Aunque parezca mentira, los defensores acérrimos del “gradualismo” y críticos de toda política de “shock” terminaron por perder más de US$ 7.000 millones de las reservas del Banco Central en menos de dos meses y obligaron a subir la tasa de referencia 1.300 puntos, mientras realizan un ajuste de las tarifas de los servicios públicos o de los combustibles que van del 400% al 1.500%, según el caso y el período.
Pero a casi 30 meses en el poder, también hay que comenzar a señalar los errores cometidos por el propio mandatario, sobre todo, dos “pecados mortales” que nunca deben consumar un Líder Político o un Buen Gobernante.
> El primero fue “enamorarse” de un grupo de colaboradores muy cercanos, lo que generó el segundo de los “pecados mortales”:
> se dejó “entornar” por este conjunto de funcionarios que, en realidad, deben ser “fusibles” de la gestión, dado que no hay “imprescindibles”, ni“intocables”, ni “irremplazables” en el Gobierno; salvo el mismísimo Presidente de la Nación.
En el fondo, las incongruencias del inexistente equipo económico, las internas salvajes y las inconsistencias macroeconómicas, terminaron por estallar; no como advirtieron kirchneristas y ultraliberales, que pronosticaban megadevaluaciones, crisis de deuda o proceso hiperinflacionarios. Pero sí hubo alertas sobre el error de fomentar el “carry trade” que generaban las estrategias equivocadas del BCRA y de la Casa Rosada. En este tema, los pronósticos vinieron de economistas heterodoxos a ortodoxos y desde la izquierda boba a los lilbérrimos, el Gobierno no puede decir que no tenía conocimiento del tema.
Hoy queda claro que fue un error del Banco Central incentivar el ingreso de inversores extranjeros y pequeños ahorristas locales en las colocaciones de Lebacs. Es cierto que sin esa estrategia, a la entidad se le habría complicado cumplir con sus metas de tasa de interés. Pero desde que se aprobó el Impuesto a la Renta Financiera, el equipo de Federico Sturzenegger debería haber “incentivado” la salida de los “capitales golondrinas” y del “chiquitaje”, por “goteo”, en vez de tener que hacer frente a la inmensa estampida de venta de dólares que vimos en los últimos días. Ese error, es casi imperdonable.
Confusiones
A casi 7 meses, queda en claro el enorme daño que le causó al Gobierno de Mauricio Macri haber ganado tan holgadamente las elecciones legislativas. Como resultado de la votación, la soberbia inundó los pasillos de la Casa Rosada. La consecuencia fue creer que Jaime Durán Barba es milagroso, que Marcos Peña es un estratega fenomenal y que Mario Quintana podía jugar el doble rol de “negociador político” y “Súper Ministro de Economía”, al mismo tiempo. Incluso, salió de las sombras Vladimir Werning, un ex JP Morgan, hombre del “riñón” del accionista de Farmacity, que por estas horas suena como posible reemplazante de Nicolás Dujovne.
Luego del éxito electoral de Octubre, el Gobierno de Mauricio Macri proclamó, en una “fiebre de triunfalismo”, que la reelección estaba asegurada, que el kirchnerismo estaba en decadencia, que el peronismo nunca se podría reunificar y que sindicalistas y gobernadores eran fácilmente “seducibles”, a fuerza de más Gasto Público, más emisión de moneda, más obra pública y más mensaje político vacío de contenido.
Fue así como en 9 días, el Gobierno lanzó una Reforma Laboral que, supuestamente, había sido aceptada por los sindicalistas; y una Reforma de la Coparticipación Fiscal, que los Gobernadores habían apoyado, siempre a cambio de más fondos del Tesoro Nacional. En el camino, cerraron un plan para reconocer la deuda fiscal que tenía el Gobierno Nacional con la Provincia de Buenos Aires y había negociado el retiro de demandas similares de otras provincias. En ese marco, imponer la Agenda Parlamentaria macrista en el Congreso parecía un “trámite express”.
Desde ese período donde se impuso la soberbia, la minimización de los problemas y el desprecio hacia la oposición, a la fuga de casi US$ 5.500 millones en menos de 6 días hábiles, hubo 2 puntos de inflexión que hicieron derrapar al Gobierno de Mauricio Macri, que terminó por caer en una crisis de credibilidad y gestión que está lejos de haber finalizado con las medidas de “maquillaje” que se anunciaron el viernes 04/05.
> En lo político, el punto de quiebre fue esa fatídica jornada en la Cámara de Diputados, cuando el massismo y el kirchnerismo obligaron a “Cambiemos” a levantar una sesión con quórum, mientras en la Plaza de los Dos Congresos, las fuerzas de seguridad eran corridas a piedrazos por grupos de ultraizquierda. A partir de ese momento, el Gobierno no acertó en recuperar el control de la agenda parlamentaria y no se anima a citar a sesiones ordinarias, con el temor de que la oposición imponga sus propuestas, pese a que casi no tienen el quórum para ganar una votación.
