La estrategia fabiana
del socialismo.
Por José Azel
La estrategia fabiana toma su nombre de Quintus Fabius Maximus Verrucous, el dictador romano encargado de derrotar al gran general cartaginés Aníbal durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 BC). En esencia, la estrategia de Fabián es una estrategia militar en la que se evitan grandes batallas para erosionar a un oponente a través de una guerra de desgaste.
El contendiente que emplea la estrategia de Fabián acosa al enemigo con escaramuzas para causar deterioros, interrumpir las líneas de suministro y debilitar su moral. Para derrotar a Aníbal, Fabius evadió enfrentamientos épicos privándolo del valor propagandístico que dan las grandes victorias. En los Estados Unidos, George Washington uso la estrategia fabiana para hostigar a los británicos, y en Rusia la estrategia fabiana se usó contra La Grande Armée de Napoleón.
En 1884, se fundó en Londres la Sociedad Fabiana con el objetivo de promover el socialismo a través de reformas graduales en las democracias. Hasta el día de hoy, la Sociedad Fabiana ejerce una influencia significativa en la política británica, como lo demuestra que el ex-primer ministro Tony Blair sea miembro de ella. El logotipo de la Sociedad es una tortuga que representa la preferencia por una transición lenta e imperceptible hacia el socialismo. Curiosamente, el escudo de armas original de la Sociedad Fabiana era un lobo con piel de cordero, que indicaba la estrategia del grupo para lograr sus objetivos.
En el período entre las dos guerras mundiales, muchos, como Jawaharlal Nehru de la India, quedaron cautivados por las ideas fabianas. Más tarde estos líderes enmarcaron las políticas económicas de sus países según los lineamientos socialistas fabianos de empresas estatales en sectores económicos claves como telecomunicaciones, transporte, electricidad, minería y otros. Estos líderes socialistas fabianos también demonizaron la propiedad privada y el espíritu empresarial a través de altos impuestos, regulaciones onerosas y nacionalizaciones.
El socialismo marxista clásico se basa principalmente en una estrategia leninista revolucionaria como lo ejemplifican las revoluciones armadas en Rusia, China, Cuba y otros países. Por el contrario, el socialismo fabiano quiere alcanzar los mismos objetivos socialistas a través de procesos evolutivos o parlamentarios. Sin embargo, al igual que el socialismo revolucionario, el fabiano busca una completa reestructuración económica, política y social de la sociedad. Los socialistas fabianos no tienen objeciones a la reestructuración sociopolítica y económica que desean los socialistas revolucionarios, simplemente prefieren un método diferente para lograr una sociedad socialista.
Hoy, encontramos políticos de estilo fabiano como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, que abogan por una transformación socialista en los Estados Unidos. A menudo, estos políticos usan a Suecia como su modelo de país supuestamente socialista. Y, de hecho, Suecia ensayó una fuerte dosis de políticas socialistas en los años setenta y ochenta. Las políticas de ese período de tiempo le dieron a Suecia la reputación de un país socialista de altos impuestos, amplias regulaciones y generosos programas gubernamentales.
Sin embargo, ese experimento socialista fracasó y el país se encontró con innumerables problemas socioeconómicos. En esa etapa, el Banco Nacional de Suecia llegó a tener una tasa de interés del 500 por ciento. Imitando la ficción, Suecia evocó la novela La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, cuando muchos de sus empresarios y personalidades influyentes abandonaron el país.
Los congresistas Ocasio-Cortez y Sanders deberían actualizar su modelo, porque Suecia cambió sabiamente el rumbo durante las últimas dos décadas. Hoy, lejos de ser un país socialista, Suecia es una economía de libre mercado con políticas de tipo libertario, como cuentas de pensiones privadas, un sistema de vales escolares con libertad de elección, bajos impuestos corporativos y cero impuestos sobre la riqueza, la propiedad y la herencia.
El estudioso sueco Johan Norberg señala que las encuestas en Suecia muestran que solo el diez por ciento declara ser socialista. Irónicamente, según una encuesta de Gallup, el 57 por ciento de los demócratas estadounidenses y el 16 por ciento de los republicanos tienen una actitud positiva hacia el socialismo. En consecuencia, parece que hay más socialistas en el Partido Republicano de EE. UU. que en Suecia.
Es poco probable, en nuestros tiempos, que veamos un giro hacia el socialismo revolucionario en cualquier país desarrollado. Sin embargo, el socialismo avanza con una estrategia fabiana de transición lenta e imperceptible dentro de un marco democrático, tal como lo diseñó la Sociedad Fabiana en su escudo: un lobo con piel de cordero.
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