En el imaginario colectivo sedimenta en forma creciente la idea de que sólo la actividad de extracción de gas y petróleo genera bienestar económico. Es un mensaje transmitido desde la estructura de poder en forma vertical que alimenta expectativas de una mayoría de la población, en especial de los jóvenes, que aspiran a conseguir un puesto de trabajo en el nicho laboral mejor remunerado de la provincia.
El gobernador Jorge Sapag, un iniciador del discurso "moderno" de la industria petrolera y de la promoción de la era de los no convencionales, tiene mucho que ver con la construcción de esta imagen de prosperidad a partir de una economía de derrame impulsada por la explotación intensiva de los recursos no renovables.
Las palabras factoría y Vaca Muerta, sumadas al nombre de las principales empresas petroleras del mundo que llegan a la provincia con inversiones que se miden en la escala de miles de millones de dólares, son elementos que contribuyen a ordenar este escenario de "felicidad" contemporánea.
Este diario publicó esta semana un informe comparativo sobre sueldos en diferentes actividades del sector privado y público. Los trabajadores petroleros, un gremio que agrupa a unas 18.000 personas, cobran unas seis veces más que el sueldo de un docente que recién inicia su carrera.
De acuerdo con la información obtenida en el gremio que conduce desde casi su creación el senador Guillermo Pereyra, un empleado petrolero puede alcanzar en el arranque, con horas extras, desarraigo y otros ítems, entre 25.000 y 28.000 pesos por mes de sueldo. En las categorías más altas, un trabajador del sector se lleva al bolsillo 50.000 pesos o más.
En el extremo opuesto, un docente de grado inicial percibe una remuneración por debajo de los 5.000 pesos y un director de primaria con diez años de antigüedad no llega a los 12.000.
La ventaja del trabajador petrolero frente al médico es menor, pero nada despreciable a favor del primero porque un profesional del sistema público sanitario con 30 años de servicio supera los 22.000 pesos y un ingresante, sin guardias, apenas los 15.000.
Excepto en algunos de los puestos más encumbrados del Poder Judicial y en otros de conducción política de los dos poderes del Estado restante, no existen salarios tan atractivos como los de la industria petrolera que, por otra parte, tiene un régimen laboral muy duro.
Estos desequilibrios marcan fuertemente las economías en las localidades cabeceras de la extracción del recurso, como Añelo y Rincón de los Sauces, donde los precios se miden con el poder de compra de la industria líder, inalcanzables para el resto de la sociedad.
En los sitios aludidos, los precios de alquileres y de los alimentos hace tiempo que representan un problema para la porción de la sociedad que no pertenece al mundo gremial que maneja Pereyra.
La industria energética, vital para el desarrollo de la economía, se discute intensamente alrededor de las inversiones, de cómo se entregan las áreas, de la competencia de las empresas provinciales como lo es Gas y Petróleo y de debates legales pendientes como la ley de hidrocarburos provincial. Últimamente también se habla, aunque en menor medida que lo anterior, de los cuidados ambientales, un aspecto de creciente interés en la sociedad que llegó junto con la expansión de las nuevas técnicas extractivas.
Lo que no se debate son políticas públicas para contrarrestar los efectos que provoca, ya no en Añelo o en Rincón sino en la provincia en general, la onda expansiva de esta industria.
Si como alguna vez dijo el gobernador Sapag los campos petroleros de la provincia se transformarán en un queso gruyere, es probable que decline el interés por dedicarse a la medicina o a la docencia; o bien que se mantenga en alza el nivel de conflictividad sindical, algo que en Neuquén sucede desde hace tiempo por la puja permanente alrededor de la distribución de la riqueza que, como se sabe, proviene en buena medida de la industria petrolera, de la que también se beneficia el Estado mediante el pago de regalías, impuestos y canon por concesiones de áreas.
Como sucedió entre fines de las décadas del 60 y mediados de los 90 con la construcción de las centrales hidroeléctricas sobre los ríos Limay y Neuquén, entre otras obras de alto impacto como la Planta Industrial de Agua Pesada, es posible que la expansión de la industria petrolera genere una nueva oleada de inmigración interna en la provincia. Sucede que el nombre de Vaca Muerta ganó fama de Ushuaia a La Quiaca y está asociado a la posibilidad de obtener un empleo bien remunerado.
En la actualidad hay más interés por viajar a Houston para ofrecer las áreas que por definir estrategias que amortigüen las asimetrías mencionadas, padecidas ya por la mayoría de la sociedad neuquina que paga costos de vida superiores a los habitantes de otras regiones del país.
Tanta importancia cobró Houston en estos tiempos que invita a pensar en que allí se discuten cuestiones centrales que afectarán el futuro de los neuquinos, siempre con protagonistas excluyentes, ya que todos pertenecen al MPN.
Primero hizo un vuelo rasante y silencioso por la meca del petróleo el gobernador Sapag. Ahora acaba de terminar una misión su ministro de Energía, Guillermo Coco, para completar el trámite de oferta de áreas. Y en forma separada a la comitiva oficial, el senador Pereyra, que también representa a los trabajadores del sector, fue invitado por empresas de primer nivel del rubro a recorrer el principal centro de negocios de esta cautivante industria.
Columna de opinión de Gerardo Bilardo publicada en Diario "Río Negro", domingo 4 de mayo de 2014.
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