Corría el año 1936 cuando Renée Dickinson, una joven aspirante a actriz y modelo inglesa, se enamoró de San Martín de los Andes en un viaje que hizo para visitar a su hermano Barney, quien trabajaba como mayordomo en una estancia de la zona. En uno de sus paseos por la vieja ruta de los Siete Lagos descubrió un claro en el bosque con una cautivante panorámica en la que se puede apreciar el Lácar en toda su extensión y, sin ponerse peros, decidió convertir ese lugar en su hogar.
Lejos de apabullarse por las inclemencias del tiempo, la distancia con el pueblo, las dificultades a sortear en un lugar inhóspito y los impedimentos para adquirir el terreno, Renée no se rindió hasta conseguir la propiedad de tres hectáreas, justo un año antes de la inauguración del Parque Nacional Lanín. Ya con la idea de abrir una casa de té, la joven aventurera logró su cometido con el compromiso de mantener su emprendimiento siempre abierto para fomentar el turismo.
De la mano de un arquitecto de apellido Cullen, discípulo del célebre Alejandro Bustillo, Renée pudo comenzar a darle forma a su proyecto que quedó inaugurado en 1939 con el nombre de Arrayán, que en lengua mapuche significa “donde cae el último rayo de sol”.
"Ella vivía en una casita muy chiquita, atrás de la casa de té. Nosotros la levantamos. Hoy la usamos de leñera, pero ella vivía ahí, mientras hacían la construcción principal con troncos de ciprés que trajeron por el Lácar desde Chile y que subieron con bueyes", contó, en diálogo con LM Neuquén, Ornella Aristizábal, la actual dueña del lugar.
"No hay día que no me pregunte cómo hizo Renée para vivir sola en el medio de la montaña en aquella época. Estaba completamente aislada, aunque en ese momento la ruta 40 pasaba por acá. Yo hoy tengo un montón de estufas y ella vivía en esa casita chiquitita, sin piso, con una salamandra y sin luz. Muy valiente. La personalidad que debería haber tenido para bancarse vivir sola acá, siendo mujer en esa época", comentó la anfitriona, quien en 2013 siguió los pasos de Dickinson al instalarse sola en el predio para acondicionarlo antes de que arribara su pareja.
Apenas habían pasado tres años del lanzamiento de la casa de té cuando, por una enfermedad, Renée tuvo que trasladarse a Buenos Aires junto a Alan, un periodista británico con el que había contraído matrimonio. Con su temprana muerte en 1943, su hermano Barney y su cuñada Francis, tomaron la posta en Arrayán para luego dejarle el legado a su hija Janet.
"A Janet le agarró una época difícil porque se hizo cargo sola cuando sus padres fallecieron y encima hicieron la ruta que bordea el lago. Arrayán quedó completamente aislado. En ese momento no había ni marketing, ni redes sociales, ni comunicación", advirtió Ornella destacando que, por la nueva traza, la casa de té se vio afectada ya que dejó de ser un paso obligado para los viajeros.
"Janet era escritora, incluso hizo un libro sobre la historia de la casa de té. En un momento, decidió dedicarse a escribir y vendió Arrayán a un grupo de inversores de Buenos Aires a quien le compramos nosotros", agregó incluyendo a su padre, el emprendedor y profesor de la Universidad de Buenos Aires, Pablo Aristizábal.
"La casa de té nunca cerró, eso es lo que hace que sea la más antigua de la Patagonia. Es incluso anterior a las de Gaiman. En algunos momentos funcionó como restaurante, pero siempre se vendió té inglés. Siempre se mantuvo la tradición que trajo Renée, incluso la receta de los scones. Aunque cuando llegué ya no estaba el libro de recetas, sigue cocinando Gloria Figueroa que está hace 20 años en Arrayán y ella sí lo tuvo en sus manos", subrayó Ornella, quien desde hace ocho años no dudó en dejar su carrera en diseño industrial y sus afectos en la localidad bonaerense de Quilmes para continuar el legado de sus antecesoras, luego de que su padre adquiriera el predio.
