GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

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martes, junio 24, 2025

24 de junio: FERIADO NACIONAL YÁ... en la ARGENTINA.

 


Cada 24 de junio las comunidades se preparan para festejar la noche de San Juan.

La festividad de San Juan se celebra el 24 de junio, fecha que conmemora el nacimiento de Juan el Bautista, exactamente seis meses antes del nacimiento de Jesús, el 24 de diciembre.

Según el relato bíblico, Zacarías, padre de Juan, encendió una hoguera para anunciar su nacimiento.

“Se celebra en muchos lugares de Europa, aunque está especialmente arraigada en las áreas periféricas: Dinamarca, España, Estonia, Finlandia, Inglaterra, Irlanda, Portugal, Noruega y Suecia. En Sudamérica (donde se acerca al solsticio de invierno) es festejada especialmente en el nordeste de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Venezuela”(Wikipedia).

En la noche de San Juan

Cómo comparten su pan

Su mujer y su gabán

Gentes de cien mil raleas.

-Fragmento de Fiesta de Joan Manuel Serrat-

24 de Junio DEBERÍA SER FERIADO NACIONAL en la Argentina.

Lionel Andrés Messi Cuccittini.

Cumpleaños de Lionel Messi.  

Nace en la Ciudad de Rosario -dirían la gente de Rosario- con gran orgullo: ES ROSARINO.

Con apenas cuatro años, comenzó a practicar fútbol con Salvador Aparicio en el club Abanderado Grandoli, ubicado en el barrio Grandoli, a pocas cuadras de su casa. 

En 1994, empezó a entrenarse en las divisiones inferiores de Newell's Old Boys antes de irse con su familia a España, reclutado por las inferiores del Barcelona. Hizo toda su carrera en el club catalán;  ganó diez ligas, cuatro Champions, tres mundiales de clubes, siete copas del Rey y siete supercopas de España.

Es el máximo goleador en la historia del Barcelona y recibió seis veces el Balón de Oro.

Fue campeón mundial juvenil sub-20 con la Selección argentina en Holanda, en 2005 y tres años más tarde sumó el oro olímpico. Subcampeón en Brasil 2014, resultó elegido el mejor jugador de ese torneo. En 2021 se fue al Paris Saint-Germain.

Ese año ganó la Copa América con la Selección y finalmente alzó la Copa del Mundo en el mundial de Qatar 2022.

Desde 2023, integra el plantel del Inter Miami de la MLS canadoestadounidense. Es también internacional con la selección de Argentina, de la que es capitán.

Cumpleaños de Riquelme.

Uno de los grandes ídolos de Boca: Juan Román Riquelme. Llegó como juvenil desde Argentinos Jr. y brilló desde su debut en primera división en 1996. Al año siguiente fue campeón mundial juvenil sub-20 en Malasia. Fue el cerebro del equipo campeón de todo que dirigió Carlos Bianchi.

Nacimiento de Fangio.

Juan Manuel Fangio nace en Balcarce. Ganó dos títulos de Turismo Carretera (1940 y 1941) con Chevrolet. Tuvo un accidente en 1948 en Perú, mientras corría el Gran Premio de América del Sur que unía Buenos Aires con Caracas, y allí perdió la vida su copiloto Daniel Urrutia. Llegó a Europa para competir en la recién nacida Fórmula 1.

Es considerado por los especialistas como uno de los pilotos de automovilismo más destacados de todos los tiempos, por haber logrado cinco campeonatos mundiales de Fórmula 1 en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957, los subcampeonatos de 1950 y 1953, y ser ganador de las 12 Horas de Sebring en 1956 y 1957.

Nacimiento de Osvaldo Zubeldía.

Nace en Junín, Argentina, 24 de junio de 1927. Fallece en Medellín, Colombia 17 de enero de 1982 fue un futbolista y entrenador de fútbol argentino.

Gol de Caniggia a Brasil.

Gol de Maxi Rodríguez a México.

Fallecimiento del cantante  Rodrigo Bueno

En un accidente de auto en la autopista Buenos Aires-La Plata pierde la vida el cantante Rodrigo Bueno. Tenía 27 años y el último año de su vida. En el accidente también muere uno de sus acompañantes, Fernando Olmedo, hijo de Alberto Olmedo.

Fallecimiento de Carlos Gardel hace 90 años.

Carlos Gardel fallece en un accidente de avión en Medellín, Colombia. La nave que lo transportaba choca con otra en la pista al momento de despegar. Fallecen 17 personas en total. Con Gardel perecen su letrista Alfredo Le Pera y varios acompañantes.

Nacimiento de Ernesto Sábato.

Sabato llegó a la literatura con el ensayo Uno y el Universo, aparecido en 1945. Su primera novela, El túnel, se publicó en 1948. Luego de ensayos como Hombres y engranajes y Heterodoxia, trabajó en su libro más famoso, la novela Sobre héroes y tumbas, que vio la luz en 1961. Escribió Romance de la muerte de Juan Lavalle, que musicalizó Eduardo Falú.

Fallece en abril del 2011.

Nacimiento de Julia Kristeva.

Nace Julia Kristeva en Bulgaria. Filósofa, psicoanalista y feminista, se afincó en París en 1965. Profesora de semiología, es crítica del estructuralismo, con influencias, sobre todo, de Lacan.

Nacimiento de Luis Salinas.

El nacimiento de Luis Salinas nace en Monte Grande. Uno de los músicos más admirados de la Argentina, comenzó a tocar de pequeño. Actuó con artistas como Chico Novarro, Lito Vitale, Hermeto Pascoal, B. B. King, Jaime Torres y Paco de Lucía. Tiene una amplia trayectoria como solista.

Fallece Alfredo Le Pera.

Alfredo Le Pera, nació en  São Paulo, Brasil , hijo de inmigrantes italianos que se mudaron a Buenos Aires, el 7 de junio de 1900. Es conocido como como letrista del cantante de tango Carlos Gardel que contribuyó al éxito de Gardel en el mundo.

Integraron el dúo en la composición de “Gardel y Le Pera”.

En nuestra Argentina, es de uso habitual, cuando se hace algo considerado “grandioso” fanfarronear  diciendo: “soy Gardel y Le Pera con sus guitarristas”.

Gardel y Le Pera estaban llegando al final de una gira promocional de la película El día que me quieras cuando, el lunes 24 de junio de 1935, el avión en el que despegaban del aeropuerto de Medellín , Colombia, se estrelló contra otro avión en la pista, muriendo ellos dos y la mayoría de los demás pasajeros a bordo, incluidos los otros músicos que viajaban con ellos.

Fallece Andrés Cascioli (Revista Humor).
24 de Junio del año 2009, en la Ciudad de Buenos Aires moría Andrés Cascioli.

Nacido en 1936 se inició en el diseño publicitario y la historieta.
En 1972 junto a Oskar Blotta fundaron “Satiricón”.
Cascioli formó un joven grupo de trabajo entre los que se destacaban Tomás Sanz, Carlos Ulanovsky, Mario Mactas, Carlos Trillo, Alejandro Dolina, Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg y Roberto Fontanarrosa.
En 1978, el año del Mundial en la Argentina, nacía la revista “Humor”.
Cascioli era el ilustrador de la tapa.
Cascioli se atrevió a desafiar al gobierno militar con cada tapa, pero solía decir que si no la censuraban era porque no la entendían.
Logró convencer a Aída Bortnik, Mona Moncalvillo, Osvaldo Soriano, Roberto Petinatto, José Pablo Feinmann, Sandra Russo, Horacio Verbitsky y Héctor Ruiz Núñez, que sumaran a sus viejos colaboradores, Dolina, Ulanovsky, Abrebaya, Guinzburg y Sanz.
Lo que las dictadura militar no pudo, lo hizo la democracia, diversos juicios de políticos obligaron a cerrar las puertas de “Humor” en 1999.

sábado, septiembre 09, 2023

¿Usted conoce el Padre Castellani?

 


¿Usted conoce el Padre Castellani?

Mentor de escritores de derecha a izquierda, de Hugo Wast a Rodolfo Walsh, y prolífico en las letras sin norma, en la actualidad no aparece ni en un pie de página. Mejor, el Padre siempre estuvo del lado de la Argentina auténtica, la Argentina de la Unidad.