> En lo económico, la decisión de intervenir el Banco Central y cambiar las metas de inflación, dejándolas de lado, con su consecuente baja de tasa de interés; creó el “caldo de cultivo” necesario para facilitar la corrida contra el peso que vivimos en las últimas dos semanas, un salida de divisas que comenzó por los “capitales golondrinas” que no querían quedar “atrapados” en el Impuesto a la Renta Financiera; pero que luego desató un inmenso proceso de dolarización de carteras y salida de divisas.
El caldo de cultivo
No existen las casualidades y, tanto en política como en economía, se pueden hacer mil cosas, salvo evitar las consecuencias. Como efecto del triunfo electoral del año pasado, los críticos cercanos a Mauricio Macri fueron separados, con lentitud, pero con fortaleza, del Presidente de la Nación. Nicolás “Nicky” Caputo volvió a su rol de amigo (llegó a tener una oficina en la Casa Rosada), Rogelio Frigerio y Gabriela Michetti fueron alejados de la “Mesa Política”, lo mismo que Emilio Monzó, que terminó por anunciar su salida del Congreso el año que viene. Ya habían sido separados de sus cargos Alfonso Prat-Gay y Carlos Melconián. Ernesto Sanz también ingresó en el olvido del macrismo, por una causa judicial que le costó cientos de millones al Tesoro Nacional.
Con lentitud, Marcos Peña impuso su “modelo de gestión”: Obediencia férrea, obsecuencia y sordera ante las potenciales críticas. Ya desde el comienzo de la gestión macrista, el Jefe de Gabinete comenzó un proceso para colocar “gente de confianza” en roles claves, en todos los ministerios. Como la “gestión no arrancaba”, la desconfianza era la “Regla de Oro”. Pero, con el asenso de su “estrella”, el ViceJefe de Gabinete, Mario Quintana, lanzó un proceso similar y fueron designadas “gente de confianza” en las carteras donde se manejan los resortes y decisiones económicas.
El resultado de este “movimiento en pinzas” es que el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, tiene virtualmente “intervenida” su cartera; el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y su par de Finanzas, Luis Caputo, son voceros de lo que piensan Marcos Peña y Mario Quintana. Agroindustria está paralizada desde que asumió Luis Miguel Etchevehere. Transporte avanza con agenda independiente. El Ministerio de Interior, Obras Públicas y Vivienda, está eclipsado. Turismo y Salud, virtualmente no existen. El resto, tienen gestiones mediocres o malas.
Todo lo descripto desnuda las causas de la crisis de credibilidad a la que se llegó “puertas adentro” del poder. Pero la debilidad política que hoy exhibe el Gobierno de Mauricio Macri también se nota en las encuestas y en la falta absoluta de respeto que le tiene la oposición, ya sea la llamada “dialoguista” o la que encarnan los kirchneristas.
La verdadera grieta
Desde aquel triunfo electoral de Octubre del año pasado a hoy, la imagen positiva e intención de voto de Mauricio Macri han caído. La primera, hasta 20 puntos porcentuales, la segunda, varía según los estudios, pero no le alcanzaría hoy a “Cambiemos” para ganar las elecciones del año que viene en primera vuelta, con riesgo cierto de poder perder en el balotaje.
Mauricio Macri y los pésimos manejos políticos y comunicacionales rompieron el “pacto tácito” que existe entre los votantes y el elegido para conducir la Nación. En otras palabras, el Gobierno, que supo leer muy bien antes de la votación que la mayoría de la opinión pública quería un“cambio”, no cumplió con ese pedido una vez que ingresó a la Casa Rosada.
La principal crítica (y causa) para que una parte de los votantes de “Cambiemos” hoy se alejen del Gobierno es la curiosa “ética” macrista, que minimiza denuncias de corrupción de sus funcionarios, que “disculpa”que uno de sus ministros reciba $500.000 de “bonus” de la Sociedad Rural Argentina, que tiene al propio Presidente de la Nación mencionado en los “Panama Paper” o que mantiene en su cargo a un ministro que se robaba las cajas de Navidad de un sindicato intervenido y otro que se hace comprar los “Chocoarroz” con la “caja chica” de su cartera. Es una mezcla de lecturas ideologizadas de algo que permite la ley (una offshore) a sospechosas intervenciones sobre el Poder Judicial (como en el Caso Correo Argentino), pasando por temas mínimos como cenas en New York.
En estos 30 meses, una parte de los votantes de “Cambiemos” y de los “independientes” que votaron contra el kirchnerismo fueron de la sorpresa del triunfo a la desilusión, pasando por la alegría, las expectativas, la esperanza, la preocupación, el enojo y la crítica en voz baja.
Las mismas clases altas y medias que votaron contra el kirchnerismo, pese a que Cristina Fernández, le “regaló” US$ 80.000 millones en subsidios en las cuentas de luz, gas y agua (y que sabían que esas tarifas eran irreales), ahora salen a protestar o dicen que no votarán a “Cambiemos” cuando se regresan las facturaciones a valores históricos o niveles internacionales, se libera el precio de los combustibles o se dejan de lado las política de “precios cuidados” para los alimentos.
