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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, abril 23, 2020

Cacho Fontana cumple 88 años y sueña con volver a trabajar: "Lamentablemente, en la tele no se ve gente de mi edad".

La estoy pasando más que bien, quizá mejor que en los tiempos jóvenes porque estoy con una vitalidad y fortaleza que me ayudan a llevar hasta esta pandemia que estamos padeciendo todos", contó Cacho Fontana, que hoy cumple 88 años y vive desde hace un tiempo en una residencia para adultos mayores .
Emocionado, el locutor contó en Nosotros en la mañana , el programa que el Pollo Álvarez conduce en eltrece, que se siente muy contenido por sus compañeros del hogar: "Hacemos las cuatro comidas juntas, charlamos, yo además leo mucho y me entretengo. Esta es una familia muy linda, gente macanuda y simpática. Hoy ésta es mi casa. He podido superar todo esto a pesar de que no tenemos un entrenamiento para esto. Pero tenemos que confiar en el talento de otra gente que nos dará una salida a esto".
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Fontana se refirió también a los saludos que tuvo en el día de su cumpleaños: "Bien temprano recibí el llamado de mi hija Ludmila desde España, y después mi otra hija Antonella, con mi nieto. Me falta un nieto que me llame y ya está. También me llamó Liliana [Caldini, su expareja], y ya están todos".
De larga trayectoria en radio y televisión, el animador tiene muchos recuerdos en su haber, pero eligió compartir dos. "Lo mejor de mi carrera son tantas cosas que dejaría de lado hechos importantes por señalar algunos. Pero recuerdo especialmente la entrega del Premio Nobel a Luis Federico Leloir, la visita al papa Francisco que hicimos con mi hija y mi nieto hace poco, y yo ya no estaba trabajando. Fue un encuentro emocionante, porque me conocía de la cancha de San Lorenzo cuando transmitía José María Muñoz y él iba como hincha", señaló.
También Fontana tuvo unas palabras para su colega, Pinky. "Estuvo un tiempo aquí, casi un año, y luego se fue a su casa y perdimos contacto. No creí nunca que iba a volver a la tele porque no era su deseo. Y después la vi en un programa. Tenemos una relación que no se pierde y está siempre latente, a pesar de que no hablemos. Y le tengo un cariño especial a Antonio Carrizo, que fue mi maestro. Me abrió las puertas y creo ser uno de los mejores alumnos. Sería un placer poder volver a tomar un café con él", aseguró.
A los 88, el gran deseo del locutor y conductor es volver a trabajar. "Es lo único que quiero y lo único que no me dejan. Tengo una idea para televisión, pero soy un tipo de 88 años y no se ve en la tele gente de mi edad. Tengo un programa armado de pies a cabeza. ¿Cómo sería? Uno en el que Fontana pregunta 'con seguridad'. Y sino seguir haciendo radio", confió.
Siempre informado, Fontana observó que "en la camada joven", ve a la mujer "en un lugar de superación" respecto de lo que se acostumbraba en su época. "Lo noto en los temas a tocar y en las personalidades. Es una generación renovada y muy feliz. Las veo muy bien a las chicas", opinó. Sin embargo, si tiene que elegir a un conductor se queda con Santiago Del Moro, quien también lo llamó muy temprano para saludarlo en el día de su cumpleaños.
Publicado en Diario "La Nación", 23 de abril del 2020.

Un Cacho de la radio y la tele.

por Alfredo Leuco.
El inmenso Cacho Fontana, hoy cumple 88 años. La última vez que hablamos con él por estos micrófonos nos quedamos tranquilos al comprobar que está muy bien cuidado por sus hijas y que comparte sus horas con Pinky en un hogar para adultos mayores de excelencia.