Por: Mariano OROPEZA.

Esto podría acabar de otro capítulo por los 40 años de la Democracia. Pero no. O también. Porque la democracia argentina no fue magia hecha el 10 de diciembre de 1983 sino un largo proceso histórico, con sus hechos y sus hombres. Uno de ellos, aunque no de la democracia liberal que promovería el presidente Alfonsín, sería el Padre CastellaniLa otra Democracia, enraizada con los procesos ancestrales de un pueblo indiviso.  Corrían los primeros meses de la cruenta dictadura militar y algún genio edecán tuvo la brillantez de organizar un almuerzo entre el presidente de facto Videla y cuatro escritores. Que se suponían representaban el país derecho y humano, ahora reorganizado y libertario. Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges no necesitaban justificar sus sillas. Un poco más el poeta Horacio Ratti, solamente convocado por su escritorio gremial. Y nada justificaba la presencia del desconocido jesuita padre Leonardo Castellani; quien desde mediados de los sesenta vivía prácticamente recluído en el sur porteño, “el ermitaño de San Telmo”, alejado de las polémicas con nacionalismos, liberalismo y peronismos que marcaron su madurez. Probablemente nadie sabía, ni el edecán brillante, que Castellani era uno de los “padres del policial argentino”, decía Rodolfo Walsh. Y que era la mente más brillante que dio el catolicismo en la Argentina en 400 años.  Pero el diablo metió la cola, la democracia popular. 

Todo venía viento en popa. Mientras Sábato anhelaba la “purificación por la guerra”, -sí; es el mismo Sábato que integró luego la CONADEP donde sentó las bases para juzgar al Terrorismo de Estado, encabezado por su genocida anfitrión del 19 de mayo de 1976-, con la anuencia del siempre tímido Borges, el poeta devenido en presidente de los escritores hablaba de leyes y cargos, en tanto daba cheque en blanco a los militares en el poder. Lo interesante es que el presidente -ilegítimo- Videla, que es un general, un profesional de la guerra, los interrumpió para manifestar su desacuerdo. Creo que eso le desagradó mucho, pues motivó una de sus pocas intervenciones. A mí también eso me cayó como un balde de agua fría, por lo tremendo que eso significa. Además, por lo incorrecto: se olvidan que la Argentina atravesó varias guerras internacionales, como la de la independencia, la del bloqueo anglo-francés, la del Paraguay, y más bien que de esas contiendas no salió purificada”, comentó Castellani a la revista Crisis en julio de 1976, en uno de los últimos números de la publicación que sufrió en carne propia la “purificación por la guerra”, con una lista de detenidos-desaparecidos. Ah!, pero nuestros grandes escritores!

“Que nos dejaban divertirnos, afanarnos y matarnos”.

Y agregó Castellani, intelectual acusador del liberalismo y la modernidad, y de un tipo de democracia que caía en el juego de “Los partidos liberales (…) que tienden a convertirse en una clase de hombres homogéneos moral, intelectual y hasta caractéricamente, que se adjudican como prebenda la función de gobernar, y luchan continuamente (…)que nos dejaban divertirnos, afanarnos y matarnos con los triquitraques sórdidos de la ‘política interna’”; decíamos afirmó luego del infame encuentro:  “Para mí fue un hecho agradable, pero no muy trascendente. A menos que los hechos posteriores demuestren lo contrario, como por ejemplo que aparezca el escritor Haroldo Conti. Algunos me habían pedido que intercediera también por varios ex funcionarios cesanteados aparentemente en forma injusta. Pero no quise hacerlo, pues me pareció que esos casos desdibujarían la dramaticidad de la situación de Conti, por cuya vida se teme...”, cerraba. Recordemos. Mayo de 1976. Buenos Aires, no París, ni el DF. Castellani, cura, antiliberal y enemigo de la izquierda. Y pidió públicamente al todopoderoso Videla por el “zurdo” Conti, a quien había tenido de seminarista en Villa Devoto, algunas semanas, nomás. El general y el edecán, atragantados, acorralados, acusados por el valiente Castellani. Esto también hizo democracia, muchaches. 

Castellani solicitó en vano, algunas fuentes indican que los genocidas permitieron dar la extremaunción al enorme escritor Conti, otro detenido-desaparecido. Las mismas fuentes que señalan a un Castellani que no saldría más de su humilde casa, de la calle Constitución, hasta su muerte en 1981. Gritaba “tomad mi libertad” en medio del horror procesista. Gritaba el democrático padre porque la democracia auténtica no tiene boina blanca ni bombo ni globos ni cruz, es una sola clamaba el padre Castellani, es la concordia y el bien común de la Nación.

¿Quién era el Padre Castellani?

Nacido el 16 de noviembre de 1899 en Reconquista, Santa Fe, Leonardo Castellani significa rara avis en la cultura argentina. No siendo un “escritor maldito” por la amplitud de su vasta obra, desperdigada en miles de artículos y una cincuentena de libros; muchos que además fueron ampliamente discutidos en su época. Podríamos decir que Castellani fue escritor y periodista -hijo de un periodista liberal asesinado en su propia casa a balazos por la policía local-, con una ingente producción de ensayos religiosos, filosóficos y socio-políticos -la mayoría centrados en la filosofía tomista, del cual el padre Castellani es uno de los principales renovadores-; así como de novelas, cuentos y poesía. Todo muy Google pero empecemos a decir que Castellani fue más bien “​un deshollinador”. Se ensució para brillar en el fondo profundo de los procesos y fuerzas nacionales, que había conocido en sus años mozos en el norte santafesino -presentes en su debut literario en 1931, “Camperas”, de lenguas y personas marrones-, y que lo ubicaría en un espacio fundacional del cuento policial argentino.

Mientras Biorges, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, se divertían encerrados en el cuarto recoleto con su Isidro Parodi, el joven cura jesuita Castellani arrojaba al mundo hostil al padre Metri. Que no era un simple homenaje al padre Brown de G. K. Chesterton -a quien conoció Castellani en Londres y con quien compartía la repulsión a la idea de progreso-, ni tampoco al pulp de Nick Carter, sino que buscaban las raíces espirituales del crimen. Y el fondo social, asociado a lo humano y lo conflictivo, a la imperfección, con verdaderas joyas del relato breve como “El degüello de San Antonio”. Quien lea esta semblanza del Chaco, y sus sufrimientos históricos, entenderá un poco más el diario del lunes. Walsh no sería Walsh sin Castellani; al igual que Haroldo Conti o; en el otro andarivel, la ensayista Alicia Eguren, detenida-desaparecida, parte esencial de la resistencia peronista. En varios aspectos, yendo a lo ideológico, el Padre Castellani fue el principal y más sólido pensador nacionalista del mediados del siglo XX.

Argentina en los caminos del Martín Fierro.

Cuestionado por su misma Compañía de Jesús debido a su pensamiento que inventaba un género, una revolución, en cada renglón, la misma que lo expulsó a fines de los cuarenta, el pico polemista de Castellani, “Cuá, cuá, cuá, cantaba la rana/Cuá, cuá, cuá, debajo del río/La democracia, cuá, cuá,/Justicia social, cuá, cuá, /Y la Humanidad, cuá, cuá/ Canta el diabólico trío” (Los papeles de Benjamín Benavides (1954)), y lo reincorporó de malagana en los sesenta; al padre Castellani poco importó y dejó páginas admirables, a pesar de su marginalidad y soledad de los tiempos postreros, sobre la argentinidad.

