Esta nota también podría llamarse "Historia de dos golpes de Estado" o "De Nicolás Maquiavelo a Estanislao Zeballos". Pero en todos los casos los títulos refieren a la saga de dos personajes: Oliverotto y Calfucurá, que impulsaron y protagonizaron sendos y crueles golpes de Estado. Estos asaltos al poder los describen, en el caso de Oliverotto, nada menos que Nicolás Maquiavelo y en el de Calfucurá, Estanislao Zeballos, un incansable protagonista de su tiempo.
Maquiavelo escribe "El Príncipe" en el duro ostracismo del exilio. La obra maestra de quien fue ministro de Defensa y de Relaciones Exteriores de la República de Florencia no es un libro de teoría política sino un tratado sobre el ejercicio práctico del poder. Obra escrita hace cinco siglos, combatida, censurada y satanizada durante su larga vida pero de permanente e ineludible vigencia.
Al abordar la lectura del famoso libro del autor florentino, lo primero que llama la atención es la sencillez y la claridad de su redacción, junto a una ausencia de resentimiento en sus páginas. Recordemos que "El Príncipe" fue escrito en el exilio, luego de que su autor fuera depuesto de sus cargos políticos y torturado.
Si alguien piensa que el análisis del poder que Maquiavelo hace en su célebre obra puede tener alguna relación con la actividad militar, política y comercial de Calfucurá ("piedra azul" en araucano) no se equivoca.
La personalidad del jefe indígena más poderoso nacido en la Araucanía trasandina, que invadió la llanura argentina, tiene las dos "virtudes" que Maquiavelo le asigna al Príncipe: la fuerza y la astucia, calificaciones esenciales que debe tener para que sea "como el león que sabe poner en fuga a los lobos" y "como la raposa que conoce cómo evitar las trampas".
En el capítulo VIII de su obra más famosa, Maquiavelo describe el accionar de los "príncipes que alcanzaron el poder mediante el crimen". De los dos ejemplos dados por el florentino elegiré uno: Oliverotto de Fermo.
Describiré el accionar del italiano citando palabras de Nicolás Maquiavelo y lo realizado por el araucano (mapuche) Juan Calfucurá apelando a la descripción que Estanislao Zeballos hace en su obra "Callvucurá y la Dinastía de los Piedra", para mostrar cómo ambos "príncipes" son comparables a la hora de buscar el poder.
En épocas del papa español Alejandro VI (circa 1500), padre de Lucrecia Borgia y de una larga descendencia, aparece nuestro "Príncipe" italiano.
Cuenta Maquiavelo: "Oliverotto de Fermo, huérfano en tierna edad, fue educado por su tío paterno Giovanni Fogliani e inició la milicia en su primera juventud para que, bien formado en la disciplina, lograra un alto grado en el ejército". "En poco tiempo, dotado de ingenio y ánimo valiente, sobresalió como el primer hombre de la milicia". "Pensó ocupar Fermo (capital de la provincia italiana del mismo nombre) con la ayuda de algunos ciudadanos de aquella ciudad". "Escribió a su tío Giovanni Fogliani asegurándole que tras largos años de ausencia deseaba ir a verle y visitar su ciudad natal". "Se dispuso a presentarse ante ellos con toda la pompa, acompañado por cien jinetes, amigos y servidores; rogaba a su tío dispusiera que los habitantes de Fermo lo recibieran con todos los honores". "No dejó de cumplir Giovanni cuanto se debía a su sobrino e hizo que los de Fermo lo recibieran lo mejor posible y lo alojó en su propia casa; pasados unos días, dedicados a preparar en secreto su próximo crimen, Oliverotto organizó un solemnísimo convite, al que invitó a Giovanni Fogliani y principales ciudadanos de Fermo. Concluido el banquete Oliverotto empezó adrede a hablar gravemente de la grandeza del papa Alejandro y de su hijo César". "A sus palabras replicaron contrariados Giovanni y los demás, a lo que Oliverotto se levantó, afirmando que asuntos tan importantes debían tratarse en sitio más reservado. Y así se retiró a una cámara, seguido de Giovanni y los demás. Apenas habían tomado asiento cuando de secretos rincones irrumpieron los soldados de Oliverotto que asesinaron a Giovanni y sus compañeros. Concluida la matanza Oliverotto montó a caballo, hizo saquear la ciudad y asedió en su palacio al magistrado supremo. Cegados por el terror, los ciudadanos de Fermo se vieron obligados a obedecerle y a instituir un gobierno del que fue príncipe Oliverotto".