Todos los que amamos la radio y nos ganamos la vida con sus oficios, hoy deberíamos levantar la copa y brindar por Cacho. Y agradecerle a este verdadero monumento a los medios, el periodismo y la locución.
Feliz cumpleaños Cacho. Por 100 años más. Hoy cumple 88 años. Es que el 23 de abril de 1932 nació por primera vez Cacho Fontana.
Se llamaba Norberto Palese. Su padre ganaba 160 pesos como capataz de un galpón del Ferrocarril Belgrano y su madre cosía a máquina junto a la ventana. El arrabal de Barracas era su mundo. Se prendía a un cepillo de pié, lo acercaba a su boca y soñaba relatando goles como Fioravanti. Annabella, su primera noviecita de la calle Vieytes… el piberío… la esquina, el respeto por don Adolfo Pedernera y la locura por la máquina de la banda roja. A la noche, los Palese, se daban el mejor de los gustos: escuchar a Luis Sandrini. Para reír y llorar en familia.
Un día de 1949, nació por segunda vez Cacho Fontana.
Ya era un personaje inventado por Norberto Palese que debutó presentando en el salón “La Argentina” a la orquesta de Roberto Padula. Anunció el primer tango de su vida y dijo: “Canaro en Paris…” Ganaba 10 pesos por baile. Después vino la orquesta de Domingo Federico, el primer aviso con esa voz inigualable que ofrecía confiabilidad, precisión y que dijo: “Rematador Loturco, en Guernica”. Radio El Pueblo, la utopía de Radio El Mundo. El famoso encuentro con su amado Antonio Carrizo y la anécdota mil veces contada:
-¿Pibe, usted es Fontana?, le preguntó el flaco de la vida y el canto…. Sale bien pibe ehhh… pero deje el bolero.
Eran tiempos de cambios, de decirle chau a los engolamientos y a los almibarados locutores de entonces. Cacho entendió rápido el negocio y pateó todos los tableros. Revolucionó la radio. La hizo de nuevo.
Durante años el “Fontana Show” fue el programa de mayor audiencia. Inventó los móviles, una manera especial y vertiginosa de entrar a la noticia. La gloria de Radio Rivadavia, el locutor más vendedor, la imagen más transparente, el más prolijo. El pelo engominado. Cacho era el símbolo de la armonía que algún día le iba a explotar en las manos. Era impecable. Cacho tenía cada cosa en su lugar.
Una noche, les hizo el mejor de los regalos a sus padres. Un departamento de lujo y de yapa, le llevó a Luis Sandrini a cenar a su casa. Para que juntos recordaran aquellas noches de verano en Barracas, con el aroma del espiral y los malvones.
Ese locutor de la Nación fue reconocido por el Senado de la Nación. Le dieron la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento. Es la máxima distinción que otorga la cámara que representa a todas las provincias argentinas.
Grande entre los grandes, Cacho inmortal. Todos los locutores le deben algo. Son los salieri de Cacho. Porque el rompió el molde, reinventó esta profesión noble que empieza en la voz clara y modulada y termina como nudo en la garganta.
Un mes de abril, pero de 1970, cantó en el Madison Square Garden de Nueva York, el primer artista latino y se hizo la primera transmisión vía satélite a 16 países. Apareció una voz de acero en el escenario y dijo para la historia: “Con ustedes, el ídolo de América, Sandro”. Era Cacho Fontana, en nombre de canal 9, Libertad y para felicidad de Alejandro Romay.
Doce años después, condujo junto a Pinky “Las 24 horas de Malvinas”, en la televisión pública que en esa época se llamaba ATC. Fue para recaudar fondos, en medio de la guerra contra Inglaterra. En aquel momento despertó mucha polémica porque en el país gobernaba la dictadura. Pero, repasando esos videos, se puede confirmar que ni Pinky, ni Cacho tuvieron una actitud propagandística a favor del régimen militar, ni arengas belicistas. Por el contrario. Siempre apelaron a la paz, a la vida y a los soldaditos. Todas las figuras de ese momento, hicieron donaciones. Susana Giménez, Maradona, Ricardo Darín, Favaloro, Lolita Torres, Monzón, Passarella, Reutemann, Tato y Alberto Olmedo, entre tantos. Se recaudaron fortunas en pesos y 140 kilos de joyas. Nada de eso le llegó a los soldados que se morían de hambre y por falta de indumentaria adecuada. Fue un terrible y doloroso caso de corrupción que aceleró el hundimiento de aquellos uniformados que habían asaltado el poder de la democracia.
