El 20 de septiembre de 1984 la Conadep entregó al presidente
Raúl Alfonsín (1983-1989) el 20 de septiembre de 1984 el documento final que sería editado, a
posteriori, en el libro “Nunca Más” ese título fue elegido a partir de la
propuesta del Rabino Marshall Meyer porque era el lema utilizado originalmente por los
sobrevivientes del Gueto de Varsovia para repudiar las atrocidades nazis.
Cuando el informe estuvo terminado Ernesto Sábato lo
depositó en manos del entonces presidente Raúl Alfonsín diciendo: fue un
descenso a los infiernos.
A fin de investigar estos crímenes, el presidente Alfonsín
―a solo cinco días de su asunción― decretó el juzgamiento de las Juntas
Militares y a las organizaciones guerrilleras.
El 15 de diciembre de 1983 fue creada la fue una comisión asesora: Conadep - Comisión Nacional sobre Desaparición
de Personas con el motivo investigar y recabar información sobre las
violaciones a los Derechos Humanos entre los años 1976 y 1983, elaborando un
informe que sería presentado al Poder Ejecutivo.
Serán funciones específicas y taxativas de la Comisión las
siguientes:
a) Recibir denuncias y pruebas sobre aquellos hechos y
remitirlas inmediatamente a la justicia si ellas están relacionadas con la
presunta comisión de delitos
b) Averiguar el destino o paradero de las personas
desaparecidas, como así también toda otra circunstancia relacionada con su
localización.
c) Determinar la ubicación de niños sustraídos a la tutela
de sus padres o guardadores a raíz de acciones emprendidas con el motivo
alegado de reprimir al terrorismo, y dar intervención en su caso a los
organismos y tribunales de protección de menores.
d) Denunciar a la justicia cualquier intento de
ocultamiento, sustracción o destrucción de elementos probatorios relacionados
con los hechos que se pretende esclarecer.
e) Emitir un informe final, con una explicación detallada de
los hechos investigados, a los ciento ochenta (180) días a partir de su
constitución.
Artículo 2.º, Decreto 187/83.
Estaba encabezado por un grupo de personas notorias como Ernesto
Sabato, Ricardo Colombres, el Dr.René Favaloro que renunció en desacuerdo a que
la comisión no estuviese facultada a investigar los crímenes de la Triple A, Hilario
Fernández Long, Carlos Gattinoni (un obispo de la Iglesia Metodista Argentina)
Gregorio Klimovsky, Marshall Meyer (un rabino fundador del Movimiento Judío por
los Derechos Humanos), Jaime de Nevares (Obispo de la provincia de Neuquén
perteneciente a la Iglesia Católica, Apostólica, Romana), Eduardo Rabossi,
Magdalena Ruiz Guiñazú, Santiago Marcelino López, Hugo Diógenes Piucill (diputado
nacional radical en representación del Congreso elegido por la provincia de Río
Negro), Horacio Hugo Huarte.
La idea de muchas organizaciones de los Derechos Humanos era
la creación de una Comisión Bicameral que se ocupara del tema, con atribuciones
más completas como solicitaba Adolfo Pérez Esquivel
que fuera Premio Nobel de la Paz en 1980.
Adolfo Pérez Esquivel no quiso presidir la Comisión, alegando principalmente, que la misma sólo tenía un carácter meramente informativo al presidente y donde los que declararían serían las víctimas y no los acusados.
Noemí Labrune, Hugo Piucill, Edgardo Fernández y Julio Rajneri integraron la comisión rionegrina que investigó los hechos en 1984. |
Adolfo Pérez Esquivel no quiso presidir la Comisión, alegando principalmente, que la misma sólo tenía un carácter meramente informativo al presidente y donde los que declararían serían las víctimas y no los acusados.
El resultado de toda esa investigación fue entregado el
jueves 20 de septiembre de 1984 al presidente Alfonsín, luego de un discurso de
Ernesto Sabato. El voluminoso informe final, de varias carpetas, registraba la
existencia de 8.961 desaparecidos y de 380 centros clandestinos de detención.
Esta documentación aportada por la Conadep al Estado fue conservada por los
organismos creados para la protección de los derechos humanos como fueron la Dirección
de Derechos Humanos, Subsecretaría de Derechos Humanos y Secretaría de Derechos
Humanos.
El juicio a las Juntas se basó en todos los datos aportados
por la CONADEP y al término de ese proceso el fiscal Julio Strassera manifestó:
Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad
para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece,
porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ¡nunca más!
Rogelio Alaniz en su
artículo “La Conadep y la metáfora de los dos demonios” dice: “¿Y que decía el
prólogo de la Conadep que molestó tanto a estos señores? Veamos: “Durante la
década del setenta la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía,
tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda”. ¿Y acaso no era
cierto? En aquellos años había un amplio consenso en organismos de derechos
humanos como la APDH, el Cels, la Liga Argentina de los Derechos del Hombre
(Ladh) y Paz y Justicia, en condenar políticamente los crímenes cometidos por
unos y otros. Puede que por cuestiones coyunturales en algún momento se haya
puesto más énfasis en los crímenes de la dictadura que en los cometidos por las
organizaciones armadas, pero la crítica a PRT y Montoneros nunca dejaron de
estar presentes, no sólo por parte de los partidos de centro y centro
izquierda, sino por muchos partidos marxistas que nunca compartieron el
accionar de estas organizaciones y en todos los casos las calificaron de
aventureros y provocadores” y más adelante manifiesta “el controvertido prólogo
no está firmado. Se lo atribuyen a Sábato, pero no se sabe con exactitud si fue
él quien lo escribió o fue el abogado Gerardo Taratuto. En todos los casos, lo
que importa saber es que todos los integrantes de la Conadep lo aprobaron, y si
alguna disidencia hubo, ésta no se hizo pública, por lo que el texto expresa el
pensamiento de los hombres y mujeres que participaron de la dura tarea de
recolectar testimonios que pongan en evidencia el tiempo del desprecio -al
decir de Sábato- en el que vivimos durante tanto años”.
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