“Hola vieja... ¡A que no sabés de dónde te estoy llamando!”, la frase que cambió una vida
La dijo Sabino Morales hace 25 años al filmar un célebre corto publicitario cuando se inauguró el primer teléfono público en Clemente Onelli, en la Línea Sur. Era un simpático policía cuando hizo ese papel a pedido de los vecinos porque al actor no le salía. Sus jefes lo acusaron de lucrar con eso, se enojó y pidió el retiro. El antes y el después de una vida de película.
“Hola vieja... ¿a qué no sabes de dónde te estoy llamando?”
¿Te acordás de aquel comercial que hizo Telefónica cuando instaló el primer teléfono público en Clemente Onelli luego de la privatización de la exEntel? Fue hace 25 años.No solo hizo famoso a este pequeño paraje de la Región Sur rionegrina 50 km al oeste de Jacobacci y 150 al este de Bariloche, sino también a uno de sus pobladores, quien por entonces estaba a cargo del destacamento policial.
Como al actor que había traído la productora del comercial no le salía bien, ante el pedido de los vecinos hizo el personaje principal del corto.
Por su espontaneidad, su gracia y su apariencia, Sabino Morales se ganó la simpatía y el reconocimiento de cientos de miles de argentinos que hasta hoy recuerdan al simpático gaucho que luego de llamar a “su vieja” sacaba la lengua y soltaba una carcajada. ¡Estás igual! Sabino Morales 25 años después: el mismo gesto.
El sargento Sabino
A partir de allí, su vida cambió. El gran impacto que tuvo el comercial hizo que Morales fuera convocado por la empresa telefónica y recorriera los principales canales de televisión de Capital Federal. Su imagen fue haciéndose cada vez más famosa. “Pero comencé a tener cada vez más problemas en la policía. Nunca pensé que iba a sufrir una persecusión”, señala con tristeza.
¿Qué había pasado? “La gente de la productora se fue un domingo de Clemente Onelli. Y me dijeron que iba a tener noticias el martes o miércoles siguiente. Fue así que el jueves a las 10 de la mañana me llamaron por teléfono que tenía que estar a las 10 de noche en Buenos Aires. Tenía un vuelo desde Bariloche. Le contesté que no podría. Tenía que pedir autorización a la policía”, explica.
Y agrega: “De entrada mis jefes me dijeron que no. De la productora me preguntaron quién era mi jefe. Entonces los llamaron a la Unidad de Jacobacci y así hacia arriba hasta que llegó el pedido al ministro del Interior de la Nación. Como a las 18 me autorizaron a ir. Por primera vez iba a viajar en avión y ni siquiera sabía qué iba a hacer en Buenos Aires. Fue todo una locura...
“Después vinieron a Clemente Onelli la ministra María Julia Alsogaray, el presidente de Telefónica y el embajador de España para inaugurar el teléfono público y me dijeron que tenía que seguir yendo a los programas de la tele”. Luego de varios viajes a la Capital Federal(conoció la Casa Rosada, el Congreso y la cancha de Boca, el club de sus amores y recorrió varios programas de televisión), Sabino Morales continúo desempeñándose en el destacamento policial de Clemente Onelli. También llegaron algunos beneficios para el paraje: pintura para la escuela, computadoras, útiles y manuales escolares, entre otros elementos. Pero la situación había cambiado: mientras sus compañeros lo felicitaban, sus jefes lo visitaban en horas inusuales para ver si estaba en el lugar de trabajo y le iniciaron un sumario administrativo por “posible abandono de servicio” y otro por “realizar tareas lucrativas no relacionadas al servicio”.
Adiós a la policía.
“Cuando me iniciaron el primer sumario me querían trasladar a Jacobacci, me presenté ante mi jefe y le entregué la ropa, el arma, todo lo que tenía de la fuerza. Le dije: ´Soy un policía con todas las letras, no un malparido. Colaboré con la gente en lo que pude y no puedo ensuciar mi uniforme`”.
“Hice una nota y me fui de la fuerza después de 21 años de servicio. Me faltaban seis meses para ascender a suboficial principal. Nunca lo pudieron probar. No pasaron ni diez días cuando me llegó el sobreseimiento”.
Morales se había vuelto a Bariloche, donde estaba su familia. “Trabajé de un montón de cosas”, cuenta. Sorín volvió a contactarlo y lo llevó a Santa Cruz a filmar “Historias Mínimas” y “El Perro”. Pero Morales se cansó de viajar y en el 2000 volvió a Colán Conhué, lugar en el que nació en 1949 y donde reside actualmente cuidando unas 200 ovejas en un campo familiar.
