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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, mayo 24, 2022

Jorge de los Ríos es un referente de la caricatura argentina, a la que dedicó más de 60 años.

 

Jorge de los Ríos es un referente de la caricatura argentina, a la que dedicó más de 60 años.

Una vida entera dedicada al dibujo.

Su historia de amor con su esposa Delma y su estrecho trabajo con García Ferré marcaron su existencia. Con Petete, Anteojito, Trapito, entre tantas otras, deleitó a varias generaciones. Acaba de participar en un álbum que rescata la historia de la música nacional.

Dicen que el trabajo deja de serlo cuando se hace con pasión y se transforma en una guía de vida. Desde su infancia, el dibujante Jorge de los Ríos supo que su camino no estaba en el mandato familiar sino en los trazos que hacía sobre todo papel que llegaba a sus manos.

Su continua inspiración seguía ocupando páginas y llegó a anotarse para recibir un muñeco articulado y poder usarlo para mejorar las poses artísticas. El destino hizo que quien recibiera el paquete fuera su padre, de carrera militar, que al ver su contenido y enterarse para qué era le instó a que se dedicara a estudiar ya que de eso "no podría trabajar". Sin embargo, esa anécdota terminó siendo el puntapie inicial para que De los Ríos comenzara a pensar en su futuro como dibujante.

De su infancia se rescata también otro hecho que marcó para siempre su vida: conocer a Delma Martínez, su compañera de vida por más de 50 años, y con quien pasó innumerables horas de vigilia mientras Jorge cumplía con algún trabajo pactado. No hay momento en que no la recuerde y destaque su crucial papel en su vida profesional y familiar, este último signado años más tarde con la llegada de tres hijos que siguieron también la vocación artística de su padre.

Pero para comenzar esa historia juntos que ambos soñaban, Jorge de 18 años salió a buscar trabajo y consiguió un puesto en una empresa agrícola que necesitaba un dibujante plumista y de publicidad.

Ya casado con Delma en 1961, a la edad de 20 años, presentó su carpeta de trabajos de caricaturas en la revista River, club en que alimentaba su pasión futbolera y que compartía con su padre. "Me aceptaron lo que presenté y el director me propuso trabajar con ellos", recuerda Jorge, cuyo primer trabajo publicado allí fue una caricatura del celebre arquero Amadeo Carrizo. Por aquellos pasillos, conoció a destacados artistas como Calé, entre otros, con quien una entablaría amistad de por vida.

Su continua inspiración seguía ocupando páginas y llegó a anotarse para recibir un muñeco articulado y poder usarlo para mejorar las poses artísticas. El destino hizo que quien recibiera el paquete fuera su padre, de carrera militar, que al ver su contenido y enterarse para qué era le instó a que se dedicara a estudiar ya que de eso "no podría trabajar". Sin embargo, esa anécdota terminó siendo el puntapie inicial para que De los Ríos comenzara a pensar en su futuro como dibujante.

De su infancia se rescata también otro hecho que marcó para siempre su vida: conocer a Delma Martínez, su compañera de vida por más de 50 años, y con quien pasó innumerables horas de vigilia mientras Jorge cumplía con algún trabajo pactado. No hay momento en que no la recuerde y destaque su crucial papel en su vida profesional y familiar, este último signado años más tarde con la llegada de tres hijos que siguieron también la vocación artística de su padre.

Pero para comenzar esa historia juntos que ambos soñaban, Jorge de 18 años salió a buscar trabajo y consiguió un puesto en una empresa agrícola que necesitaba un dibujante plumista y de publicidad.

Ya casado con Delma en 1961, a la edad de 20 años, presentó su carpeta de trabajos de caricaturas en la revista River, club en que alimentaba su pasión futbolera y que compartía con su padre. "Me aceptaron lo que presenté y el director me propuso trabajar con ellos", recuerda Jorge, cuyo primer trabajo publicado allí fue una caricatura del celebre arquero Amadeo Carrizo. Por aquellos pasillos, conoció a destacados artistas como Calé, entre otros, con quien una entablaría amistad de por vida.

Un compañero de trabajo que se había ido a trabajar a otra editorial lo contactó porque iban a sacar una revista que se iba a llamar Anteojito. "Un día me llamó diciéndome que Manuel García Ferré quería verme, a lo que le dije que no podía porque estaba con mucho trabajo", recordó Jorge sobre cómo se dio su primer encuentro con el destacado artista gráfico y animador español radicado en la Argentina desde los 17 años.
"Me llamó varias veces y obtenía la misma respuesta. Al final le dije que sí y fui a tomar un café con él llevando el original de la tapa de Graciela Borges. El tenía un poder de convicción tremendo y mucho carisma que volcó a sus personajes", rememoró el artista.

