Por Fernando Sorrentino.
En fecha tan lejana como 2003.
Mientras buscaba otra cosa entre mis caóticos papeles, el azar exhumó un recorte amarillento: en la edición del 27 de abril de 1991, el Argentinisches Tageblatt, de Buenos Aires, incluye el artículo ""Martín Fierro und seine †bersetzer"" (el Martín Fierro y sus traductores), que firma Marion Kaufmann.
De su entrevista con Alberto Gómez Farías -presidente del Círculo de Traductores del Martín Fierro- se desprende que, hasta ese momento (1991), del libro insigne podían encontrarse treinta y tres versiones en otros idiomas o dialectos: alemán, árabe, armenio, calabrés, catalán, coreano, croata, checo, chino, eslovaco, esloveno, esperanto, francés, gallego, griego, guaraní, hebreo, hindi, húngaro, ídish, inglés, italiano, japonés, lituano, polaco, portugués, quechua, rumano, ruso, serbio, sueco, ucraniano y vascuence. A su vez, de algunas lenguas (inglés, italiano, portugués) se publicaron varias versiones diferentes.
Es en extremo probable que, a la fecha, esa cantidad de traducciones se haya acrecentado, pero el caso es que yo no puedo ofrecer precisiones.
RAUL LAVALLE.
Raúl Lavalle -excelentísima persona sin otra mácula que ser hincha de Boca-, catedrático de lenguas clásicas y hombre de muchas inquietudes en el amplísimo abanico de las llamadas bellas letras, es amigo mío desde -digamos- el paleolítico. Sus explicaciones me han librado no pocas veces de las derrotas a que me sometían los señores Virgilio, Horacio u Ovidio, de textos asaz intrincados para mis alcances de seudolatinista de tercera de ascenso.
Por alguna perversidad en común, tanto él como yo hallamos placer en visitar los recovecos que nos reserva la dilatada comarca de la literatura, con su séquito de agradables compañeros de ruta: estilística, lingüística, gramática..., multifurcados en variantes, géneros, modalidades, estilos, versificaciones..., o como quiera llamarse a esta profusión, tan desorganizada como estimulante.
Como parte de estas placenteras excursiones por los meandros de las letras, Raúl ha realizado, el año 2020, una traducción al latín de la primera parte del Martín Fierro, es decir la titulada El gaucho Martín Fierro (1872).
Veamos el comienzo del Martinus Ferreus. He aquí, entre tantos posibles, los seis botones de muestra con que se abre el Poema:
Hic canere incipiam,
symphonia comitante:
homo enim maerore afflictus,
quem suscitat ardua vita,
similis avi desertae,
canendo maestitiam lenit.
A Sanctis peto caelorum
ut adiuvent mentem meam;
hac in hora ab eis peto,
in qua historiam sum scripturus,
ut revocent meam memoriam
et mundent mihi intellectum.
Venite, miraculosi
sancti in meum adiutorium,
quia mihi lingua torpet
ac nodatur; caecus fio.
A Deo peto ut mihi faveat
in occasione calvata.
Multos novi, qui canebant,
qui mortem fama vicerunt;
qui, post famam bene captam,
eam male servaverunt:
similes cursoribus sunt,
qui in carcere fatigantur.
Sed, ubi praeterit criollus,
Martinus Ferreus praeterit;
nihil cogit eum retro vadere
neque phantasmata terrent
et, quia omnes canere solent,
ego quoque sum canturus.
Canens moriturus sum,
et canens sepultus ero
canensque venturus sum
ad pedem aeterni Patris,
quia a ventre matris meae
in mundum veni ut canam.
EXPLICACIONES:
La traducción de Lavalle está precedida por un extenso "A modo de presentación", del que transcribiré una mínima parte:
"Más o menos a mediados de 2019 se me ocurrió intentar una traducción del Martín Fierro al latín. Lo de "se me ocurrió" es algo mentiroso, porque -hasta donde sé- hubo dos precedentes. Tengo una fotocopia de alguien llamado Ricardo Montiel, quien publicó, en una revista de poesía llamada Xul (nº 4, ag. 1982), traducciones de las primeras seis estrofas del poema: al latín, al griego ¡y al sánscrito!, respectivamente. También Fermín Chávez hizo una "translatio fragmentorum latina" (Pueblo Entero, 1998). El trabajo de Chávez se limitó a tres cantos. Animado moralmente por estos dos héroes, me puse a la tarea.
Tengo que aclarar que no hice traducción, sino versión (¿hoy dirían reescritura?). Con ello quiero decir que me tomé muchísimas libertades; a veces más por gusto personal que por no poder hacerlo más literalmente. Usé el metro octosílabo pero sin rima. En las primeras estrofas acudí a un ritmo trocaico acentual, pero pronto dejé de lado eso, pues me pareció demasiado monótono para una obra de tal extensión".
PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA. Imagen: Diario LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/515856-El-gaucho-Martin-Fierro-en-latin.note.aspx
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