“Historia actual. El país sigue impostando aún en el eje de la “ilegitimidad política”; uno de los polos la revolución popular, el otro polo el fraude; o la chirinada militar; todos repudiables. Aquí están las causas de la inestabilidad política, origen del atraso nacional. Más el antiguo guerrillero, hoy senador y político (derrotado casi siempre) no les tiene miedo. Él mira el Norte y ve la estrella polar inamovible. Tropieza, pero ve el camino. Y camina…el amoldarse a la vida, al ambiente y al Destino sin dejar de ser uno mismo, es una de las características de su genio. José Hernández es el ejemplo máximo de la adaptación a la Argentina. ¿A cuál Argentina? ¡Porque hay DOS! Bueno, a mí me parece que a la mejor- a la auténtica”, cierra quien auguraba que “la unión se consigue con la verdad”.Por eso agregaba en ese análisis del autor del “Martín Fierro”, en el que discute literatura y sociedad como en su imprescindible “Lugones. Sentir la Argentina” (1964), y terminaba así la payada nacional y popular, de a deveras el padre Castellani, “A uno a quien nunca se adaptó Hernández fue con Mitre. Hoy sabemos que Mitre estaba adaptado a Inglaterra”. Es la hora Argentina de conocer al padre Castellani.

Fuentes: Castellani, L. Castellani por Castellani. Buenos Aires: 1999; Bentivegna, D. Prólogo a “Lugones”. Buenos Aires: Biblioteca Nacional. 2011; Gutiérrez, G. Padre Castellani. “Un oficio parecido al deshollinador” en revista Crisis Nro. 37 Mayo 1976. Buenos Aires.

Imagen: Infobae.

Publicado en Ser Argentino.

https://www.serargentino.com/gente/historias-de-gente/usted-conoce-el-padre-castellani



domingo, junio 04, 2023

Murió Mario Sabato, cineasta e hijo de Ernesto Sabato Falleció hoy en la Ciudad de Buenos Aires a los 78 años.

 

Mario Sabato, director, guionista e hijo del famoso escritor argentino Ernesto Sabato, falleció hoy en la Ciudad de Buenos Aires a los 78 años, según confirmaron sus familiares en redes sociales.

“Buen viaje hacia el infinito, papá! Nos diste todo, estarás siempre en nuestros corazones”, publicó en su perfil de Instagram Guido, músico e hijo del cineasta.

Sabato tuvo una nutrida carrera como director y guionista de filmes de comedia para el público infantil o para toda la familia, varias de las cuales firmó en su momento con el seudónimo de Adrián Quiroga.

Entre ellas se cuentan las recordadas películas de “Los superagentes”: “Los superagentes biónicos” (1977), “Los superagentes y el tesoro maldito” (1978) y “Superagentes y titanes” (1983).

También las cintas que rodaron en el país los integrantes del grupo musical vocal infantil español Los Parchís, de enorme éxito en su tierra natal y en Latinoamérica: “Los Parchís contra el inventor invisible” (1981), “La magia de los Parchís” (1982) y “Las aventuras de los Parchís” (1982).

Entre otras, también dirigió “El poder de las tinieblas” (1979), protagonizada por Sergio Renán y basada en el capítulo “Informe sobre ciegos” de la alabada novela de su padre “Sobre héroes y tumbas”.

Retomaría en el cine la figura de su padre con el que fue su último filme, el documental “Ernesto Sabato, mi padre”, de 2008, que contaba con testimonios de grandes figuras de la política y el arte.

Desde ese momento se volcó a otras actividades, entras las cuales se encontraba la restauración y mantenimiento de la vivienda familiar de Santos Lugares, del partido bonaerense de Tres de Febrero, que se convirtió en museo sobre la vida y obra de su padre. Allí pueden tomarse visitas guiadas por los nietos del autor de “El túnel” y “Abbadón el exterminador”, Guido y Luciana, hijos de Mario.

Noticia publicada en Diario Río Negro.

jueves, octubre 13, 2022

El tango, "un pensamiento triste que se baila''.

 Por FERNANDO SORRENTINO.

La definición del tango del título se debe al multifacético Enrique Santos Discépolo (1901-1951), que cursó con eficacia las funciones de músico, actor, autor teatral, guionista y director cinematográfico. Pero su mayor aporte lo constituyen las letras de muchos célebres tangos que compuso en su relativamente corta vida.

De acuerdo con mi (por supuesto, discutible) gusto, me parecen joyas de su arte Yira, yiraCambalacheUnoMalevajeEl choclo, así como considero tremendistas e inverosímiles las letras de, por ejemplo, Esta noche me emborracho y de Confesión (en este caso compartida la autoría con Luis César Amadori).

DISCEPOLO Y SABATO.

En 1963 apareció el libro Tango. Discusión y clave, firmado por Ernesto Sábato (Buenos Aires, Losada, 168 págs.). En rigor, el texto perteneciente a Sábato se extiende sólo entre las páginas 9 y 23, bajo el título de "Tango, canción de Buenos Aires''. El resto del volumen contiene una ``Antología de informaciones y opiniones sobre el tango y su mundo'', realizada por un terceto de entusiastas admiradores de tan angustiado intelectual.

La página 9 registra la dedicatoria que Sábato ofrendó a Borges. La 11, esta opinión:

"Este baile ha sido sucesivamente reprobado, ensalzado, satirizado y analizado. Pero Enrique Santos Discépolo, su creador máximo, da lo que yo creo la definición más entrañable y exacta: `Es un pensamiento triste que se baila'''.

Puesto que Sábato se refiere al baile y que Discépolo jamás ejerció como coreógrafo, será difícil probar que éste es "su creador máximo''
Acaso quiso expresar que Discépolo, en cuanto letrista, es "su creador máximo'', afirmación que no constituye una verdad inconcusa pero que circunscribe un poco mejor el objeto definido. Por otra parte, el componente imprescindible en el tango es la música, y no la letra, como lo prueba el hecho de que existen tangos sin letra, pero no tangos con letra, pero sin música. Tampoco pueden obviarse los músicos que dan vida a las partituras y, cuando hay letras, los cantores que las interpretan.

DISCEPOLO, SABATO y BORGES.

Allá por 1970 o 1971 tuve el honor y experimenté el condigno placer de entrevistar largamente al mayor escritor argentino del siglo XX. (1) Esas entrevistas fueron publicadas en el libro Siete conversaciones con Jorge Luis Borges, que alcanzó sucesivas ediciones, la última de las cuales pertenece a la Editorial Losada (Buenos Aires, 2007).

Con respecto al "pensamiento triste que se baila'', creo útil reproducir estos pasajes:

"F.S.: ¿Usted leyó la dedicatoria que le dirigió Sábato en su libro sobre el Tango?

J.L.B.: Sí: él obró muy generosamente conmigo. Pero yo no sé por qué citó en ese libro una frase tan rara..., tan rara, que me desconcertó. Parece escrita por una persona que nunca hubiera oído un tango en su vida. Dice: `El tango es un pensamiento triste que se baila'. Primero, yo no creo que la música nazca de pensamientos sino de sentimientos. Luego, lo de triste parece escrito por una persona que nunca hubiera oído un tango, porque en todo caso, lo que se llama tango-milonga es una música alegre y valerosa. Y, en cuanto a lo del baile, creo que es aleatorio: creo que, si una persona pasa por la calle y está silbando El choclo o El Marne, nos damos cuenta de que está silbando un tango y que no está bailándolo. Ahora..., no sé de dónde sacó Sábato esa frase.

F.S.: Es la definición del tango que dio Discépolo.

J.L.B.: ¡Ah, bueno, entonces todo se explica, ya que es de Discépolo! Usted me ha descifrado el misterio, porque, al leerla, yo pensé: ``Esta frase ha de estar hecha por alguna persona que no tiene absolutamente nada que ver con el tango''.

F.S.: Bueno., en realidad, es una frase que goza de mucha fama.

J.L.B.: Yo no sé por qué.

F.S.: Y., a lo mejor, a causa de la radio.

J.L.B.: ¡Ja, ja, ja! Bueno., pero, de todos modos, no creo que Discépolo sea el inventor de la radio. Y, sobre todo, lo de triste es lo que me parece más raro. Cuando yo digo que el tango es alegre y que suele ser valeroso y compadre (El apache argentino, por ejemplo), lo cual no se aviene con la tristeza, con esto no quiero decir que los compadres no sentirían tristeza: quiero decir que se hubieran avergonzado de confesarlo; quiero decir que ningún compadre se hubiera quejado de que una mujer no lo quiere, por ejemplo, porque eso hubiera pasado por una mariconería'' (págs. 206-207, ed. cit.).

SOCARRONERIA.

