Corona se vacunó con la segunda dosis contra el coronavirus. Ahora planea un nuevo espectáculo para ofrecer a su "publico costumbrista", como lo llaman sus managers y allegados. El show sólo tendrá "los mismos chistes verdes de siempre" y se quitarán los misóginos y los más discriminativos.
"Antes Jorge cerraba sus espectáculos con el chiste de la embarazada y el del cocacolero. Ahora termina con sus historias personales, más parecido al stand up. Y con alguna poesía. Lo que siempre va a mantener son los chistes verdes. ¿Sabés qué pasa? Es muy difícil que un humorista cambie su fuerte... la gente que lo va a ver le pide que cuente los chistes de siempre...", dijo su representante Sergio Maselli en una entrevista con el diario Clarín.
A pesar de que sus "chistes verdes" son bien conocidos, al igual que su imaginación para burlarse de cualquier persona, lo que pocos saben es cómo fueron sus inicios y cómo llegó caer en el alcoholismo.
Así, en diversas peñas de 1974, Jorge Antonio Femenías, hijo de padre valenciano y madre correntina (también es primo de Teresa Parodi) le daba su toque de humor a los espectáculos. Actuaba por empanadas y vino. "Antes de la actuación yo soñaba con ser futbolista y jugaba muy bien, pero mi carrera en el fútbol se frustró porque no tenía disciplina y me gustaba salir. Para vivir hice de todo. Vendí ropa por la calle, helados…", contaba el humorista antes llamado "Jorge Chiva" a Radio Rivadavia.
Según detalló, su carrera "comenzó com un juego" cuando actuaba en las peñas con su amigo, José Marrone, quien luego se convertiría en "Pepitito". Luego, movió sus espectáculos a los café-concert, hasta llegar a Villa Gesell. Allí encontró "de casualidad" la ropa característica que usa en cada show.
"Estaba trabajando ahí y había un grupo que hacía de Charles Chaplin. Dejaron la levita, el bastón, los zapatos y el sombrero; yo no tenía que ponerme, me los puse y salí. Cuando me vio Romay y luego me contrató, un productor que me pidió que usase la misma ropa y yo no la tenía, no era mía, la había dejado en la costa. Ahí me consiguieron lo mismo y paso a ser mi vestimenta", rememoró.
Al poco tiempo estaba haciendo un show en el barrio porteño de Flores, la sala estaba llena, y vino Alejandro Romay con su familia a mirar el espectáculo. "Cuando terminó me saludó, y me dijo: ‘Corona mucho gusto soy Alejandro Romay, el sábado debuta en el teatro El Nacional’", recordó, todavía sorprendido, el icónico humorista.
Acostumbrado a hacer shows "cerca del público" (de donde sacó su afamada modalidad de hacer reír a las personas "gastándolas" por lo que les encontraba en los bolsos y carteras a los que estabansentados en primera fila), Jorge Corona le planteó la problemática Romay. Se sentía incómodo al tener a los espectadores distanciados por el escenario. "'Te pongo una tarima, no te hagas problema’. Y arreglamos", contó Corona sobre lo que le dijo Romay antes de salir a escena.
Corona contó a los medios que nació "de última" y que se lleva diez años con sus hermanos mayores, lo que le trajo muchas dificultades en su niñez, a tal punto de forjarle una personalidad tímida.
"La diferencia de edad con mis hermanos era mucha. Eso hizo que pasara una adolescencia muy difícil. Mis hermanos me ordenaban todo el tiempo que hacer, se creían los dueños de mi vida. Era otra época, hasta me obligaban a trabajar gratis para ellos en su zapatería siendo chico", confesó.
Esa personalidad tímida y sumisa que supo tener Corona de niño, la trasladó y guardó durante casi toda su vida; esa timidez fue la que le hizo caer en el alcohol.
"Siempre fui muy tímido. Empecé tomando para sacarme un poco la timidez de subir al escenario. Me ponía alegre para superar mi timidez y luego se convirtió en un problema. Pero ya pasó. Hace 30 años que no tomo una gota de alcohol. Es una enfermedad, la pasé muy mal", admitió el contador de chistes, que fue uno de los abanderados de Marcelo Tinelli en VideoMatch en los noventas (luego ShowMatch), al salvarlo de su propia decadencia.