Más adelante, hubo un tiempo maldito donde a Cacho Fontana le faltó esa Seguridad Odol en las neuronas. Desbarrancó, se cayó a pedazos. La vida lo cagó a trompadas en ese ring donde solía anunciar a los grandes boxeadores de la mano de Tito Lectoure, su amigo de toda la vida hasta que la muerte los separó. No fue un minuto Odol en el aire, ni la luna le dijo al sol que lindo que son tus dientes. El país ya no se paraba para verlo como antes. O mejor dicho, igual que en las carreras, se paraba en las curvas para ver cómo se pegaba la piña.
Cacho de las sentencias, de la sabiduría de la noche y el mostrador. Cacho tanguero, vestido de smoking y moñito entre el rubio champagne y las rubias del Chantecler. Sonrisa gardeliana, quien si no iba a tener los dientes perfectos como propaganda de dentífrico.
La vida de Cacho en muchos puntos se toca con la de Diego Maradona. No solo porque fue el número uno por lejos en lo suyo, gambeteando furcios, poniendo la inflexión correcta en un ángulo, leyendo un aviso desde la mitad de la cancha como nadie. No solo en eso se parecen Cacho y Diego. También tuvieron sus parábolas de ídolo. Su amor y su desprecio por parte de la gente. Cacho y Diego no solamente compartieron la gloria. También compartieron Devoto. Porque ambos se perdieron en los laberintos malditos.
En carne propia comprendieron que cuando uno se cae en esas profundidades hasta que no logra ponerse de pié, está condenado a avanzar arrastrándose. Y eso humilla. Da vergüenza ante las hijas, te encierra en odio con tu esposa. Te aleja de tu oficio que es lo que más querés y lo que mejor hacés.
Una vez le preguntaron si le había pegado a Marcela Tiraboschi, una joven de 22 años que se ganaba la vida mostrando su redondeces en el programa de Sofovich y dijo:
– No acostumbro a hacer esas cosas con las mujeres. Hago otro tipo de estupideces, como enamorarme, por ejemplo.
Cacho Fontana se fue quedando solo y hasta tuvo que comer gracias a la solidaridad de los amigos.
Justo él, que en las noches de las noches era capaz de cerrar un boliche y repartir burbujas seductoras y bataclanas para todos. Su madre se fue quedando ciega, tal vez para no verlo en el derrumbe.
Porque después sí que se vino la noche para Cacho. Pero la noche pesada, de gatos de cuarta y de viajes de ida. “Que puedo hacer si me gustan las mujeres con pasado”, decía, cargándose a sí mismo. Ya había pasado taconeando por su vida la gran Beba Bidart. Pero hubo un momento en que la gente empezó a hacer leña del Cacho caído. El escándalo, la parálisis facial, los corticoides que lo inflan para curarlo, la idea de suicidarse que se repite hasta que…
Un día de junio de 1999, Cacho Fontana nació por tercer y última vez.
Resucitó del tiro de desgracia con el que se había castigado. Ese día del Martín Fierro, tocó el cielo con las manos. Lo ayudó su tercera y definitiva ex mujer, Liliana Caldini, la madre de sus dos hijas. La que tuvo destino de familia con sus genes.
La vida le dio revancha y Cacho la ganó el premio a la trayectoria. Subió temblando de emoción con las cámaras en vivo. Miró de frente a los 40 puntos de rating y desnudó sus miserias. Fue el día del perdón. Pidió disculpas por tantas macanas. Lo juró por sus hijas, por Antonella y Ludmila, y por sus nietas. Alcanzó a decir que se juramentaba ante Dios convertir esa trayectoria en futuro y se quebró y nos quebró a todos. Se tapó la cara y Cacho Fontana lloró desconsolado. Y pidió una oportunidad más. Y todos se la dieron. Todos nos pusimos de pié. Para verlo correr en la recta y llegar a la meta como está llegando ahora. No queremos un Cacho de Fontana. Lo queremos entero, de pie, para que salga a dar cátedra con los cientos de tonos con que lee las noticias o la tanda. Para que otra vez, con su sonrisa gardeliana, vuelva ese minuto Fontana en el aire., para que otra vez transmita y reclame seguridad como solo él sabe hacerlo y es su marca registrada. Un Cacho de 88 años que sigue soñando. Nació tres veces. Así en la vida como en la radio.
Publicado en el sitio de Alfredo Leuco, 23/04/2020.

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