El 6 de septiembre de
1930, un golpe militar encabezado por los generales Agustín P. Justos y José
Uriburu puso fin a la segundo presidencia de Yrigoyen.
El 6 de septiembre de 1930 el entonces Presidente Hipólito
Yrigoyen era derrocado y empieza la de la alternancia entre gobiernos democráticos
y golpes de Estado, que fueron unos seis, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y
1976 que se cierra en 1983 con la instauración de la democracia.
Para el domingo 7 de septiembre de 1930 debían realizarse
las elecciones en Mendoza y San Juan, para normalizar la situación en esas
provincias, que estaban bajo la intervención federal. Teniendo el Yrigoyenismo
grandes probabilidades de ganar en esas provincias con lo que se obtendrían
gobernadores y senadores, con lo que se hubiese roto la mayoría conservadora en
la Cámara alta, logrando así la aprobación de la ley de nacionalización del
petróleo asegurando la explotación y transporte para el monopolio estatal.
La Revista Fortune (USA ) Marzo de 1931 dijo del golpe: “La
última revolución derrocó a Yrigoyen, un cruzado fanático contra todo lo yanqui,
incluyendo las compañías de petróleo. Fue él quien hizo intervenir al gobierno
en la venta de nafta y quien, al rebajar los precios y manipular las ventas,
capturó el 22 por ciento de todas las ventas. Su derrocamiento fortalece la
posición de la Standard Oil en la Argentina”.
El 10 de septiembre, la Corte Suprema de la Nación firmó una
acordada en la que reconoció la acción de fuerza militar manifestando que "El
gobierno se encuentra en posesión de las fuerzas militares y policiales
necesarias para asegurar la paz y el orden de la Nación y, por consiguiente,
para proteger la libertad, la vida y la propiedad de las personas".
Uriburu quien descendía de tradicionales familias salteñas designó
a un civil en el cargo de Ministro de Economía, José S. Pérez, vinculado a los
grandes terratenientes y a los sectores más conservadores.
Una dama de la alta sociedad llegó a decir que “Uriburu era
más grande que San Martín, porque éste había desalojado a los españoles que al
fin eran unos señores; pero Uriburu había desalojado a los radicales que eran
unos canallas”.
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