"La diferencia de edad con mis hermanos era mucha. Eso hizo que pasara una adolescencia muy difícil. Mis hermanos me ordenaban todo el tiempo que hacer, se creían los dueños de mi vida. Era otra época, hasta me obligaban a trabajar gratis para ellos en su zapatería siendo chico", confesó.
Esa personalidad tímida y sumisa que supo tener Corona de niño, la trasladó y guardó durante casi toda su vida; esa timidez fue la que le hizo caer en el alcohol.
"Siempre fui muy tímido. Empecé tomando para sacarme un poco la timidez de subir al escenario. Me ponía alegre para superar mi timidez y luego se convirtió en un problema. Pero ya pasó. Hace 30 años que no tomo una gota de alcohol. Es una enfermedad, la pasé muy mal", admitió el contador de chistes, que fue uno de los abanderados de Marcelo Tinelli en VideoMatch en los noventas (luego ShowMatch), al salvarlo de su propia decadencia.
La adicción lo llevó a asistir a encuentros en Alcohólicos Anónimos, empujado por su esposa y todo u círculo familiar. En las sesiones para curar su enfermedad, Corona les admitió que "tomaba para poder actuar". Como un balde de agua fría, los de la institución le dijeron: "bueno, andá a la esquina y seguí chupando, acá se viene para no tomar".
Tras algunos años de dura rehabilitación, Jorge logró finalmente vencer esa adicción. "Todo pasa. Después cambia, porque uno se quiere mucho, empieza a cuidarse y se da cuenta de que eso no va más", sostuvo el humorista.
Asismimo, sentenció: "No puedo tomar más, ya tomé demasiado, y por eso no lo nombro. De lo malo no hay que acordarse, solo recordar que no se debe hacer y portarse bien para vivir una vida normal. Aunque muchos piensen que no, se puede. Mónica, mi mujer, y Alcohólicos Anónimos me ayudaron y cambiaron mi vida. Mónica me cuida, ella me sacó adelante".
La reinvención de sus chistes para no quedar en el olvido
Popularmente premiado como "el rey de los chistes verdes", Jorge Corona tuvo que adaptar sus presentaciones luego de los cambios culturales en materia de feminismo e inclusión. De las mujeres, de personas de la comunidad LGBTIQ y de arquetipos de gallegos y otras comunidades, fue de quienes siempre se burló Jorge, También fueron sus "fuente de inspiración" para los chistes.
Su manager y productor, Sergio Maselli, se refirió a cómo e humorista tuvo que reinventarse en el humor, para no quedar rezagado. "No es que Corona dejó de contar esa clase de cuentos, pero está mucho más controlado... Tiene 77 años y, cuando se enciende la luz, arranca con su rutina de siempre. Es difícil sacarlo de ahí. Pero yo trato de medirlo", aclaró Maselli.
Con la idea de que Corona "no se vaya a la banquina", Masselli aclaró que hace reuniones de producción en las que se evalúa qué decir y qué no: "Yo le digo no vayamos por acá, por allá, no nos metamos con la política, con la Iglesia...", describe el productor.
Cuando le preguntaron por los chistes en los que se burla de gangosos, rengos y demás, el productor sentenció: "No, no van más... Jorge puede contar un chiste de gallegos, pero hasta ahí. Su fuerte ahora es el costumbrismo... A diferencia de Alfredo Silva (trabajó en Peligro sin Codificar y Polémica en el bar), que sólo cuenta chistes, a Corona también le gustan las historias. Entonces, cuenta cuando se tomaba diez colectivos para acompañar a la novia... Corona es impredecible, sale con cualquier cosa".
"A principios de los '80 había un marco que avalaba ese tipo de humor. Como la sociedad era mucho más formal, Corona rompía con lo establecido. Y provocaba risa. Era transgresor. Ahora, por suerte, estamos viviendo un momento histórico muy interesante. Y hay cosas que ya no causan gracia. Como los chistes misóginos, homofóbicos, racistas... El tema es de qué te reís, cuál es el objeto, dónde ponés la mirada... Ya no da reírse del ‘otre’, del diferente", concluyó Maselli.
PUBLICADO EN DIARIO CRÓNICA.
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