Teniendo en cuenta su socarronería, merced a la cual Borges solía emitir demoledores sarcasmos con la más angelical de sus sonrisas, no cabe duda de que sabía perfectamente que la frase "el pensamiento triste que se baila'' pertenecía a Discépolo. Él mismo lo dice: ``al leerla, yo pensé...''. Entonces: ¿cómo pudo haber leído la frase sin haber visto la mención de los dos nombres y el apellido del autor?

Afirmar que Discépolo "no tiene absolutamente nada que ver con el tango'' es hipérbole humorística, semejante, por ejemplo, a insinuar que Miguel de Cervantes no guarda relación con la literatura. (O -agrego yo, por puro argentinismo- imaginar que Lionel Messi carece de relevancia en el mundo del fútbol.)

(1) En el siglo XIX la cúspide del podio le pertenece a José Hernández.

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/521355-El-tango-un-pensamiento-triste-que-se-baila.note.aspx

martes, enero 18, 2022

18 de enero de 1986: fallece Edmundo Rivero.


Leonel Edmundo Rivero  nacido en Valentín Alsina, al sur del Gran Buenos Aires, y creció en el barrio de Saavedra,  el 8 de junio de 1911.

Fue un cantante, guitarrista y compositor argentino de tango.

Su bisabuelo materno, inglés, de nombre Lionel, había sido lanceado a mediados del siglo XIX por los indios pampas, le dejó la herencia del pelo rubio y el primer nombre (su nombre completo era Leonel Edmundo Rivero).

Edmundo Rivero comenzó a interesarse por el lunfardo en su adolescencia, cuando su tío le enseñó las primeras palabras.

Decía Edmundo Rivero: “No hay que confundir el “lunfardo” con el “reo”. El “reo” es el idioma del hombre de barrio, del orillero honrado, con el que nombra las cosas de su oficio, sus diversiones. El lunfardo es la jerga del lancero, del escruchante, del punguista, un idioma subyacente que se construye a base de metáforas, por traslaciones llenas de imaginación”.

En 1965 canta las milongas de Jorge Luis Borges musicalizadas por Ástor Piazzolla.

El 8 de mayo de 1969 inauguró su célebre tanguería “El Viejo Almacén”.

El Viejo Almacén es una tradicional tanguería ubicada en Balcarce 793 e Independencia, a metros de la avenida Paseo Colón​ el barrio porteño de San Telmo ​fundada el 9 de mayo de 1969 por el cantante Edmundo Rivero sobre una edificación colonial. ​La historia de este sitio arrabalero se remonta a la época del Virreinato del Río de la Plata construido en 1769.

Luego de albergar el antiguo almacén, durante la década de 1840, en este lugar funcionó el Hospital Británico. Allí, en junio de 1844, se realizó por primera vez en Buenos Aires una cirugía en la que se utilizó el éter.

En las décadas de 1850 y 1860 albergó a la Aduana General de la Nación y, durante la Guerra del Paraguay (1865-1868), el local fue utilizado para refugiar a los combatientes heridos o enfermos.

El nombre elegido hace referencia al tango Sentimiento gaucho, que menciona un viejo almacén de Paseo Colón donde van los que tienen perdida la fe. Anteriormente, en ese lugar funcionaba El Volga, un restaurante ruso fundado por inmigrantes de aquel país en 1900.

Diversos artistas, como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Roberto Goyeneche, Ernesto Baffa y Leopoldo Federico, entre otros, han actuado en sus escenarios. Fueron  visitantes como los ex reyes de España Juan Carlos y Sofía, Gina Lollobrigida, Rafaela Carrá y Joan Manuel Serrat, entre otros.

En 1977, durante la gestión del intendente de facto Osvaldo Cacciatore se planeó su demolición. El escritor Ernesto Sabato fue uno de los notables que se opuso a esta decisión. Si bien este proyecto no se concretó, se suprimieron 140m² del edificio durante la ampliación de la avenida Independencia.

Finalmente, en 1993 llegó la quiebra comercial, anunciada por Jorge y Edmundo Rivero (hijo) .

 El lugar tuvo que cerrar sus puertas por problemas económicos, pero a principios de 1996 fue reabierto por el empresario Luis H. Veiga,  entonces presidente del Argentinos Juniors Football Club , quien decidió transformar la tradicional tanguería en un complejo gastronómico internacional con los mejores show de tango tradicional porteño.

Lo que fuera un antiguo almacén de campaña es hoy un restaurante de cocina internacional a la carta, con una extensa selección de vinos y show de tango.

Por la década del ’50 empieza a participar en el cine: El cielo en las manos (1950), Al compás de tu mentira (1951), Pelota de cuero (1963), La diosa impura (1964), Buenos Aires, verano 1912 (1966) y Argentinísima II (1973).

Escribió en “Una luz de almacén” que es su autobiografía y “ Las voces y Gardel y el canto”.

En 1985 recibió el Konex de Platino como Mejor cantante masculino de tango. Entre el público estaba uno de sus mayores admiradores, el entonces presidente Raúl Alfonsín.

Edmundo Rivero el 24 de diciembre de 1885 sufrió una miocardiopatía que lo dejó internado durante un mes.

Falleció el 18 de enero de 1986.


sábado, septiembre 21, 2019

20 SEPTIEMBRE DE 1984: ENTREGA DEL INFORME DE CONADEP Nunca Más.

El escritor Ernesto Sábato, como presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), le entrega a Raúl Alfonsín el informe final Nunca más, donde se detallan los crímenes cometidos por la última dictadura cívico-militar.

Hace unos 35 años cuando el gobierno del presidente Raúl Alfonsín no había cumplido su primer año, se entregó el Informe Final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. El "Nunca Más" de la CONADEP, que fue encabezada por el escritor Ernesto Sábato.
Los organismos de Derechos Humanos rechazaron la creación de la CONADEP, salvo la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, de la que había sido cofundador Raúl Alfonsín, entre otros. Los organismos, entre ellos Madres, propusieron crear una Comisión Bicameral.
El escritor argentino Ernesto Sábato fue presidente entre los años de 1983 y 1984 de la CONADEP, que recopiló y editó los testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes de las torturas de la dictadura y que los publicó en el libro Nunca Más –también conocido como "Informe Sábato"–, piedra angular de los posteriores juicios y consecuentes condenas a los represores militares.
El peronismo se opuso también a la creación de la CONADEP. Tres diputados nacionales se sumaron a las tareas de recepción de denuncias, todos integrantes del bloque de la Unión Cívica Radical: Horacio Huarte (Buenos Aires); Santiago López (Chubut) y Hugo Piucill (Río Negro).
El Presidente Raúl Alfonsín había tomado la determinación de investigar y condenar los delitos de lesa humanidad cometidos desde el Estado.
El voluminoso Informe registró 8961 denuncias por desapariciones forzadas de personas. Junto a Sabato estaba el exministro de la Corte, Ricardo Colombres; el obispo Jaime de Nevares; el médico René Favaloro (quien renunció más tarde), el exrector de la UBA, Hilario Fernández Long; el obispo metodista, Carlos Gattinoni; el filósofo, Gregorio Klimovsky; el rabino norteamericano, Marshall Meyer; el abogado y fil.ósofo, Eduardo Rabossi; y la periodista, Magdalena Ruíz Guiñazú.
"Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado la enseñanza de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esos amigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores" Del discurso de Ernesto Sábato el 20 de septiembre de 1984.

martes, abril 30, 2019

Ernesto Sabato: Mejor no hablar de ciertas cosas. Breve recorrida por el mapa de contradicciones, ambiguedades e hipocresías del escritor Ernesto Sabato.

Ernesto Sabato: Mejor no hablar de ciertas cosas.