"Nosotros toda la vida vinimos a San Martín de los Andes. Mi papá conoce a mucha gente acá. Él llegó a tener la concesión del cerro Chapelco con el hotel Sol de los Andes. Y cuando le ofrecieron comprar Arrayán nos conmovió muchísimo la historia del lugar porque es una historia de amor, de pioneros. Él cuando administró el centro de esquí tenía 26 años, como Renée cuando llegó acá. Y yo me vine a los 27", reflexionó asombrada por la coincidencia.
"Además nos impactó que la casa de té siempre estuvo liderada por mujeres. Desde su concepción hasta el día de hoy, quienes la llevaron adelante fueron mujeres. Por eso, cuando me especialicé en el mundo del té, decidí hacer mi línea propia de blends con nombres de mujeres para homenajear a emprendendoras, entre ellas Renée, Francis y Janet. Este lugar no es solo fruto de una historia de emprendedurismo, sino de mujeres empoderadas, fuertes, decididas, mujeres que viven en una montaña con lo que eso conlleva y no hablo solo del frío", aclaró.
"Acá hay una energía especial. Lo dicen todos. Cuando llegás te das cuenta que está lleno de amor. Se siente algo lindo. Cuando vine lo primero que hice fue limpiar el bosque. Son tres hectáreas. Recuperamos muchísima madera y, con un artesano de la zona, armamos un sendero de un kilómetro por el predio. Tenemos además un anfiteatro natural y un mirador. El salón estaba muy deteriorado, así que lo renové, muchas cosas se tuvieron que hacer denuevo: mesas, sillas. En la cocina tenemos un horno a leña que lo puso Renée en el que todavía cocinamos tortas pero tuvimos que incorporar más herramientas porque no da abasto con la gente que estamos recibiendo, que cada vez es más", valoró antes de puntualizar que en temporada baja reciben un promedio de 40 comensales por día, mientras que en las épocas con mayor afluencia de turistas ese número asciende a 200, especialmente en verano donde se disfruta más el deck exterior para admirar la puesta del sol.
Delicias patagónicas con un toque inglés y dos cenas exclusivas.
A lo largo de los ocho años al frente de Arrayán, Ornella creó una carta con veinte variedades de té mixturados con frutos, flores y diferentes condimentos y fue modificando la carta para distinguirse con su impronta de otras propuestas más clásicas del rubro.
"Nuestro fuerte es el Afternoon tea, un menú de tres pasos con una torre de tres pisos como marca el protocolo inglés, con variedad de sandwiches, ahumados, tortas y degustación de nuestras elaboraciones. Es una mezcla de la tradición del te inglés con elaboraciones patagónicas", explicó y destacó el cheese cake y el blend Janet (mezcla de hibisco, rosa mosqueta, cáscaras de naranja, manzana silvestre y berries) como los más solicitados.
Junto Germán Torres, el chef especializado en panadería, desarrolló una nueva carta que incluye bocados saludables, con panes de masa madre de harina orgánica. Junto a él, Ornella ofrecerá dos cenas este sábado 3 de julio y el próximo, para comenzar a expandir el universo gastronómico de Arrayán.
El evento contará con música en vivo, como otra clave a incorporar, especialmente en el verano con artistas locales a partir de un acuerdo con la Escuela de Música de San Martín.
"Yo quiero que Arrayán me trascienda y que el día que me vaya sea mucho mejor de como yo lo tuve, que siempre siga creciendo. Y que siempre siga contando una historia de emprendedurismo y de mujeres porque en definitiva es eso. Arrayán nos enseña que se puede", manifestó con orgullo Ornella sobre la casa de té que además de ofrecer delicias y vistas extraordinarias del Lácar, es un museo viviente donde se pone en valor la historia de una joya de la cordillera neuquina.
Publicado en Diario "La Mañana de Neuquén".
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