A 47 años del salvaje asesinato del coronel Argentino del Valle Larrabure a manos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, reveló a La Prensa que se inició la fase preliminar de estudio sobre su martirio, primer paso para evaluar la causa de su canonización.
"Según las normas procesales para las causas de los santos, primero hay que ver si hay materia para que pueda ser reconocido como mártir", explicó el obispo, quien apuntó que "con las nuevas normas de la Santa Sede establecidas por el papa Francisco el martirio puede ser reconocido a quien haya entregado la vida a causa de su fe en Cristo por amor a la verdad o a la patria".
"Una vez terminado el estudio preliminar haremos una consulta a los obispos para conocer su parecer y, si consideramos que es viable, elevaremos un pedido de permiso para que la Santa Sede diga si, a su juicio, nada obsta para la apertura de la causa", añadió. "Y solo entonces comenzaría la fase diocesana de la causa". Sin embargo, el prelado, que es delegado episcopal para la causa de los santos, admitió a este diario que "ya fue tanteando" la opinión y en la Santa Sede le indicaron que procediera con la investigación.
"Tenemos muchos testimonios que hemos recogido, testigos que han manifestado conocer el caso, pero estamos en una instancia preliminar", prosiguió el obispo, quien puntualizó que la causa es impulsada por un grupo de laicos. Añadió que su vicario judicial se ocupará de recolectar todos los testimonios posibles, sus escritos, su diario desde el cautiverio, sus cartas.
El obispo señaló que "está documentado que no se suicidó, como algunos pretendieron hacer creer", pero insistió en que "igualmente todo esto tendrá que ser estudiado por una comisión histórica".
De los escritos de Larrabure surge lo que parece una manifestación de virtud en grado heroico por la forma en que aceptó su martirio. Monseñor Olivera coincide: "Sin dudas. El mensaje de perdón, la invitación a su familia a que no abrigar odios, apunta en esa dirección. Es el mensaje evangélico de amar al enemigo".
La paradoja del caso es que parece un mártir sin martirizadores, porque la Justicia argentina se empecina en negar que haya sido un crimen de lesa humanidad, como resolvió la Cámara Federal de Casación Penal, un dictamen que fue apelado ante la Corte Suprema. "Por más que diga eso la Justicia, alguien lo secuestró, lo torturó, lo mató y tiró su cuerpo", afirmó el obispo.
Arturo Larrabure, hijo del coronel, recibió con alegría la noticia del inicio de esta fase preliminar, según confió a La Prensa. "Con mucha alegría porque uno es creyente y cuando reza se dirige a él también. Pero si alguna vez alguien me hubiera dicho de niño: tu padre va a ser santo, no lo habría podido imaginar", dijo.
El caso de Larrabure, quien era ingeniero químico, es emblemático. Secuestrado el domingo 11 de agosto de 1974, en pleno gobierno constitucional de Isabel Perón, durante el ataque de unos 70 guerrilleros del ERP a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María, Córdoba, de la que era el subdirector, fue retenido más de un año en una celda subterránea, debajo de una mercería, en Rosario. El 19 de agosto de 1975, cuando tenía 43 años, fue asesinado y su cuerpo arrojado a una zanja.
TORTURAS.
Fue un año de cautiverio en una celda de dimensiones mínimas y sin altura suficiente para ponerse de pie, privado de noticias sobre su familia porque los mensajes eran muy escasos, con torturas físicas y hasta psicológicas. "Las torturas físicas -dice Arturo Larrabure- iban desde atarlo al camastro hasta pasajes de corriente eléctrica; el hambre, porque perdió 48 kilos, su asma agravada por el encierro en un lugar húmedo y sin luz solar, y el estrangulamiento final".
"Después están las torturas psicológicas", continúa. "Porque le ofrecían trabajar para el ERP haciendo explosivos para recuperar la libertad. Y él les respondió: `A ese precio no; prefiero la muerte'. Y también: `Hijo mal parido sería trocar este mísero encierro mientras mi alma se envilece en el fango de estos miserables'".
El libro que escribió Larrabure hijo sobre el caso de su padre, Un canto a la patria (2005), es estremecedor. En su opinión, la razón para que se estudie hoy su martirio "es la actitud que él toma frente a su calvario. Porque él podía haber esperado simplemente la muerte, pero se dedicó a acercarse a Dios, a dejar un mensaje para la familia. Lo toma como un ofrecimiento de su vida a Dios, a la Patria y a la familia. El perdón que él da a sus captores y que nos pide que nosotros también demos es lo central".
Por Agustín De Beitia.
PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA. Imagen del mismo diario LA PRENSA.
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