“Señor yo te pido esta noche que nos des a cada uno de
nosotros, valentía, creatividad, coraje, decisión. Porque hay mucho que hacer,
casas dignas para tantos que son tus hijos, hay que hacer y buscar fuentes de
trabajo porque no hay pan; hay que buscar no sé cuántas soluciones para curar
las enfermedades y hay que solucionar los problemas de la educación y el
descanso. Cuántas cosas tendría que pedir esta noche! Señor, yo pido por mí
mismo. Una sola cosa, fundamental: que me hagas fiel, me hagas un buen pastor,
que no me canse nunca de pronunciar tu nombre y de caminar con mi pueblo”
Monseñor
Enrique Angelelli.Misa de Nochebuena, La Rioja 1971.
Enrique Angelelli nació en Córdoba el 17 de julio de 1923, hijo
de inmigrantes italianos, fue un Obispo de la Iglesia Apostólica Romana de la
provincia de La Rioja.
El 13 de junio de 1973, Angelelli fue a Anillaco, la ciudad
natal de Menem para presidir las fiestas patronales de esta ciudad. Fue
recibido por una turba liderada por comerciantes y terratenientes, entre ellos
Amado Menem, hermano del gobernador, y sus hijos César y Manuel, quienes junto
a otros propietarios se habían vuelto contra el obispo. La turba entró por la
fuerza en la iglesia, y cuando Angelelli suspendió la celebración y salió de
allí, ellos le lanzaron piedras.
Decía el Obispo Angelelli con su denuncia en los tiempos del
Gobernador Carlos Saúl Menem: "...Acabo de recorrer los caminos de La
Rioja. En uno de ellos me encontré con una columna de leñadores que llevaban a
un muerto en una angarilla, sobre sus hombros. Me detuve y les pregunté qué
hacían: ‘Llevamos a enterrar a un compañero muerto’. ‘¿Cómo, así, sin ataúd?’,
les pregunté. ‘Sí, monseñor’, me respondió un humilde trabajador: no nos
alcanzó el dinero que teníamos para comprar un cajón’" y luego afirmaba:
"Yo me pregunto, ¿en qué país injusto y deshonesto vivimos que ni siquiera
los trabajadores de la madera pueden poner sus muertos en ataúdes para
sepultarlos? ¡Qué país inmensamente pecador!"
El 4 de agosto de 1976, el cuerpo del obispo de La Rioja,
Enrique Angelelli, fue encontrado al costado de la ruta 38, camino a la capital
provincial. De su muerte que se considerara un mero accidente automovilístico ocurrída en
dictadura cívico-militar, se sospechó, siempre, que se trataba de un asesinato encubierto.
El 4 de agosto de 2006, al cumplirse el 30 aniversario de su lamentable fallecimiento
el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina Jorge Bergoglio,
luego Papa Francisco, había señalado en una homilía en la catedral de La Rioja que
monseñor Enrique Angelelli “recibía
pedradas por predicar el Evangelio y derramó su sangre por ello”, sabias
palabras de Bergoglio.
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