Breve recorrida por el mapa de contradicciones, ambiguedades e hipocresías del escritor Ernesto Sabato durante los años más oscuros de nuestro país, o pequeño manual de estilo de las miserias de un intelectual funcional a la dictadura militar en los setenta y, años después, erigido como prócer de la democracia y los derechos humanos.
Existe una verdad a voces en el mundo de la cultura que perdura en el tiempo: un artista merece ser juzgado por lo mejor de su persona, que es su obra. Definición que cobra verdadero significado cuando se pone en evidencia la contradicción entre el artista y su creación, muchas veces reflejo de un talento que no tiene porqué llegar acompañado de posiciones políticas o humanas razonables.
Los casos en la historia de cruces de este tipo nunca terminan, artistas de propuestas revolucionarias en cualquier rama del arte y, a la vez, voceros de las ideas más reaccionarias de su tiempo. Cuántas veces se ha repetido el debate, y cuántas veces ha sido necesario diferenciar esos dos universos dentro de la misma persona para valorar en su real medida la obra del artista cuestionado. Sin embargo, lo curioso surge cuando la parte que se alaba del artista en cuestión no es su obra; es decir, cuando al creador se le aplaude sólo por sus concepciones políticas. Y la paradoja extrema se sucede cuando el creador recibe elogios por una lucha que no es la suya, por un compromiso que jamás tuvo y por un presente que, a decir verdad, oculta muchas veces un pasado repleto de las peores miserias.
¿Cómo entender este curioso conflicto? ¿Quién, en definitiva, resulta ser el responsable de tamaño error histórico? ¿El creador aplaudido o sus fieles, conmovidos por un ejemplo de vida que no se sabe bien quién inventó ni de dónde salió? "Una de las grandes desdichas del creador es que lo admiren por sus defectos", afirmó el escritor Ernesto Sábato en 1963, y razón no le falta. De hecho, la frase encaja de modo perfecto para referirse a su propia historia: la trayectoria de un intelectual erigido hoy como referente irrefutable de los derechos humanos y de la participación democrática.
Recorrer un archivo es también recorrer el pasado de un país y de su pueblo. Para ello es necesario observar el comportamiento de una sociedad que hoy elige como prócer a un intelectual que no sólo fue funcional a la política criminal de la dictadura más sangrienta de la historia, sino que también generó la teoría política que resultó la coartada en plena retirada de los mismos asesinos que, años después, se ocupó de criticar. Por suerte, existe el archivo. Vale la pena ejercitar la memoria y recorrer la tragedia de un escritor que refleja, en buena parte, la hipocresía de toda nuestra sociedad.
Entrevista con el vampiro.
Alguien anunció que ya salían y los flashes ametrallaron a las personalidades que recién terminaban de protagonizar un histórico almuerzo con el dictador. Jorge Luis Borges eludió hábilmente el cerco periodístico y se perdió en los pasillos de la Casa de Gobierno; el presidente de la SADE, Horacio Ratti, y el cura escritor Leonardo Castellani optaron por mantener un muy bajo perfil ante los micrófonos. De modo que la responsabilidad de hablar frente a la multitud de periodistas, notoriamente excitado, sonriente y verborrágico al extremo, fue del señor Ernesto Sabato. "Es imposible sintetizar una conversación de dos horas en pocas palabras, pero puedo decir que con el presidente de la Nación hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, históricos y vinculados con los medios masivos de comunicación", dijo, a modo de introducción de lo que sería una larga exposición ante la prensa. Luego afirmó: "Hubo un altísimo grado de comprensión y respeto mutuo. En ningún momento el diálogo descendió a la polémica literaria o ideológica, tampoco incurrimos en el pecado de la banalidad. Cada uno de nosotros vertió, sin vacilaciones, su concepción personal de los temas abordados".
Ante la insistencia de los periodistas, explicó que "fue una larga travesía por la problemática cultural del país. Se habló de la transformación de la Argentina, partiendo de una necesaria renovación de su cultura". Y para el final, reservó su opinión acerca de la entrevista con el dictador. Respuesta que, por otra parte, apareció publicada al día siguiente en los matutinos de todo el mundo: "El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente" (1). Esas elogiosas palabras resuenan en los laberintos de la historia argentina, todavía...
Pero toda reunión de importancia tiene su contexto que vale la pena conocer. El 19 de mayo de 1976 fue la fecha elegida por la Junta Militar para convocar a destacados hombres de la cultura para un almuerzo con el general Videla, como señal inequívoca de apoyo de la fracción de intelectuales que no habían colaborado con la llamada "subversión". Para eso, para blanquear la imagen del gobierno militar, fue que se eligieron a dedo los protagonistas de la reunión. Dos semanas antes, el escritor Haroldo Conti era secuestrado de su casa por un grupo de tareas, y su situación era una incógnita.
Había pasado a engrosar la ya por entonces abultada lista de "desaparecidos". El poeta Miguel Angel Bustos, y el cineasta Raymundo Gleyzer corrieron la misma suerte que Conti algunas semanas después, al igual que otros cientos de intelectuales, artistas, estudiantes, trabajadores y militantes durante aquellos primeros meses de una cacería despiadada, organizada sistemáticamente desde el Poder Ejecutivo.
Sin embargo, nada se dijo en aquella conferencia de prensa en Casa de Gobierno de la desaparición de Conti, ni de ningún otro. De hecho, el propio Sabato dejó en manos del gobierno la difusión de los temas tratados: "Creo, por razones de cortesía, que debe ser la Secretaría de Información Pública la que informe sobre lo tratado".
Con el tiempo se supo que en la reunión la suerte de algunos artistas secuestrados fue un tema que se deslizó apenas durante el encuentro a partir de la iniciativa de Ratti (quien le entregó en mano a Videla una lista de una decena de escritores que se encontraban "a disposición del Poder Ejecutivo"); y del cura Castellani, quien preguntó por la situación del ex seminarista Haroldo Conti: "Anoté su nombre en un papel y se lo entregué a Videla, quien lo recogió respetuosamente y aseguró que la paz iba a volver muy pronto al país", señaló tiempo después.
Nadie más de los asistentes se interesó por los artistas desaparecidos. Nadie más.
Semanas después, la revista Crisis, dónde trabajaba Haroldo Conti hasta ser secuestrado, consultó a los protagonistas sobre los temas abordados. La respuesta de Ernesto Sabato a la requisitoria de la publicación fue tajante y muy democrática: "Yo no hago declaraciones para la revista Crisis". Borges adujo falta de tiempo y no respondió, aunque días antes había reconocido sin rubores el motivo de su visita a Casa de Gobierno: "Le agradecí personalmente (a Videla) el golpe de Estado del 24 de marzo que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado la responsabilidad del gobierno. Yo, que nunca he sabido gobernar mi vida, menos podría gobernar el país".
De modo que los únicos que realmente comentaron detalles de la reunión fueron el cura Castellani y Ratti. El padre jesuita explicó que "quienes más hablaron fueron Sabato y Ratti, que llevaban varios proyectos. (...) Videla se limitó a escuchar. Creo que lo que sucedió es que quienes más hablaron, en vez de preguntar, hicieron demasiadas propuestas. En mi criterio, ninguna de ellas fue importante, porque estaban centradas exclusivamente en lo cultural y soslayaban lo político. Sabato y Ratti hablaron mucho sobre la ley del libro, sobre el problema de la SADE, sobre los derechos de autor, etc".
El propio Castellani ratificó después el notorio protagonismo del autor de El túnel en el encuentro: "Sabato habló mucho, y propuso el nombramiento de un consejo de notables que supervisara los programas de televisión. (...) Borges dijo que él no integraría jamás ese consejo de prohombres. Sabato, entonces, agregó que él tampoco. Yo pensé en ese momento para qué lo proponía entonces. O sea que ellos embarcaban a la gente pero se quedaban en tierra".
Por su parte, el presidente de la SADE, después de explicar que se tocó el tema de la censura y de los derechos de autor, calificó a Videla como "un hombre muy comprensivo e inteligente", y destacó que cuando le entregó la lista de escritores "que estaban pasando por una situación muy lamentable" la respuesta del militar fue darle garantías: "Nos aseguró terminantemente que cada una de estas situaciones iba a ser analizada y aclarada de acuerdo con la ley, lo que nos tranquilizó bastante" (2).
