Por Roberto L. Elissalde.
Es bien conocido la pasión por la lectura del general San Martín, que desde Europa y luego a través de la Cordillera pasó su famosa librería como llamaba a su biblioteca; desde Santiago a Valparaíso y de allí a Lima, donde la dejó como base para fundar la Biblioteca Pública del Perú que fue otra de sus creaciones; y de cuya inauguración se cumplió el bicentenario el 11 de setiembre del año pasado.
Poco después de la medianoche del 10 de mayo de 1943 el guardia Valeriano Grados que hacía la ronda nocturna por el edificio de la Biblioteca Nacional, advirtió un siniestro e inmediatamente dio el aviso. Una hora después los bomberos de la ciudad intentaban contener el fuego que se había iniciado en la parte posterior del edificio y avanzó hacia el frente sobre la avenida Avancay, y tomó el segundo piso donde funcionaba la Sociedad Geográfica del Perú y el Instituto Histórico, cuyas existencias se perdieron totalmente, salvándose en cambio de milagro el Archivo Nacional.
Al filo del mediodía el fuego había sido controlado, pero lo que éste no pudo destruir lo hizo el agua, perdiéndose en valioso patrimonio ``100.000 volúmenes de ellos 40.000 manuscritos irremplazables''.
En Buenos Aires se informaba que la ``obra de las llamas deja al mundo sin una de las bibliotecas más completas, pues esta institución había sobrepasado con su influencia cultural los límites nacionales para alcanzar relieve universal''.
A la ve agregaba ``tiene para los argentinos, particularmente, una alta significación, pues fue el general San Martín quien decretó la fundación de ese establecimiento el 28 de agosto de 1821 al cumplirse el primer mes de la declaración de la Independencia. Figuraban en la biblioteca del Libertador obras relacionadas con las más variadas manifestaciones de la cultura universal, ejemplares de extraordinario valor, muchos de los cuáles desaparecieron durante la guerra del Pacífico, pues el valor bélico afectó grandemente a tan valioso patrimonio. No obstante, aún se conservaban en los anaqueles ejemplares con ex libris del general San Martin, algunos tan valiosos y raros como uno de quiromancia, impreso en latín y publicado en 1489 en el cuál figuraban unas notas explicativas del texto latino, al parecer escritas por la propia mano del prócer''.
El gobierno peruano no se amilanó ante la tragedia y de inmediato formó una comisión para recuperar la Biblioteca que integraron el director de la misma, Carlos Romero (quien con más de 80 años, y 60 dentro de la institución desde los más modestos cargos; presenció la catástrofe) y el reconocido historiador Jorge Basadre, que habría de quedar al frente de la misma. La ciudadanía toda se encolumnó, se hicieron colectas y llegaban donaciones de libros en cantidad mientras que los gobiernos de Chile y de los Estados Unidos se ofrecieron, este último llegó a enviar profesores, que fueron el comienzo de la Escuela de Bibliotecarios que creó Basadre a raíz del incendio.
LOS LIBROS DE JUSTO.
El distinguido historiador R.P. Rubén Vargas Ugarte S.J., atinó pasar por Buenos Aires rumbo a Europa, el religioso que era un reconocido publicista y estaba ampliamente relacionado en nuestra ciudad, visitó algunos libreros entre ellos a Julio Suárez con local en la calle Lavalle 558, sede de reconocidas tertulias. Suárez, hombre de gran versación en lo suyo, había clasificado y ordenado la biblioteca del ex presidente general Agustín P. Justo fallecido el 10 de enero de 1943, instalada en su residencia de la calle Federico Lacroze 2154; y le comentó al sacerdote el deseo de la familia de vender tan notable colección.
Inmediatamente Vargas Ugarte notificó al director Basadre, quien a su vez consultó con otros funcionarios y distinguidas personalidades de la cultura peruana, los que se dirigieron al presidente doctor Manuel Prado, destacando la brillante oportunidad que se les presentaba de adquirir tan importante biblioteca.
El gobierno del Perú actuó con rapidez y obtuvo los recursos y los medios para la compra en marzo de 1945, contrato firmado por la suma de 484.812 pesos argentinos según Normando Ivaldi. Esta cifra era muy cercana a la que había resultado en la tasación judicial llevada a cabo por el librero Suárez, el doctor Mariano de Vedia y Mitre, ex intendente de la ciudad de Buenos Aires durante la presidencia de Justo y miembro de las Academias Nacionales de Historia y de Letras y del historiador profesor José Torre Revello en carácter de peritos tasadores; quienes habían estimado el valor en 520.936 pesos.
Así pasó al Perú esta magnífica biblioteca americanista de temas históricos, ciencia geográfica, lenguas americanas, libros de viajeros, crónicas religiosas, relaciones de méritos y servicios, publicaciones de época, álbumes recordatorios, periódicos, revistas, manuscritos, libros de edición limitada, con encuadernaciones de lujo, un rico patrimonio en clásicos y obras de la literatura universal, algunos de ellos en ejemplares numerados en papel Japón. Un total de 5.100 títulos, que nos ligan una vez más al Perú y que preserva esta biblioteca que fue orgullo de los argentinos.
VOCACION CIVIL.
San Martin fue un militar con vocación civil, como se demuestran en muchos actos de su vida pública; Justo tuvo como ejemplo la figura del general Bartolomé Mitre el gran biógrafo del Protector del Perú, y su biblioteca siguiendo los pasos de aquella fundacional sigue iluminando la cultura del hermano país. Justamente hace pocos días se cumplió el bicentenario de la partida del general San Martín del Perú, y allí quedó ese magnifico legado de sus libros en el que abrevaron varias generaciones de peruanos, lo que además nos permite afirmar que si grande fue como estratega y el campo de batalla, no menor dimensión adquiere el Libertador como hombre civil cuando pone su talento y hasta su patrimonio en beneficio de la cultura.
PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/520870-Una-biblioteca-argentina-en-el-Peru.note.aspx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.