Juan Calfucurá nace en los alrededores del lago Colico, en plena Araucanía trasandina, en un año próximo al 1800 y muere en 1873 en Salinas Grandes, en cercanías de la ciudad de General Acha, en la provincia de La Pampa de la República Argentina.
Nos dice Zeballos: "En 1833, cuando Rosas marchó sobre las hordas salvajes de los desiertos australes permanecía en la comarca indígena, de que Salinas Grandes ha sido capital, una numerosa tribu de indios vorogas, originarios de la gran familia trasandina moradora al sur de río chileno de Imperial, en los márgenes del arroyo Vorohué", "tribu comandada por varios capitanes, entre los cuales descollaba como jefe supremo Rondeau".
"Por el año 1835, la tribu vorogana vivía tranquilamente en los territorios de su imperio cuando llegaron emisarios" "anunciando la venida de una caravana de más de doscientos indios mercaderes". "Llegó la caravana chilena y a la distancia de diez leguas de Salinas Grandes fueron despachados los chasquis que debían rendir homenaje al cacique Rondeau, prevenirlo de la entrada de los comerciantes...".
"El día señalado rodeaban a Rondeau ataviados jinetes en espumantes caballos de pelea", "los dignatarios de la familia y de la tribu...".
"Una nube de polvo anunció sobre el cercano médano la llegada feliz de los doscientos peregrinos del Desierto..."
"Los recién venidos descendieron el médano a la furia de los caballos, blandiendo sus formidables lanzas y atronando los aires con feroces alaridos.
"Rondeau, Melín, Venancio, Alun, Callvuquirque y muchos capitanes, ancianos y adivinos fueron degollados y entre el clamoreo aterrador de la horda criminal resonó" "en los desiertos el nombre del caudillo vencedor. Callvucurá era aclamado, sobre el médano ensangrentado de Masalle, Cacique General del inmenso Imperio de la Pampa".
"Era necesario consolidar el éxito sangriento y rodaron las cabezas de los caciques secundarios Curú Agé (cara negra), Nahuel Quintún (el buscador de tigres), Callvú Thuren (canas azules), Curú Loncó (cabeza negra) Carú Agé (cara verde), Millá Pulquí (flecha de oro)".
"Despejado el campo de rivales, el aventurero de Collicó" "proclamó un indulto general y trataba afablemente a los prisioneros" "consolidándose así como jefe de la nación Llalmaché o Gentes de la Viuda" (en alusión a la viuda preferida de Rondeau).
Al comparar las acciones de Oliverotto y Calfucurá (Zeballos lo llamaba Callvucurá) vemos que el cacique invasor araucano (mapuche) fue más cruel -si medimos la crueldad por la cantidad de víctimas producidas- pero también más hábil que el despiadado usurpador italiano.
Oliverotto muere estrangulado al año de tomar el poder mientras Calfucurá, conjugando cintura política con poder militar, reinó omnímodo durante cuarenta años. Y sus últimas palabras fueron una orden: "No entregar Carhué al huinca". Carhué era la yugular por donde los indígenas traspasaban el ganado robado en pueblos y estancias argentinas para venderlo en el cautivo mercado chileno.
Autor: Héctor Landolfi. Publicado en Diario "Río Negro" (edición Nro. 23716), 14 de agosto de 2014, páginas 18-19.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.