Más que satisfechos unos, con sentimientos encontrados otros, los destacados hombres de la cultura abandonaron el recinto con la certeza de haber asistido a un hecho histórico: después de todo, uno no se reúne todos los días con el presidente de la Nación.
Algo más que un error.
Con el tiempo, muchos intentaron justificar la actitud de Sabato en su entrevista con Videla con infinidad de excusas. Incluso el propio escritor explicó, ya en democracia, las razones de su asistencia (ver recuadro). Lo cierto es que los que consideran la presencia del intelectual esa tarde en Casa de Gobierno como "un error", muchas veces aducen que ese "traspié" es el único que puede reprochársele al señor Sabato. Nada más alejado de la realidad.
En junio de 1966, el general Juan Carlos Onganía derrocaba al presidente Arturo Illia, con el consentimiento tácito de gran parte de la sociedad argentina, y también con el respaldo exultante de parte de la intelectualidad. Entre los más entusiastas por la llegada del gobierno militar se encontraba el autor de la siguiente cita: "Creo que es el fin de una era. Llegó el momento de barrer con prejuicios y valores apócrifos que no responden más a la realidad. Debemos tener el coraje para comprender (y decir) que han acabado, que habían acabado instituciones en las que nadie creía seriamente. ¿Vos creés en la Cámara de Diputados? ¿Conocés mucha gente que crea en esa clase de farsas? Por eso la gente común de la calle ha sentido un profundo sentimiento de liberación. Hay en el pueblo (como en los chicos) una necesidad de verdad hondísima. (...) Se trata de que estamos hartos de mistificaciones, hartos de politiquerías, de comités, de combinaciones astutas para ganar tal o cual elección. Estamos avergonzados de lo que hemos llegado a ser, no ya en el mundo, sino en América Latina, al lado de potencias como Brasil y México. Qué, queremos seguir siendo una especie de burocracia cansada y decadente, en nombre de no sé qué palabras que no son nada más que eso, palabras. No se hace una gran nación con palabras, y mucho menos con palabras apócrifas y altisonantes". Llama la atención en este párrafo la mención de ciertas "palabras", que el autor define como "apócrifas y altisonantes". ¿Se referirá, justo en tiempos de dictadura, de palabras tales como "democracia"?
La cita sigue y sorprende: "Falta ver, ahora, si los hombres que han tomado el gobierno están a la altura de la desesperación histórica del pueblo argentino. Si no responden como es debido, estaríamos ante la más grande catástrofe, quizá ya irremediable. Sé que hay personas que están en puestos claves y que piensan lúcidamente". Para terminar, el defensor de los golpistas se referirá particularmente al que sería el instigador de La noche de los bastones largos, entre otras aberraciones de ese tipo, el general Onganía: "Ojalá la serenidad, la discreción, la fuerza sin alarde, la firmeza sin prepotencia que ha manifestado Onganía en sus primeros actos sea lo que prevalezca, y que podamos, al fin, levantar una gran nación" (3).
Nada más que agregar, apenas mencionar que el responsable de firmar semejante cheque en blanco al gobierno militar fue Ernesto Sabato, en julio de 1966. Pero volvamos tiempo atrás, a 1955 y a otro golpe de Estado a manos de la casta militar, que esta vez derroca a Juan Perón. Y otra vez Ernesto Sabato, otra vez su simpatía por los uniformados golpistas, por la autodenominada "Revolución Libertadora": "En toda revolución hay vencidos. En ésta los vencidos son la tiranía, la corrupción, la degradación del hombre, el servilismo. Son vencidos los delincuentes, los demagogos, los torturadores. Personalmente, creo que los torturadores deberían ser sometidos a la pena de muerte" (4). Como reconocimiento al apoyo recibido, el presidente de facto Pedro Aramburu designará a Sabato al frente de la revista Mundo Argentino. Como lo demuestra la historia, no le importaba demasiado al autor de estas citas el perfil ideológico de los gobiernos constitucionales derrocados, lo que realmente importaba era manifestar, rápidamente y sin vacilaciones, sus simpatías por los uniformados que, como de costumbre, llegaban para salvar a la patria.
Pese al respaldo al gobierno golpista, un año más tarde el propio Sabato denunciaría torturas en los sótanos del Congreso, aunque se apuraría en calificar como "un hombre honesto"(5) al dictador Aramburu. Por tal motivo, se enemistaría con Jorge Luis Borges, quien siempre a favor de los militares, criticó su doble discurso. Borges después reconocería su error, y la opinión de Sabato sobre aquel mea culpa borgeano no tiene desperdicio: "Sí, sí. Pero eso fue demasiado tarde. Mientras tanto ¡se estaba torturando gente!" (6). Lo extraño es que la anécdota salió a la luz en 1996, cuando el propio Sabato ya había asistido al almuerzo con Videla mientras, dicho sea de paso, también se estaban vejando de indecibles maneras a cientos de desaparecidos. Demasiada hipocresía.
Con el tiempo, la fama de Sabato fue creciendo al compás del éxito editorial de su novela El túnel, como también fue aumentando el interés de la prensa por reflejar las opiniones políticas del intelectual, aún las más contradictorias y ambiguas de un hombre que definió siempre como su ideal el "socialismo con libertad", que fue admirador de Jean Paul Sartre y ex militante del Partido Comunista durante su juventud. "Qué es un intelectual para mí? Un hombre de ideas y de libros. ¿Para qué sirve? Entre otras cosas, como se ha visto, para convulsionar al mundo (como lo prueban dos libros: el Evangelio y el Manifiesto Comunista) y para levantar a las masas con alpargatas. ¿Qué papel debe desempeñar el día que se arme? Luchar por las ideas que defendió antes en el papel. Luchar, si es necesario, con el fusil en la mano" (7), dijo en 1961, tiempo después de haber renunciado como funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores del presidente Arturo Frondizi. El mismo hombre que practicaba el ejercicio de la simpatía hacia los uniformes, manifestaba en 1962 que "el mundo necesita una revolución y que es necesario echar abajo esa sociedad caduca que tiene a Norteamérica como modelo, aunque tengamos grandes dudas de la del otro lado" (8).
La coherencia parecía una asignatura pendiente para el escritor que ya gozaba del beneplácito de gran parte del establishment. ¿Sorprendía a alguien, ya en los años setenta, que el escritor que había aplaudido dos dictaduras (una de las cuales derrocó a un gobierno peronista) se desesperara por dar a conocer su satisfacción por el resultado electoral que llevó a Héctor Cámpora al gobierno en marzo de 1973? "Adecuada y necesaria" calificó Sabato la plataforma política del triunfador Frejuli, aunque no se privó de castigar con furia ciertas "ideologías foráneas" con un evidente toque macartista, muy de moda por esos tiempos: "Un gobierno que se proponga la gran transformación debe tener la convicción filosófica y la fuerza suficiente como para sacar a puntapiés a organizaciones extranjerizantes. La libertad absoluta no existe, no ha existido nunca ni existirá jamás. Si alguien entra en mi casa e intenta humillar o destruir o vejar a mi gente, yo no tengo el 'derecho' de impedirlo hasta con la fuerza, creo que tengo el 'deber' de hacerlo" (9).
Dictadura y democracia, ida y vuelta.
Después de recorrer con atención el archivo uno se pregunta cómo es posible que Sabato sea considerado hoy como un referente de coherencia y compromiso por la libertad y la democracia. Cómo es posible, sin ir más lejos, que el hombre que en 1981 (cuando la dictadura ya entraba en su patética parábola descendente y era necesario acomodarse a los tiempos que llegaban) llegó a decir que "en ciertos casos la rebelión armada ha sido necesaria, y seguramente seguirá siendo necesaria, si se tiene en cuenta la ferocidad con que los egoístas se aferran a sus privilegios" (10), defendiera un par de años atrás con furia militante la dictadura asesina que tomó el poder en 1976. Cómo entender que el intelectual que sobre el fin del poder militar en 1982, habló de "la necesidad de pedir cuentas de todo lo que ha sucedido en estos seis años de desastre que paradójicamente llevan el nombre de Proceso de Reorganización Nacional. Un período en el que se produjeron horribles violaciones de derechos humanos", para después agregar que "lo único que han demostrado (los militares) es que son capaces de ejercer el terrorismo más atroz, de haber secuestrado y muerto a una enorme cantidad de la juventud más idealista del país" (11). En definitiva, cómo es posible tolerar la hipocresía y el doble discurso que manejó Sabato desde siempre, acomodándose de la forma más ruin.
