Jorge Francisco Isidoro Luis Borges nació en Buenos Aires un
24 de agosto de 1899 hijo de Jorge
Guillermo Borges y Leonor Acevedo.
Fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados
de la literatura del siglo XX criticado y elogiado por sus obras, como por sus
opiniones pero… siempre está presente y vigente.
Publicó ensayos breves, cuentos y poemas que se caracterizan
por su originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía.
En 1930 aparece su
biografía Evaristo Carriego que fuera un decidor del suburbio, fue el primero,
el “inventor”, como lo describiera Jorge Luis Borges. Con Evaristo Carriego
comienza lo que se denomina la poesía urbana que evoca los hechos cotidianos
que abriría puertas a ese poeta magnífico y militante político que fuera Homero
Manzi y que rescata Borges.
En 1931 Victoria Ocampo funda la revista Sur, en la que
Borges se desempeñará como colaborador desde los primeros números.
Ciego desde los 55 años, sus ideas despertaron polémicas,
sus posturas políticas impidieron que ganara el Premio Nobel de Literatura al
que fue candidato durante casi treinta años.
Durante su juventud tuvo una activa militancia en la Unión
Cívica Radical, por influencia de su abuelo Isidoro Acevedo Laprida, amigo
personal del caudillo Leandro N. Alem, si bien más tarde, afirmó haberse
afiliado al Partido Conservador. Se opuso tajantemente al golpe de estado
encabezado por José Felix Uriburu que derrocó a Yrigoyen en septiembre de 1930.
Sobre la postura de Roberto Art sobre el golpe infausto de
1930 opinaba: “Fíjese que Arlt, en ese entonces, era partidario de Uriburu;
bueno, un poco después. Pero cuando se produjo la revolución, él apoyó a
Uriburu y yo era radical. Sin embargo, ahora se lo muestra a Arlt como todo lo
contrario...”
Tras el fracaso de la revolución radical de 1933 en Paso de
los Libres, Arturo Jauretche se vio obligado a exiliarse en Montevideo. Allí
conoció a Borges, que había viajado al Uruguay a visitar familiares maternos.
Jauretche le mostró su poema El Paso de los Libres, donde reivindicaba el
levantamiento radical. A Borges le agradó a tal punto que aceptó escribir el
prólogo para la primera publicación.
En 1937 Borges consigue por recomendación de Francisco Luis
Benárdez un empleo en la biblioteca municipal Miguel Cané, en Almagro Sur,
donde cataloga libros.
Wikipedia publica lo siguiente: “Cuando, en 1946, Perón toma
efectivamente el poder, Borges, que trabajaba en una biblioteca pública, fue
«ascendido» a inspector de gallinas y conejos en los mercados. Borges fue a la
municipalidad para preguntar a qué se debía ese nombramiento. Él mismo cuenta
la anécdota en su autobiografía:
«Mire —dije al empleado—, me parece un poco raro que de toda
la gente que trabaja en la biblioteca me hayan elegido a mí para desempeñar ese
cargo». Bueno —contestó el empleado— usted fue partidario de los aliados
durante la guerra. Entonces, ¿qué pretende? Esa afirmación era irrefutable, y
al día siguiente presenté mi renuncia. Los amigos me apoyaron y organizaron una
cena de desagravio. Preparé un discurso para la ocasión» (Borges, 1999, p. 112)
El discurso, dada la timidez de Borges, fue leído por su
amigo Pedro Henríquez Ureña el día 8 de agosto de 1946 y publicado en el número
142 de la revista Sur. En él, Borges afirmaba que «las dictaduras fomentan la
opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la
crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez». Agregaba que
combatir esas tristes monotonías «es uno de los muchos deberes del escritor».
«Yo nunca negué ser antiperonista. Además de razones
generales, tengo razones particulares: mi madre estuvo presa. Sí, al principio
participó en una manifestación que hubo para que no se modificara el Himno
Nacional. Y entonces tomaron presas a algunas personas. A mi madre le dieron,
como prisión, esta casa. (...) Y luego mi hermana estuvo presa, en el Buen
Pastor. Era una cárcel para prostitutas. Y a un grupo de señoras las destinaron
allí, bueno, para insultarlas deliberadamente. Y cumplieron sus 30 días. Salvo
que ellas no sabían que iban a ser 30 días, de modo que para ellas fue
indefinido aquello. (...) Los domingos íbamos a verlas. Y me parecía tan raro
ver la cara de mi hermana detrás de la ventanilla con rejas. Y le llevábamos…
bueno, lo que se lleva a los presos: dulce de membrillo, dulce de leche…» Relato
de Borges en una entrevista durante la década de los 80”.
En 1955, tras el derrocamiento del gobierno de Juan Domingo
Perón, es nombrado Director de la Biblioteca Nacional y miembro de la Academia Argentina de Letras.
Sobre los gobiernos militares opinaba en 1980: del golpe de
1955 “La Fusiladora” dijo: “Estábamos todos engañados, creímos que todo iba a cambiar,
que era como una suerte de aurora. Estábamos muy entusiasmados todos por la
Revolución Libertadora. (...) Después hubo gobiernos mediocres, y algunos
cómplices, como el de Frondizi” y sobre Arturo Illia manifiesta “creo que fue
el mejor. Al menos el menos malo, sí, seguro. Porque los gobiernos militares
realmente son un mal de toda esta América del sur” y del 24 de marzo de 1976: “los
militares subieron con el apoyo del país, sin excluir a los peronistas. A todo
el mundo le pareció bien que sacaran a Isabel Perón y a López Rega. Luego hemos
tenido estos 6 o 7 años desastrosos”.
