Edwards Gajardo vive en Argentina desde el año 2009, es
periodista y trabaja en la web de noticias Mendoza on Line. Hace unos años
escribió allí un artículo con el título "San Martín libertador de Chile:
una parte de la historia que allá nadie me contó", en el que relataba cómo
recién al llegar a nuestro país tomó conocimiento de la magnitud de la
expedición libertadora organizada por el general argentino, cuya figura, dice,
"está (en Chile) debajo de la de (los chilenos) Bernardo O'Higgins, José
Miguel Carrera o Manuel Rodríguez".
"En la historia de Chile la figura del general José de
San Martín no es destacada como la de un libertador -escribió Gajardo en
aquella ocasión- y sólo se resalta su relación con Bernardo O'Higgins, como un
gran aliado y amigo, pero muy lejos de la imagen de prócer que tiene en la
Argentina".
"Cuando vas a la escuela, te hablan de O'Higgins como
el libertador y de San Martín como una especie de colaborador y te dicen que la
batalla de Chacabuco la condujo O'Higgins", afirma Gajardo en charla con
Infobae.
Aclara sin embargo que hay una excepción a este
"ninguneo": el ejército chileno, el sector que más rescata el rol de
San Martín y estudia su gesta. "En esos círculos es muy valorado",
afirma.
"Pero San Martín no aparece en las monedas, ni en las
plazas, ni en monumentos; la calle principal de Chile, que todos conocen como
Alameda, se llama Libertador Bernardo O'Higgins", dice Gajardo.
La televisión chilena copió el formato de la serie que aquí
hicieron Mario Pergolini y Felipe Pigna. En el breve extracto que sigue de
"Algo habrán hecho por la historia de Chile", puede apreciarse la
parcialidad con la que se refieren a la batalla cuyo bicentenario se conmemora
este 12 de febrero y que fue la exitosa coronación de un Cruce de la Cordillera
por el Ejército de San Martín, que el gobernador realista de Chile, Casimiro
Marcó del Pont, no esperaba porque lo consideraba imposible.
No debe culparse a Bernardo O'Higgins por esto. Sucedió a
pesar suyo y tras su muerte, ya que en vida, como a su amigo San Martín, le
pagaron con el derrocamiento y el exilio. Este héroe chileno, de origen
irlandés, siempre reconoció a San Martín como su jefe y la amistad entre ambos
sólo la interrumpió la muerte.
Pero uno de los motivos de esta malversación histórica es la
larga querella que enfrentó a los dos líderes independentistas de Chile, José
Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins. El cliché dice que el primero era
republicano y el otro conservador; que uno quería una "revolución nacional
chilena", mientras que el otro se subordinaba a los intereses porteños. Lo
cierto es que, cuando los chilenos llegaron a Mendoza, tras ser derrotado el
primer gobierno patrio en Rancagua por los realistas, San Martín se entendió de
inmediato con O'Higgins y lo privilegió entre los demás jefes. No se equivocó.
Carrera era demasiado vanidoso como para subordinársele. Y cuando San Martín y
O'Higgins liberaron Chile ésa no fue para él una buena noticia, y no dudó en
conspirar -incluso con el extranjero- para derrocar al nuevo gobierno
independiente.
"O'Higgins comulgaba con San Martín y estaba contra los
Carrera. Muchos en Chile ven a San Martín como el hombre que mató a los
hermanos Carrera", señala Gajardo, como uno de los motivos de la
desconsideración hacia su figura. Se trata de otra tergiversación, ya que esos
fusilamientos -fruto del exceso de celo de algunos funcionarios cuyanos-
ocurrieron en ausencia de San Martín que incluso intentó impedirlos.
En los años 90 y 2000, cuenta Gajardo, la televisión chilena
emitió una serie, "Héroes", tendiente a mostrar a los próceres con un
rostro más humano. San Martín no está en la lista; aparece sólo como personaje
secundario. "Las últimas generaciones se quedan con esa historia,
despreciativa hacia O'Higgins, el 'guacho Riquelme', le dicen por ejemplo,
usando el apellido de su madre y en alusión a su condición de bastardo",
comenta Edwards Gajardo.
Recientemente también apareció un libro, que es best seller,
La historia oculta de Chile, de Jorge Baradit, que llega a decir que,
"técnicamente, San Martín invadió Chile" (ver video al pie de esta
nota).
Desde Francia, en correspondencia privada con amigos, alguna
vez el Libertador comentó que el primer país que le mostró reconocimiento y
gratitud fue Perú, paradójicamente, decía, el que menos le debía, dado que de
allí se marchó sin poder completar su misión. Argentina, en cambio, se tomó su
tiempo para empezar a poner las cosas en su lugar. Recién en tiempos de Rosas,
la legislatura bonaerense empezó a rendirle homenaje anualmente. En Chile, el
prestigio de San Martín siguió siendo víctima indirecta de la querella que
todavía se proyecta hoy sobre los debates entre carreristas y o'higginistas,
aunque el país trasandino, como lo señaló nuestro embajador allá, José Octavio
Bordón, ha saldado esa querella mediante una póstuma reconciliación entre los
dos próceres, poniendolos en un mismo plano.
Queda pendiente reconocer el papel de ideólogo y jefe de la
expedición libertadora que desempeñó San Martín y de conductor de las dos
batallas que le dieron la independencia a Chile. En Chacabuco, O'Higgins
comandaba uno de los dos cuerpos en los que dividió San Martín su ejército. El
otro lo dirigía Miguel Estanislao Soler, también relegado en el recuerdo. El
general argentino condujo una batalla cuya suerte O'Higgins, por temerario,
casi compromete, al lanzar el ataque prematuramente sin dar tiempo a Soler para
completar la maniobra envolvente que debía realizar para caer sobre el flanco
enemigo mientras el brigadier chileno atacaba de frente. Este contratiempo
obligó a San Martín a intervenir personalmente en la batalla con la caballería.
De hecho, esa fue la última vez que desenvainó el sable en un campo de batalla
y la escena que inspiró la estatua ecuestre en la cual apunta con el dedo hacia
adelante que hoy nos es tan familiar.
Jorge Baradit, historiador mediático, efectista y por
momentos de escasísimo rigor histórico, ha hecho sin embargo un aporte, como
puede verse en el video a continuación. Pasemos por alto las flagrantes
contradicciones en que incurre, como decir que San Martín invadió Chile
-olvidando que estaba en manos de los realistas- o que en Chacabuco derrotó al
ejército "chileno" (sic), cuando se trataba de tropas realistas, y
segundos después sostener que, gracias a que San Martín cruzó Los Andes se
salvó toda América.
Rescatemos en cambio el hecho de que Baradit dedica buena
parte de su intervención a exaltar la gesta del cruce de Los Andes,
reconociendo que en la escuela chilena no le consagran ni 5 minutos al tema,
pese a que la campaña de San Martín -dice Baradit- se equipara a otras hazañas
militares como el desembarco en Normandía o el cruce de los Alpes por Aníbal.
Es un aporte innegable y un primer paso hacia una mayor justicia histórica con
San Martín.
Publicado en Infobae, domingo 12 de febrero de 2017.
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