El periodismo como profesión da algunas satisfacciones. Una, no menor, es el orgullo de descubrir que lo que se escribió años atrás no ha sido condenado por el tiempo, el más imparcial de los jueces. Que un texto no haya perdido un gramo de vigencia también debe ser motivo de gozo para un pensador de fuste como Santiago Kovadloff (Buenos Aires, 1942). ¡Y qué mejor reconocimiento que un sello se anime -la edición siempre es una apuesta arriesgada- a reimprimir sus creaturas!
Emecé acaba de publicar, en efecto, un volumen que reúne ensayos enteros que Kovadloff compuso desde los ochenta hasta 2018. La antología se nutre de nueve libros y se titula 'La aventura de pensar' (554 páginas).
Se trata de un libro de Alta Filosofía, por ende no es para lectores con prisas. Puede que la prosa resulte algo monótona; no tiene la belleza de un George Steiner, una de sus influencias primordiales. Puede también que sobren palabras y, al principio, tropezamos con cierto abuso del calembour (ese ripio que tanto incomodaba a Borges). Pero las virtudes del contenido son muy superiores a los defectos de la forma.
Kovadloff es un erudito de la cita, siempre pertinentes e inspiradoras. He aquí un libro que se recomienda leer con un lápiz en la mano. También es un fino crítico literario. Montaigne, Rimbaud, Maquiavelo, Pablo de Tarso, Camus, Descartes, entre otros, no escaparon a su ojo atento y su mente prodigiosa.
Nos ofrece el autor, pues, una síntesis de altísima calidad e infrecuente profundidad de su evolucíon intelectual, consagrada a las mejores causas. La obra exhala arrojo cívico. ¿Hace falta recordar que Kovadloff es un paladín de la República, un tenaz adversario de la cultura autoritaria?
Los esbirros de Cristina con título universitario deberían leer con atención la sugerencia que se formula en la página treinta y cuatro:
"...Cuando un intelectual asume el compromiso de la militancia partidaria en un contexto como el latinoamericano, debiera empeñarse a fondo y ante todo combatir el autoritarismo vigente en sus propias filas, es decir todo lo que en ellas compromete el afianzamiento de la democracia".
Lo escribió Kovadloff en 1990.
EL SILENCIO ELOCUENTE
Frente a lo que no se puede nombrar es mejor quedarse callado, advertía Wittgenstein. Por fortuna, S.K. no ha prestado atención al dictum. El segundo libro resumido es una espléndida meditación sobre el silencio. Toma cuatro experiencias para consignar su trascendencia: poesía, amor, música y pintura.
Podría hacerse un pequeño diccionario con las precisas definiciones del filósofo. Página ochenta y uno: Poeta es aquél que "que ha sido inspirado, convocado para infundir forma, es decir contenido discernible, a lo irreproducible por él escuchado"... "poeta no es quien sabe emplear el idioma, sino aquel que se muestra apto para desembarazarse del uso corriente del idioma...".
En el compendio de Lo irremediable: Moisés y el espíritu trágico del judaísmo -un viaje al corazón de uno de los tres grandes monoteísmos- encontramos una sagaz conjetura. El autor postula que la primera referencia a la "solución final del problema judío' en la vida intelectual alemana la encontramos en los escritos juveniles de Hegel. Es decir, hay ahí una minuciosa y terrible justificación del antisemitismo exterminador. Algo podrido estaba cocinando el pueblo alemán a principios del siglo XIX.
Podría escrbirse otra media páginas con los hallazgos filosóficos y estéticos de la vasta obra de Kovadloff. No obstante, para no abrumar, y para dar al lector una idea cabal de la variedad del tomo, baste con mencionar otros temas magníficamente tratados: Elogio de cierta rutina, ¿Progresa el arte?, El enigma del sufrimiento, Retrato de la alegría, las Madres de Plaza de Mayo, La vejez, drama y tarea, Socrates y el profeta.
En la página doscientos diecisiete, el ensayista republicano se empeña en rescatar un apego, fruto del interés intelectual, no de la curiosidad que siempre será nómade: "Releer es insistir, persistir, demorarse, volver a preguntar y querer llegar al fondo. Un hábito, en suma, hostil al entretenimiento frívolo y a la estética del relax". Y añade: "Acaso una buena definición de los clásicos sea ésta: autores que merecen ser releídos".
Atentos a la descripción del párrafo anterior, no sería erróneo afirmar que los ensayos de Santiago Kovadloff son ya un clásico.
PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/515160-Kovadloff-el-pensamiento-elevado.note.aspx
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