“En 1980 había firmado una Solicitada por los desaparecidos
en el diario Clarín. Borges dijo al respecto: Una tarde vinieron a casa las
Abuelas y Madres de Plaza de Mayo a contarme lo que pasaba. Algunas serían
histriónicas, pero yo sentí que muchas venían llorando sinceramente porque uno
siente la veracidad. Pobres mujeres tan desdichadas. Esto no quiere decir que
sus hijos fueran invariablemente inocentes pero no importa. Todo acusado tiene
derecho, al menos, a un fiscal para no hablar de un abogado defensor. Todo
acusado tiene derecho a ser juzgado. Cuando me enteré de todo este asunto de
los desaparecidos me sentí terriblemente mal. Me dijeron que un general había
comentado que si entre cien personas secuestradas, cinco eran culpables, estaba
justificada la matanza de las noventa y cinco restantes. ¡Debió ofrecerse él
para ser secuestrado, torturado y muerto para probar esa teoría, para dar
validez a su argumento!” –wikipedia-.
“Los conjurados” su último libro de poemas, aparece en 1985.
Fallece en Ginebra el 14 de junio de 1986, poco después de
haberse casado con María Kodama.
LA YAPA:
Yo, Judío (Una respuesta genial de Borges al antisemitismo)
Borges, a una acusación absurda de la Revista “Crisol”
(publicación argentina de las primeras décadas del Siglo XX, de absoluta
identificación con el nazismo) donde se le endilgaba que ocultaba su
ascendencia judía, les responde…
Yo, Judío (*)
Como los drusos, como la luna, como la muerte, como la
semana que viene, el pasado remoto es de aquellas cosas que pueden enriquecer
la ignorancia. Es infinitamente plástico y agradable, mucho mas servicial que
el porvenir y mucho menos exigente de
esfuerzos.
Es la estación famosa y predilecta de las mitologías. ¿Quién
no jugó a los antepasados alguna vez, a las prehistorias de su carne y su
sangre? Yo lo hago muchas veces, y muchas no me disgusta pensarme judío. Se
trata de una hipótesis haragana, de una aventura sedentaria y frugal que a
nadie perjudica, ni siquiera a la fama de Israel, ya que mi judaísmo era sin palabras, como las canciones de
Mendelssohn.
Crisol, en su numero del 30 de enero (1934), ha querido
halagar esa retrospectiva esperanza y habla de mi ”ascendencia judía
maliciosamente ocultada” (el participio y el adverbio me maravillan).
Borges Acevedo es mi
nombre. Ramos Mejia, en cierta nota del
capitulo quinto de Rosas y su tiempo, enumera los apellidos portenos de aquella
fecha para demostrar que todos, o casi todos, “procedían de cepa
hebreo-portuguesa”.
Acevedo figura en ese
catalogo: único documento de mis pretensiones judías, hasta la confirmación de
Crisol. Sin embargo, el capitán Honorio
Acevedo ha realizado investigaciones precisas que no puedo ignorar. Ellas me
indican el primer Acevedo que desembarcó en esta tierra, el catalán don Pedro
de Acevedo, maestre de campo, ya poblador del “Pago de Arroyos” en 1728, padre
y antepasado de estancieros de esta provincia, varón de quien informan los
Anales del Rosario de Santa Fe y los documentos para la historia del
Virreinato-abuelo, en fin, casi irreparablemente español.
Doscientos años y no doy con el israelita, doscientos años y
el antepasado me elude. Estadísticamente los hebreos eran de lo más reducido.
¿Qué pensaríamos de
un hombre del año cuatro mil, que descubriera sanjuaninos por todos lados?
Nuestros inquisidores buscan hebreos, nunca fenicios,
garamantas, escitas, babilonios, persas, egipcios, hunos, vándalos, ostrogodos,
etíopes, dardanios, paflagonios, sármatas, medos, otomanos, beréberes, britanos,
libios, cíclopes y lapitas.
Las noches de
Alejandría, de Babilonia, de Cartago, de Menfis, nunca pudieron engendrar un abuelo, sólo a las tribus del bituminoso
Mar Muerto les fue deparado ese don.
* Revista Megáfono, 3, Nro. 12, pág. 60, Buenos Aires,
Argentina. Abril de 1934.
Borges volvería siempre a responder con contundencia cada
vez que se cuestionó su posible ascendencia judía. Estudiosos aseveran que para
él, la posibilidad de pertenecer al errante pueblo de Israel nunca supuso un
motivo de ignominia o mancillamiento, sino por el contrario, una razón para el
alborozo y el regocijo intelectual.
Muchos años después,
el 14 de enero de 1978, Borges en una entrevista publicada por el diario
venezolano, El Universal, dijo esta frase que posteriormente no ha dejado de
ser citada. expresó: “Siempre lamenté no ser judío”.
http://elcomandante.wordpress.com/2007/06/24/yo-judio-una-respuesta-genial-de-borges-al-antisemitismo/
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