Hace falta recordar, por tanto, el papel funcional de Sabato a favor de la dictadura iniciada en 1976 para asombrarse de sus críticas posteriores al régimen asesino de Videla y compañía. Si no, cualquiera podría preguntarle porqué, durante la ceremonia donde fue condecorado como "Caballero de la Legión de Honor" en febrero de 1979, en la embajada francesa en Buenos Aires, transmitida por el canal oficial de la dictadura y con amplia repercusión en los medios europeos, el escritor guardó el silencio más miserable mientras en Argentina continuaba la cacería criminal de hombre, mujeres y niños, a metros de la misma embajada. Pero fue en 1978 cuando Sabato asumió complacido su lugar de alfil de la dictadura, como punta de lanza de la inteligente maniobra publicitaria ideada desde la Junta para criticar las denuncias de los exiliados en el exterior: la patética "Campaña antiargentina", orquestada en sintonía con la organización del Mundial de fútbol. El papel de Sabato en este hecho resulta patético por donde se lo mire: "Boicotear el mundial no sólo hubiera sido boicotear al gobierno, sino también al pueblo de la Argentina, que de veras, no se lo merece" (12), dijo. Después, fue el invitado de lujo durante la fiesta de premiación de los campeones del mundo, y tuvo el privilegio de cerrar el emotivo acto transmitido en cadena a todo el país entregándole una mención al técnico César Luis Menotti con palabras repletas de felicidad: "Es una gran emoción entregarle este presente a Menotti. Yo fui uno de los argentinos que gozó, sufrió y se alegró con los partidos del Mundial. El fútbol no es un mero pasatiempo físico. Invoca grandes cualidades del hombre, como el desarrollo de la inteligencia, capacidad de improvisación, coraje, decisión, tenacidad, todo eso le inyectó este hombre excepcional al conjunto de muchachos. Yo quise aceptar esta invitación porque las penas de mi pueblo son mis penas. Y también las alegrías" (13). El estruendo de la ovación de genocidas y cómplices casi rebasó los límites del Hotel Sheraton en reconocimiento al gesto del gran hombre de las letras, extasiado por el histórico hecho.
Tres años más tarde, una vez diluida la furia exitista que dejó el Mundial, Sabato criticaría el evento con una impunidad vergonzante: "Desaprobaba el despilfarro, el gigantesco aparato de publicidad, el nacionalismo barato que suscitaba y el olvido de los problemas gravísimos de la Nación. Para colmo lo ganamos. Si lo hubiéramos perdido, habría servido al menos para que dejáramos de creernos los mejores del mundo, ese viejo patrioterismo de los argentinos que tanto daño nos ha hecho. Nos hizo olvidar -y todavía dura ese olvido- de los angustiosos, de los trágicos acontecimientos que hemos vividos en estos últimos tiempos" (14). Increíble escuchar esta frase de la misma persona que fue invitado y protagonista relevante del festejo interminable de los asesinos, del hombre que reconoció que las alegrías de su pueblo eran las suyas, en aquella ceremonia imborrable. Después, repetiría el mismo absurdo con la guerra de Malvinas, aunque eso sería adelantarse en la crónica.
La participación activa de Sabato contra la campaña antiargentina no se reduciría a aprovechar los generosos espacios cedidos por la revista Gente durante esos años; su compromiso con la estrategia militar llegaría más lejos, tal como lo relata el poeta Juan Gelman: "Daniel Moyano, ese gran escritor argentino exiliado en Madrid, me mostró en 1978 una carta que le dirigiera Sabato en que éste le decía que su sola presencia en el exterior alimentaba la campaña antiargentina (...). Sabato invitaba a Moyano a regresar -y en plena dictadura militar- le ofrecía trabajo y seguridad personal, algo difícil de prometer sin alguna anuencia o caución militar previamente conversada. Moyano ha muerto, pero hay escritores argentinos vivos que pueden dar fe de lo que digo: recibieron una carta parecida" (15). En pocas palabras, un laborioso y disciplinado intelectual en acción.
También 1978 fue el año clave para el afianzamiento de la dictadura y el momento en que su imagen comenzaba a ser cuestionada desde el exterior por los organismos de derechos humanos. En tal sentido, la revista alemana GEO Magazin invitó a Sabato a participar de una extensa entrevista con un nudo de gran interés para los lectores europeos: el presente del gobierno militar en Argentina. "La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las fuerzas armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos", explicaba Sabato, para después comenzar a perfilar su Teoría de los dos demonios, la coartada preferida por la Junta para evitar dar explicaciones: "Desgraciadamente ocurrió que el desorden general, el crimen y el desastre económico eran tan grandes que los nuevos mandatarios no alcanzaban ya a superarlos con los medios de un estado de derecho. Porque entre tanto, los crímenes de la extrema izquierda eran respondidos con salvajes atentados de represalia de la extrema derecha. Los extremistas de izquierda habían llevado a cabo los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes". La concepción que intentaba definir el escritor, aquella que situaba al gobierno militar como "neutral" o "mediador" entre las violencias de ambos "extremos", quedaba expuesta en sus respuestas. Después afirmaría: "Sin dudas, en los últimos meses en nuestro país, muchas cosas han mejorado: las bandas terroristas armadas han sido puestas en gran parte bajo control". Para terminar la nota, Sabato no perdió la oportunidad de cerrar su panfleto en favor de la dictadura: "La democracia tiene que aprender su lección de la historia y debe saber que con los viejos métodos liberales heredados de tiempos menos problemáticos, no se pueden dominar los delirios del presente" (16). Es válido preguntarse si el responsable de estas opiniones es la misma persona que en 1984 expresó con dureza lo siguiente: "El pueblo ha experimentado por primera vez la atroz vivencia de una dictadura mortal, putrefacta, corrupta... No hay ninguna persona con dos dedos de frente, con sensibilidad en la Argentina que vaya a mover un día un solo dedo en favor de los militares" (17).
Los de "afuera".
La visita de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA fue el acontecimiento clave en 1979. En ese momento, la dictadura estaba consolidada desde lo económico por el plan de Martínez de Hoz, gozaba de los éxitos deportivos (ese año se ganó también el Mundial Juvenil en Japón) y se preparó para recibir a la comitiva internacional sin inmutarse, contando incluso con un ejército de cómplices que se ocupaba de resguardar el otro flanco que presentaba riesgos: el exilio y la opinión pública europea. En esa zona estratégica se ocupó de presentar batalla el señor Sabato, amparado en el supuesto "pluralismo" de la dictadura que le dejaba manifestar alguna crítica (como cuando se censuró la obra del filósofo Henri Lefebvre). En ese momento de quiebre, Julio Cortázar escribió su famoso artículo América Latina: exilio y literatura, donde instaba a todos los intelectuales a asumir "la respuesta más activa y eficaz posible al genocidio cultural que crece día a día en tantos países latinoamericanos".
