El Libertador José de San Martín le lega su sable al
Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas el
día 23 de enero de 1844 cuando escribe su testamento político en París,
Francia.
El sable corvo fue adquirido por San Martín en su estancia
en Londres, poco después de dejar España y antes de embarcarse rumbo a tierras
del virreinato.
Tras el retiro de San Martín en Europa, posterior a la
entrevista de Guayaquil, el arma quedó en Mendoza en manos de una familia
amiga. Luego su yerno Mariano Balcarce y Merceditas envían la misma a Europa,
quedando en posesión de San Martín hasta
su muerte del 17 de agosto de 1850.
Dice en el mismo: “El Sable que me ha acompañado en toda la
guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General
de la República Argentina D. Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la
satisfacción que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha
sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los
extranjeros que trataban de humillarla”.
En carta del 30 de agosto de 1850, Mariano Balcarce comunica
a Don Juan Manuel Rosas sobre sobre el fallecimiento de San Martín ocurrida el
día 17 de agosto de 1850 y le hace saber de la cláusula número 3 de su
testamento político.
Balcarce le dice a Rosas: “Tan pronto como se presente una
ocasión segura, tendré el honor de remitir a V. E. esa preciosa memoria legada
al Defensor de la Independencia Americana por un viejo soldado cuyos servicios
a la Patria se ha dignado V. E. recordar constantemente en términos tan
lisonjeros como honrosos”.
Pero luego la batalla de Caseros del 3 de febrero de 1852
donde se termina expulsando a Juan Manuel de Rosas del poder, el anhelo de ver
en suelo patrio la espada del Libertador queda hecho trizas.
Asentado en Southampton, Inglaterra, Rosas recibe el sable
del Libertador, dándose cumplimiento a lo establecido en la tercera cláusula
testamentaria de San Martín de 1844. En
su chacra de Burguess Street Farm, Juan Manuel de Rosas tenía exhibida la
reliquia dentro de un cofre, en cuya tapa hizo colocar una chapa de bronce en
la que estaba grabada la cláusula del testamento ya citado.
Rosas de inegable prolijidad escribe en el testamento
político de fecha 28 de agosto de 1862 en la cláusula 18, dice: “A mi primer
amigo el señor Dn. Juan Nepomuceno Terrero, se entregará la espada que me dejó
el Excelentísimo Señor Capitán General Dn. José de San Martín (…) Muerto mi dicho amigo, pasará a su Esposa la
Señora Da. Juanita Rábago de Terrero, y por su muerte a cada uno de sus hijos,
e hijas, por escala de mayor edad”.
Tras el fallecimiento del Brigadier Rosas el 14 de marzo de
1877, el sable del Gral. San Martín legado quedó en poder de Máximo Terrero, ya
que los padres de éste ya habían fallecido.
En 1896, el doctor Adolfo P. Carranza, entonces director del
Museo Histórico Nacional, se interesó en la idea de repatriar el sable de San
Martín.
Manuela Rosas de Terrero declara que “se ha decidido en
donar a la Nación Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo
que el verdadero hogar del sable del Libertador, debiera ser en el seno del
país que libertó” e incorporará luego la bandera “que llevó el Benemérito
Ejército Expedicionario al Desierto a las órdenes de mi padre el General don
Juan Manuel de Rozas, contra los indios salvajes que asolaban nuestra campaña”,
y el otro era “un trofeo del General Arenales, (en el año 1820) presentado por
su hijo el Coronel don José Arenales, a mi padre, cuya dedicatoria está
estampada en el trofeo”.
Arribó con el sable corbo del Libertador en la mañana del
domingo 28 de febrero de 1897. Los
únicos asistentes al acto fueron un grupo de personas allegadas a Juan Manuel
Ortiz de Rozas, algunos miembros de la Asociación de la Prensa de la ciudad de
La Plata y uno que otro representante de los diarios de Buenos Aires, a los que
se sumaba un pequeño grupo de vecinos de Ensenada. Nadie más.
Con solemnidad, el sable corvo le fue entregado al
presidente José Uriburu, quien aguardaba dentro de la Casa de Gobierno junto a
sus Ministros, Jefes y Oficiales del Ejército y la Armada.
EL ROBO DEL SABLE CORBO.