De ese encuentro, surgió el ofrecimiento de un trabajo en la revista a la que aportaría sus conocimientos didácticos. "En esa reunión me convenció y entré ahí como dibujante serio. Una de las primeras cosas que hice fue una central de San Martín e hice también de otras fechas patrias. Pero un día surgió un problema porque García estaba haciendo películas e iba sacando dibujantes y quedaban espacios vacíos. Entonces ingresa preguntándome si tenía la tapa de Anteojito. Ahí caigo que la iba a hacer yo y me quedé otra noche. Mi señora me apoyó, se sentó conmigo acompañándome. Cuando salió, vino García y me dijo que estaba muy buena. Sin darme cuenta, terminé haciendo las tapas", dijo entusiasmado el dibujante, que de las 1.925 tapas que salieron en aquel medio, tuvo la autoría de 1.500. En sus trazos se vieron reflejados personajes que marcaron varias generaciones de niños como son Larguirucho, Hijitus, Anteojito, Antifaz, Pichichus, „omi, Neurus, Serrucho y Cachavacha, entre otros.

Dentro de la revista Anteojito se habían publicado algunas figuritas de jugadores de fútbol. Lo que no sabían al hacerlo es que la empresa Crack tenía los derechos de publicación respecto a esos personajes. "García me envío a hablar con ellos. Cuando fui me dicen que me habían estado buscando también a mí porque estaba publicando un montón de cosas sobre deporte y no podían saber quién era. Yo les aseguré que yo no había hecho figuritas a lo que me contestan "nosotros tenemos todos los derechos", subrayó el caricaturista quien no percibió que ese argumento se aplicaría a su trabajo ya que hacía "cosas periodísticas porque con las caricaturas ponía la reseña de cada jugador que venía de mi archivo deportivo, y se vendía". Cabe destacar que con el material recopilado de forma personal, De los Ríos sacaba una publicación que tenía una tirada de 40 mil ejemplares.

Fue durante ese encuentro que surgió también la posibilidad de hacer un libro en que en cada página contara con un jugador de un cuadro representativo para pintar. La propuesta fue bien recibida y el dibujante comenzó a trabajar para ellos. Posteriormente, se sumó también Figuritas Sport, en 1967, donde dibujó 162 tarjetas deportivas en que se incluían a personalidades del área y también del espectáculo. Así, los tarjetones tenían, de un lado, la caricatura y del otro los datos técnicos. Hubo luego otras colecciones similares, dado el éxito que esta iniciativa generó en el público infantil y también en el mundo de los fieles hinchas, a tal punto que se imprimieron más de 10 millones de unidades por serie de figuritas para ser vendidas en el país. 

"PIN PIN".

Luego Jorge llevó una idea que había marcado a fuego su niñez: un juego que replicaba una cancha, con arcos y jugadores y en que se avanzaba utilizando un lapiz un botón. "Era el sueño de mi vida. Mi papá le decía el ""Pin Pin"" porque nos pasábamos horas entretenidos con mi hermano mientras movíamos un botón y un lápiz. Recuerdo que primero le hicimos la canchita, los arcos y yo le tejí la red. Era una distracción que nos apasionaba", reflexionó Jorge.

"Para hacer los jugadores -agregó-, yo tenía un sistema que se plegaba, se armaba y separaba las fichas. Ya lo había hecho con Anteojito. Me acuerdo de que el director de Crack fue a la tesorería y al rato vino el tesorero con un cheque por la idea. Yo estaba acostumbrado a entregar y cobrar, pero ahí por primera vez me lo pagaron antes como adelanto. Eran 70 mil pesos y no estaba acostumbrado a cobrar por mis ideas. En ese momento ganabas 15 mil pesos por mes y vivías muy bien. Después por la realización les tuve que pasar un presupuesto. Y ese primer pago era sólo por el 50 por ciento porque realizarlo llevaba un tiempo de organización y podía en el interín salir algo parecido. Si esto sucedía no lo iban a sacar. La organización eran los 6 equipos grandes con 18 jugadores y era una cantidad importante de trabajo".

NUEVOS HORIZONTES.
Para 1968, la revista Canal TV dejó de salir y De los Ríos se afianzó con su trabajo en Anteojito. Dos años más tarde, dejaba de trabajar para Crack ya que García Ferré quería que trabajase en exclusiva en sus proyectos, en el que había colecciones como las Pantallitas Hijitus. Las iniciativas seguían surgiendo en la mente de García Ferré y contaba con el talento de De los Ríos para plasmarlo con sus dibujos.

