olivos para cumplir con el aislamiento, Fabiola monitorea el camino de las donaciones que la Cruz Roja administra. Ya acordó con los canales que cada compra y entrega de insumos sea transmitida por TV. Quiere exagerar la transparencia para no manchar el inédito teletón que consiguió.
“No se mueve de la quinta para respetar la cuarentena y para cuidar a Alberto”, asegura una persona que la trata con frecuencia. Como cuando fue internado por una inflamación pleural el año pasado, Yáñez cuida la salud del Presidente. Aquella vez, sólo dejó la habitación del Sanatorio Otamendi para atender al perro Dylan.
En la Casa Rosada se cuidan de opinar sobre la primera dama. Quienes sí comentan dicen que “tiene su propio armado que nadie conoce bien” y que “no la dejan hablar” sin un guión preparado. Los más molestos con su injerencia en el Gobierno aseguran que “está demasiado creída”.
Cuando la pandemia pase, Yáñez tiene previsto conocer sus oficinas en la Fundación Banco Nación, desde donde planea apoyar a ONGs que trabajan en barrios necesitados. Seguirá visitando comedores y retomará la agenda de reuniones con ministras y ministros para acordar con ellos a qué políticas se podrá sumar. Su intención es participar de cada línea de acción vinculada a lo social que el Presidente impulse. Desde leer cuentos en la playa hasta combatir el hambre. Aunque sobreactúe el perfil bajo, está claro que no quiere pasar desapercibida.
por Daniela Gian y Rodis Recalt.
FUENTE DE INFORMACIÓN É IMÁGENES PERTENECEN A LA REVISTA NOTICIAS.
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