Dice Wikipedia “El sable permaneció allí hasta el 12 de
agosto de 1963, día en que fue robado por Osvaldo Agosto -quien ideó el plan y
estuvo a cargo de su parte operativa-, Manuel Gallardo, Aristides Bonaldi y
Luis Sansoulet, todos integrantes de la Juventud Peronista que en esa época
estaba comandada por el triunvirato conformado por Envar el Kadri, Jorge Rulli
y Héctor Spina.
Osvaldo Agosto -publicista y ex Secretario de prensa del
asesinado ex titular de la CGT, José Ignacio Rucci-, señaló que el robo “fue
algo simbólico; el peronismo venía de varias derrotas, estábamos proscriptos,
había ganado el radicalismo con Arturo Illia y teníamos que hacer algo para
levantar el ánimo de los muchachos”
Indicó que el objetivo del robo fue poner en ridículo al
“régimen” y a las Fuerzas Armadas apropiándose del arma más conocida de San
Martín, que había legado a Juan Manuel de Rosas por su exitosa defensa contra
Gran Bretaña y Francia, para luego entregársela a Juan Perón, quien seguía
exiliado en Madrid.
Agosto, que fue secuestrado por la temible brigada de San
Martín (la misma que había asesinado a Felipe Vallese un año antes), que
actuaba fuera de su jurisdicción bonaerense como un comando paramilitar, relató
en el libro “Historias secretas del peronismo” (Sudamericana): “Tenía una
sensación extraña que me llevaba a pensar, mientras me golpeaban, que no me
iban a matar, tal vez por eso no tenía miedo de que me mataran. Creo que en
esos días aprendí a perdonar a quien 'cantaba' por ser torturado y apremiado
por el dolor y el terror”.
Para poner fin a secuestros y torturas, Aníbal Demarco, que
tenía la misión de llevarle el Sable a Perón, acordó con otro miembro de la
resistencia peronista, el ex capitán del Ejército Adolfo Phillipeaux, la
devolución de la reliquia al Ejército.
Años después, en 1969, cuando Osvaldo Agosto fue a Madrid a
entrevistarse con Juan Domingo Perón se produjo el siguiente diálogo:
Perón: Agosto, yo lo esperé mucho tiempo creyendo que usted
vendría a Madrid a traerme el sable.
Agosto: Ésa era la idea, General, pero tuvimos algunos
inconvenientes: compañeros detenidos, otros bajo la persecución de la policía…
Perón: Estoy enterado, Agosto.
El sable fue robado nuevamente el 19 de agosto de 1965 por
otro grupo de la Juventud Peronista y entregado un año después a los servicios
del Ejército luego de diversos avatares. Desde entonces está bajo custodia en
el Regimiento Granaderos a Caballo General San Martín', y fue colocado dentro
de un templete blindado, construido para tal efecto, por donación del Banco
Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.
El sable corvo permanece allí desde entonces”.
El sable que perteneciera al Capitán General en Jefe del
Ejército de los Andes y General en Jefe del Ejército de Chile D. José Francisco
de San Martín, fundador de la libertad del Perú y Capitán General de sus
Ejércitos se encuentra depositado, desde el 14 de junio de 1966, en el
Regimiento Granaderos a Caballo "General San Martín''.
Por decreto N 8756, del 21 de noviembre de 1967, el Poder
Ejecutivo Nacional dispuso su guarda definitiva en el Regimiento creado por el
Libertador, el cual expresa: "CONSIDERANDO: Que corresponde confiar el
sable corvo del Libertador al Regimiento de Granaderos a Caballo "General
San Martín'', por ser la unidad que creara y la que más íntimamente está
ligada, en el sentir popular, a su vida gloriosa.
EL PRESIDENTE DE LA NACIÓN ARGENTINA DECRETA:
"Artículo 1º: Transfiérese al Regimiento de Granaderos
a Caballo la guarda y custodia definitiva del Sable Corvo del General José de
San Martín.
"Art. 2º: El presente decreto será refrendado por los
señores ministros del Interior y de Defensa y firmado por los señores
Secretario de Estado de Cultura y Educación y Comandante en Jefe del Ejército.
"Art. 3º: Comuníquese, publíquese, dese a la Dirección
Nacional del Registro Oficial y archívese. ONGANÍA – MARIANO ASTIGUETA -
GUILLERMO A. BORDA – JULIO RODOLFO ALSOGARAY - ANTONIO R. LANUSSE".
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