Los mismos votantes que compraron asado barato mientras se diezmaba el stock ganadero el kirchnerismo o que criticaban a Cristina Fernández por el cepo cambiarios; hoy no quieren pagar tarifas de servicios públicos realistas, no quieren que los precios del supermercado sigan subiendo y patalean por la creciente presión fiscal. Son los mismos que compran celulares de $17.000, pagan 18 cuotas por un viaje a Miami o Dubái, analizan cambiar la TV para ver el Mundial y compran zapatillas por $3.000. Sin duda, un votante incoherente.
Menor crebilidad
Mauricio Macri es un gobernante que le gusta gastar. En los 8 años que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los impuestos porteños aumentaron, el Gasto Público, creció; y la deuda, se incrementó. Lo mismo estamos viendo desde que asumió como Presidente de la Nación (más impuestos, más gasto, más deuda). ¿Va a cambiar ahora, luego de 10 años y medio en el poder, luego de ganar 6 elecciones seguidas y a 18 meses del intento de reelección (si es que se presenta, como dice todo el macrismo)? No parece sencillo que se produzca este giro.
Pese a que en la Casa Rosada celebren la “contundente” respuesta del Banco Central, lejos está de haber acabado la crisis. Junto con la pérdida de confianza hacia la Administración de Mauricio Macri, también se perdió la confianza hacia el peso. La dolarización de carteras se frenó sólo por que el BCRA colocó las tasas en niveles muy altos, pero el mercado y el Directorio de la entidad saben que no pueden mantener estos valores demasiado tiempo sin impactar en la incipiente reactivación.
Pero también existe un pérdida de confianza hacia Marcos Peña, Mario Quintana, Nicolás Dujovne y, quizás, hasta para Luis Caputo y Federico Sturzenegger. Este grupo ha cometido demasiados errores, demasiadas idas y vueltas y protagonizaron demasiadas riñas internas. Mauricio Macri necesita, desde hace muchos meses, “oxigenar” el Gabinete y, para recuperar la confianza de los inversores y agentes económicos, recrear un Ministerio de Economía fuerte, que unifique criterios y acciones.
La debilidad macrista alienta las bravuconadas kirchneristas. Dos medios, C5N y Crónica, jugaron esta semana con la idea de una salida de Mauricio Macri del poder en helicóptero. Muchos pueden creer que fue una “picardía” periodística, pero en realidad, fue un eslabón más de un colectivo de medios y periodistas que necesita, con suma urgencia, la caída del Gobierno y el regreso al poder de alguna forma de peronismo para recuperar la pauta publicitaria, similar a la que gozaron durante los 8 años de Cristina Fernández, para no tener que cerrar sus operaciones. Pero, lo peor es que el Gobierno les “da letra” con sus errores.
Quizás, estos días le hayan enseñado a Mauricio Macri varias lecciones. Una es que la política no puede meterse en la economía y, desde el inicio de la gestión macrista, la elección del gradualismo fue una imposición política, pese a las inmensas distorsiones macroeconómicas que había. Esta lección costó más de US$ 7.000 millones de reservas del Banco Central, la credibilidad a su Gobierno y el desgaste de las figuras en las que más confía el Presidente de la Nación. Casi nada.
Bendito gradualismo
Fuera de la Casa Rosada, el “gradualismo” ha muerto. La duda es si dentro de la Casa Rosada se van a convencer de esta realidad. Las primeras decisiones que se tomaron parecen indicar que eso no ocurrió. Ahora, Mauricio Macri se prepara para pagar mayores costos políticos que fiscales por las decisiones que se van a tomar.
Por ejemplo, si la oposición aprueba frenar y retrotraer los aumentos de tarifas, Mauricio Macri va a vetar la norma. Va a dejar que se discuta (y hasta que se vote) el tema en el Congreso, para “descomprimir” la tensión política, con la esperanza de sacar 3 leyes que la Casa Rosada considera claves: La nueva “Ley de Mercado de Capitales”, que sale con el nombre eufemístico de “Financiamiento Productivo”; Defensa de la Competencia(que es autoría de Elisa Carrió, a la que el Presidente de la Nación le debe, hoy, más que demasiado) y un protocolo de enmienda al convenio suscrito con Brasil contra la doble imposición.
Pero más allá de lo que pase el miércoles 09/05 en la Cámara de Diputados, que promete ser otra jornada escandalosa, el titular de la bancada del Peronismo Federal en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, le dio un golpe de muerte a los 3 proyectos de Reforma Laboral presentados la semana pasada, en un vano intento de la Casa Rosada de cambiar la Agenda de los Medios.
El rionegrino sentenció que esos textos “no pasan” la Cámara Alta, por lo cual, queda en duda el verdadero apoyo que tenían esas normas de los sindicalistas, como argumentó la Jefatura de Gabinete.
La primera crisis grave del Gobierno de Mauricio Macri se produce en la semana 125 de estar en la Casa Rosada. Todavía le quedan otras 80 semanas más en el poder. Hasta ahora, “Cambiemos” ha demostrado su incapacidad de cambiar. Persistir en el error tendrá un único final previsible. Y si eso ocurre, no será por culpa de la oposición.
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