“Emplazar la producción científica al servicio de la sociedad” fue la premisa planteada como desafío por las flamantes autoridades del CONICET La Plata que asumieron sus cargos pocos días antes de desatada la pandemia mundial a raíz de la irrupción del COVID-19.
La consigna terminó siendo premonitoria de lo que acontecería algunos días después cuando decenas de científicos y equipos de investigación del organismo se volcaron inmediatamente a la puesta en marcha de acciones efectivas para luchar contra este problema de salud pública en el marco de distintas iniciativas de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales.
Tal es el caso de un equipo de expertos del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR, CONICET-CICPBA) que, aprovechando sus conocimientos en el área de electrónica y control de sistemas y la experiencia adquirida durante muchos años de servicio al sector espacial argentino, se propuso realizar un aporte de impacto fuerte e inmediato en lo social. Así nació la idea de diseñar un modelo de ventilador mecánico no invasivo (VMNI), es decir un dispositivo de asistencia respiratoria capaz de ser utilizado por el sistema sanitario nacional en pacientes que hayan contraído coronavirus.
La iniciativa cobra vital importancia si se considera que uno de los riesgos que enfrenta nuestro país es la sobre exigencia y el consecuente colapso de los centros de atención médica en caso de darse un recrudecimiento en la propagación viral, dada la escasez de equipos e insumos para atender los contagios de forma masiva. Según explican desde el IAR, por ahora no se aconseja su uso para pacientes en estado extremo que requieran intubación, pero su disponibilidad permitiría liberar los respiradores más complejos para esa necesidad.
Los ventiladores no invasivos constan de un motor controlado electrónicamente que genera el flujo de aire, y una serie de reguladores de temperatura, y composición y calidad de oxígeno. Para casos de baja gravedad, se aplican utilizando una mascarilla oronasal, es decir en la boca y nariz del paciente y, en situaciones de mediana gravedad, con la colocación de un casco inflable. Mediante una microcomputadora incorporada al sistema, se monitorean las distintas variables y parámetros operacionales y de darse alguna falla se dispara una alarma. Asimismo, una interfaz con el paciente conectado permite determinar los parámetros clínicos para ser evaluados por los profesionales de la salud encargados de su control.
Según cuentan desde el IAR, el desarrollo –cuyo prototipo completo fue financiado por el CONICET La Plata– cumple con los requerimientos técnicos dispuestos por las carteras nacionales de Ciencia y Salud, y el último paso antes de poder producirlo a mayor escala es el testeo de su funcionamiento y aprobación por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
Debido a la demanda mundial, actualmente no hay stock de mercado de dispositivos similares, y aquellos que se consiguen en algunos casos triplican el costo que supone la producción del que desarrolla el IAR. Por otra parte, una vez validado, podrá no sólo aplicarse para luchar con la pandemia actual, sino que puede ser útil para equipar centros médicos de mediana complejidad y mejorar las prestaciones del sistema de salud.
Publicado en ADN Río Negro, 05/04/2020.
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