¿Usted cuál prefiere? Las dos son verdaderamente tentadoras, pero siempre uno siempre termina volcándose por una u otra a partir de gustos personales. No me sirve mucho eso de que las verdaderas empanadas son las fritas. Si se quiere, aquel que las prefiere al horno puede decir lo mismo.
Y la verdad es que los gustos son los que mandan, pero también detrás de esto hay historia.
Empanada viene de empanar, que en realidad es cubrir algún relleno con una masa que resulta similar al pan, nunca se estableció si eso implicaba hacerlas al horno o fritas.
Lo concreto es que cualquier variante es válida, sobre todo si eso está ligado a las costumbres, aunque a decir verdad, las recetas originales, las más antiguas, indican como ingredientes excluyentes a los vacunos y a los corderos, es decir las variantes de la empanada de pollo o de gallina surgieron mucho tiempo después.
Tampoco es posible establecer si el horno es más antiguo que la cocción en un recipiente. El aceite es más moderno, pero antaño se freía en grasa y la grasa llegó a la par del ganado, de modo que si querían freír en otros tiempos también era posible.
No sé si el debate tiene sentido, como tampoco sé cuánto suma a una comida que está instalada en el corazón de los argentinos. Ya dijimos que no es un invento nuestro, en todo caso tiene en cada país la personalidad que le dan, pero sí lleva el sello que en cada familia le ponen.
Escuché que por ejemplo una empanada no es empanada si no tiene trece repulgues. En mi vida se me ocurrió contar los repulgues y estoy seguro que a los efectos de una buena empanada no suman ni restan. Tal vez queden más prolijas, pero en materia de sabor es lo mismo.
Sí creo en el debate de los sabores, en si la carne es tal o cual en si lleva determinado condimento. Creo que todo lo que
surgió al margen de una empanada tradicional es agregado. De carne o de pollo, fritas o al horno, ese es el debate.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 12/11/2017.-
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