Sabato, herido y pleno de soberbia, responderá indignado: "La inmensa mayoría de sus escritores, de sus pintores, de sus músicos, de sus hombres de ciencia, de sus pensadores, están en el país y trabajan", para después afirmar que "cometen una grave injusticia los que están fuera del país pensando que aquí no pasa nada y que todo es un tremendo cementerio" (18). Decir eso cuando cientos de artistas habían sido desparecidos, estaban perseguidos o exiliados, no sólo era de una pedantería fatal, sino que parecía un argumento escrito por los propios genocidas. Otros siguieron sus pasos: "Los escritores más destacados no se han ido", dijo Manuel Mujica Lainez. Silvina Bullrich sostenía que "ni Borges, ni Mallea, ni Sabato se fueron", y Luis Gregorich se preguntará desde Clarín: "Después de todo, ¿cuáles son los escritores importantes exiliados?". La escritora Liliana Heker aprovecharía la volada para polemizar con Cortázar y, de paso, ganar notoriedad con frases miserables, burlándose incluso del autor de Rayuela: "Ya que no se le puede atribuir mala fe, al menos puede suponérsele cierto apresuramiento, una necesidad a ultranza de hacer causa común con los exiliados, aun a riesgo de dar una imagen maniquea de la realidad, valiéndose de recursos más pasionales que científicos". El escritor Abelardo Castillo también se debatía por ganar un espacio debajo del manto de cómplices e hipócritas que intentaron posicionarse ante los ojos de los genocidas con opiniones lamentables: "Espero no herir a algún compatriota que viva en el extranjero si afirmo que desconfío de algunos héroes intelectuales que postulan sus convicciones desde Calcuta o Afganistán", para después calificar como "falsa, corrompida e injuriosa" la imagen que del país intentaban transmitir los argentinos en el exterior (19).
La dictadura superó airosa el examen de la OEA y todos festejaron, todos los que colaboraron con desprestigiar las denuncias por violaciones de los derechos humanos, con refutar los argumentos que hablaban de un genocidio, con respaldar sin miramientos a una casta de asesinos sin límites.
Después llegaría la decadencia de la dictadura, el fracaso del plan económico, el cambio de mando como recurso ridículo, la máscara de un régimen que comenzaba a descascararse ante los ojos del mundo. Aunque ya era demasiado tarde para hablar, muchos eligieron acomodarse a los nuevos vientos. Pero justo en ese proceso de metamorfosis hacia ideas más democráticas, estalla la guerra en las islas Malvinas. ¿Habrá leído Galtieri la siguiente frase de Sabato sobre la guerra?: "Éste es un país que no pasó grandes sufrimientos. No tuvo terremotos, no padeció hambre... acá las cosas nunca estuvieron demasiado mal. (...) Y no tuvimos ni siquiera, a partir de 1870, una buena guerra. Las guerras unifican a una nación. Y, en cierto sentido, producen vitalidad. Sobre todo, las guerras de defensa nacional unifican y hacen que la agresividad que todos tenemos no se ejerza para la autodestrucción sino por una causa noble y positiva. (...) Es decir, yo no soy pacifista, yo creo en las guerras. Hay guerras que defienden cosas sagradas, muy importantes, y creo que hay que hacerlas" (20).
¿Habrá leído Galtieri esa cita? ¿Habrá leído después, durante los primeros días de ocupación en las islas, las loas del mismo intelectual sobre la decisión de enviar a la muerte en una guerra absurda a pibes de 19 años, desarmados y sin preparación?: "Mucha gente ha muerto detrás de dos metros cuadrados de tela. Pero es un error creer que dos metros cuadrados de tela son nada más que eso. Transformados en banderas, son un símbolo de una ideología, de una nación, de una causa sagrada. De manera que yo estoy convencido de que en este caso sí vale la pena. Hubiera sido un acto indigno de la Argentina, que es una pequeña potencia frente a las amenazas, a la soberbia, al desprecio de Inglaterra, agachar la cabeza una vez más. Eso no lo hemos hecho, y si los chicos de 19 y 20 años están muriendo allí, están muriendo por ese motivo" (21).
El mismo Sabato, ya mutado en mariposa democrática, cambiaría de forma bien oportunista su opinión sobre Malvinas tiempo después: "Hay un solo responsable de esta derrota y es el gobierno de la Reorganización Nacional que improvisó este hecho que nos sorprendió a todos al leer los diarios del día siguiente incluyendo, creo, a la mayor parte del generalato argentino. Un acto de improvisación suicida. ¿Qué posibilidades había de triunfar? No había. (...) Eran chicos poco preparados, conscriptos, enfrentados con un ejército profesional que contaba con un armamento de primerísimo rango, con una logística de primera magnitud y con el apoyo de la mayor potencia mundial. ¿Qué iban a hacer esos reclutas? En ninguna parte del mundo, salvo en momentos inevitables, se manda a la guerra a chicos recién reclutados" (22). Las críticas, claro está, las dijo cuando la dictadura tenía los días contados. Había que perfilarse con rapidez, cambiar el discurso, borrar el pasado, aniquilar la memoria...
Sabato aclaró, mucho tiempo después, que aquellos que recordaban algunas de sus expresiones nada democráticas pertenecían a una "extrema izquierda" culpable de lanzar una y otra vez "frases calumniosas" contra su persona. En la misma nota, mezclando bronca y soberbia, Sabato extiendió sus ataque: "Sería aleccionador averiguar desde qué lugar del mundo esos infamantes hicieron críticas contra la dictadura militar. Que yo sepa procedían desde el extranjero, desde el Café de Flore, desde México, siempre bien lejos de la policía y de las fuerzas armadas. Aquí nos jugamos la vida, con las amenazas más terribles", señalaría. En ese mismo sentido, diría en 1994: "Es muy fácil acusar a alguien desde el exterior. Yo, en cambio, enfrenté a la dictadura sin moverme de mi casa de Santos Lugares". Curiosa forma de "enfrentarse" con los militares la de Sabato, más aún cuando fue vox populi su papel como el intelectual de mayor presencia en los medios de comunicación durante los años del Proceso, incluyendo repetidas apariciones en televisión y también en actos oficiales del gobierno de facto. El final es toda una sentencia: "Todavía quiero agregar algo que me indigna: esos detractores, la mayor parte estalinistas, incluyendo grandes escritores, jamás denunciaron los horrores de aquella dictadura en la Unión Soviética" (23).
Después, llegaría la democracia, el juicio a la Junta, los dos demonios, los aplausos, el papel de sabio o maestro que está más allá del bien y del mal, un país que se muere y otro que bosteza...
Sabato ¿y Argentina?
Repasar viejos diarios, hurgar en el pasado, recopilar frases y opiniones del archivo es una tarea ineludible para entender, a ciencia cierta, quiénes somos como pueblo. De qué forma podemos entender que el señor Sabato sea hoy un referente de los derechos humanos, sino no entendemos cómo está integrada la sociedad argentina, con sus miserias bien ocultas en el ropero. Osvaldo Bayer dice que Sabato es el intelectual que mejor refleja a la clase media argentina, esa clase que miró con simpatía el advenimiento de los dictadores, que salió a festejar el triunfo del mundial o el desembarco en Malvinas mientras en la esquina de su casa torturaban a sus vecinos y se apropiaban de sus hijos. La misma clase media que, ya en democracia, aplaudió de pie las privatizaciones, ignoró los indultos a los genocidas, defendió la convertibilidad, se indignó con la famosa "corrupción" y pidió a gritos el regreso de cierto ministro de Economía que después se fue echado a patadas por los mismos que lo veían como el último recurso. La misma clase media que sólo reaccionó cuando le tocaron el bolsillo, y después volvió en silencio a sus hogares, a sus autos, a insultar a todos aquellos que molestaran su tranquilo tránsito hacia lo más patético de nuestra historia.
Hablar de Sabato es hablar mucho de Argentina, de una parte del país y de su gente. Y la realidad, lo que vemos y leemos, es patético. Muchos siguen ovacionando a sus propios verdugos, perdonando "errores" (que tanto se parecen a los "excesos" de otros tiempos) y olvidando impunidades. Algo malo debe estar pasando.
(1) La Nación, 19-6-76. (2) Los testimonios de Castellani y Ratti fueron publicados en la revista Crisis de julio de 1976. (3) José Eliaschev, revista Gente, "Sabato: El fin de una era", 28-7-66. (4) La entrevista, publicada en el diario El Líder de 1955, integra la recopilación de entrevistas al escritor llamada Medio siglo con Sabato, de Julia Constenla. (5) Ana Larraín, Cosas de Chile, 1966. (6) Ibídem. (7) Franco Mogni, revista Che, 1961. (8) Entrevista con la revista El escarabajo de oro, 1962. (9) Entrevista con la revista Siete Días, 1973. (10) Mona Moncalvillo, Humor, 1981. (11) Germán Sopeña, Siete Días, 1983. (12) Bernard Pivot, Le Monde, 1978. (13) Osvaldo Bayer, Rebeldía y esperanza, 1993. (14) Ibídem 10. (15) Juan Gelman, Lesbianos, Página/12, 8-5-96. (16) Ibídem 13. (17) Roberto Mero, Caras y caretas, 1984. (18) Clarín, 5-7-80. (19) Todas las citas de los escritores pertenecen al libro Rebeldía y esperanza. (20) Emilio Giménez, Gente, 1971. (21) Ibídem 13. (22) Sergio Ciancaglini, Gente, 1982. (23) Carlos Ares, La Maga, 1995.