En 1972, el gran realizador español decidió sacar nuevos productos cinematográficos, ya en 1967 la serie animada Hijitus transmitida por Canal 13 había logrado una enorme aceptación, y llevó a la pantalla a Anteojito y Antifaz. Con el nombre "Mil intentos y un invento", estrenado el 14 de septiembre de 1972, García Ferré lograba su primer largometraje animado. Luego le siguió el "Libro gordo de Petete" que tuvo 300 episodios.
"El dibujo animado son 12 o 24 dibujos por segundo. Había que sacar por lo menos cada dos días un tema de tres minutos y el equipo de García se reveló ya que les parecía imposible dado el poco tiempo para el secado de las piezas. García me comentó la situación y me llama a la oficina donde los estaban haciendo. Yo tenía unas figuras articuladas que permitían animar cada parte del dibujo", explicó Jorge. Esto permitía no recurrir al método tradicional de animación que era más complejo y costoso.

Así, trabajando codo a codo un sábado con García Ferré lograron terminar un primer capítulo dedicado a la nieve. "Con un solo dibujo y hecho a color podía lograr hasta 10 segundos de animación. Luego me puso un equipo a mi disposición porque se habían frenado los largometrajes, pero al primer mes, me sacó uno, al siguiente dos y finalmente terminé quedándome solo con mi señora de noche. Yo vivía prácticamente en la empresa: me iba a la mañana y volvía a casa a las 2 de la mañana. Entonces ella venía a las 22 y cortaba y articulaba los dibujos. Con ella pude lograr avanzar con Petete porque era articulado y la mayoría que los veía no se daban cuenta porque iba dirigido a un público infantil", recordó Jorge.

Durante aquellos años la visión de García Ferré tenía un importante sustento en el carisma artístico de De los Ríos y este, a su vez, en Delma. La bonanza que comenzó a notarse gracias a todo el arduo trabajo reforzó la idea de seguir trabajando aun pese a los alerta en la salud de De los Rios que fumaba hasta cuatro paquetes de cigarrillos y dormía muy poco.

En tanto, la realización de Trapito, basada en la historia de un espantapájaros y que se estrenó en 1975, tuvo una impronta familiar ya que además de sumarse Delma, también lo hicieron sus hijos, quienes comenzaban sus primeros pasos en el mundo del dibujo. Luego le siguió una serie de cortometrajes como "Saber más con Calculín" e "Ico, el caballito valiente", realizada en 1981 pero recién estrenada en 1987.

MAESTRO.
Aún con todo el trabajo que ya tenía, Jorge llegó a armar un emprendimiento propio junto a sus compañeros Córdoba y Pérez Agüero. Denominado CPD, iniciales de cada uno de los tres, el trabajo dio nacimiento a un personaje emblemático: el monstruo Casimiro. Con voz ronca, el personaje daba las buenas noches e instaba irse a domir a los miles de chicos que de un día lo descubrieron en las pantallas de sus televisores. Fue tanto el éxito que costaba que se fueran a sus camas y esperaban la canción que el monstruo cantaba con una melodía rockera bastante desafinada. Pese a su éxito, el personaje fue sacado al aire y reemplazado por Goma Goma, una simpática serpiente. Luego le siguió „omi, el duende del lápiz, una de sus mejores creaciones, y Willy Baterola.

Todas estas experiencias junto a múltiples más hicieron que en 1989 comenzará un nuevo capítulo de su vida cuando comenzó a dar clases en la Escuela de dibujo Carlos Garaycochea. Allí, De los Ríos brindaba el curso de caricaturas a decenas de entusiastas que habían crecido con sus ilustraciones.

Los cambios tecnológicos, los embates de las sucesivas crisis económicas y la fuerte caída de ventas de la revista Anteojito motivaron a que el 28 de diciembre de 2001 llegará por última vez a los kioscos. La decisión causó gran tristeza en los miles de lectores que en su infancia habían crecido junto a ella durante sus 37 años.

Ya concluida la relación laboral con García Ferré, De los Ríos volvió a sus pasiones de toda la vida: el fútbol y las caricaturas. Este trabajo sigue dejando un legado importante al que hace pocas semanas atrás se le sumo el lanzamiento del álbum de la música nacional, una iniciativa del Instituto Nacional de la Música.

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

Imágenes DIARIO LA PRENSA. 

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