Hasta el 4° grado.
Desde muy pequeño fue inquieto y curioso. También muy servicial, como le inculcó su padre, cuenta. Cuando tenía 11 años, acompañó a un policía llamado Pascual Amaya a realizar el censo en el paraje y la zona aledaña para la apertura de la Escuela 216 de Colan Conhué (100 km al norte de Jacobacci) a la que asistió hasta 4° grado.
Su educación primaria se interrumpió porque su padre le pidió que lo ayudara en las tareas del campo. A los 18 años le llegó turno del servicio militar y a su regreso hizo distintos trabajos. Entre ellos la extracción de piedra laja en Los Menucos, lugar en el que conoció al oficial de la policía Raúl Rosa, quien le aconsejó ingresar a la Escuela de Policía. “Habían pasado 8 meses y no podíamos cobrar lo que nos correspondía. En cada quincena nos daban algo de plata, pero no alcanzaba. Este oficial me dijo que en la policía no iba a ganar mucho, pero iba a cobrar todos los meses y además iba a tener otros beneficios como una obra social. Me dio una nota de recomendación y me fui a Viedma”.
Al curso de que se dictaba en la Escuela de Suboficiales le faltaban 25 días para terminar. Pero Morales llegaba con la instrucción del Servicio Militar y contó además con la suerte de encontrarse con Pascual Amaya, aquel policía del censo. “Habló con el director, el Gringo Marchetta. Y y me aceptaron”. En Viedma pudo terminar sus estudios primarios y fue designado por la fuerza policial a Bariloche. Antes, supo estudiar en la Alcaidía, junto a otros aspirantes y presos.
En la ciudad andina ejerció su profesión durante varios años. Allí conoció a su esposa, con quien tuvo cinco hijos y levantó su casa. Eligió Clemente Onelli para pasar sus últimos años en policía. Tras volver junto a su familia en Bariloche luego de retirarse, en 1995 comenzó el secundario. “Uno tiene que estudiar, siempre se tiene que estar actualizando, más aún con las nuevas tecnologías. Por eso cuando tuve la oportunidad lo hice y en 1999 me recibí de Perito Mercantil en el CENS 77 de Bariloche. Terminé cuanto tenía 46 años, pero me sirvió mucho en mi vida”.
El lonco Sabino.
Mientras cursaba el secundario, Morales conoció a un profesor de Cívica de origen mapuche. Sabino asistía a la escuela vestido con bombacha de campo, camisa y pañuelo al cuello, atuendo típico del hombre de campo. Un día el profesor comenzó a indagar sobre su vida y entablaron una relación amistosa.
Fue así que lo invitó participar de reuniones donde se juntaban familias mapuches con abogados para abordar distintos temas que afectan, y aún hoy lo hacen a las comunidades. “Ahí conocí al abogado Darío Rodríguez Duch y salió la idea de formar una comunidad en Colán Conhué. Yo vivía en Bariloche, pero tenía algunas ovejitas y estábamos muy desprotegidos por los gobiernos. Tampoco nos iba bien. Fue ahí que me propuso ser el lonco, pero yo no quería porque... ¡ni siquiera sabía hablar la lengua mapuche! Aun sigo si aprender. Solo se algunas palabras... nada más.
Pero Duch me dijo ‘sabe lo que pasa Sabino, usted sabe hacer una nota, sabe relacionarse con un político, con un funcionario o con cualquier persona’. Y acepté. Estuve ocho años como lonco de la comunidad Mariano Solo”, afirma. Agrega que la comunidad marchaba bien y se habían conseguido importantes beneficios, pero que había otras personas que querían estar al frente y trabajar de otra forma. “La veían fácil. Entonces yo entregue todo y me fui. Pero lamentablemente en dos años partieron al medio la comunidad, hicieron un desastre y se fueron. No quedó ni la documentación y la comunidad quedó acéfala. Nos reunimos para ver como seguíamos. Había muchos años de trabajo. Yo no quise ser el lonco y asumió Verónica Sánchez, quedé como werken, que vendría a ser el secretario”.
Aclara que tanto él, como el resto de los integrantes de la comunidad tiene una visión dialoguista frente a los desafíos o políticas que se intenta llevar adelante desde el gobierno. Por estos días, el tema de la minería de primera categoría vuelve a esta en tapete. “Hemos hablados bastante con los peñi (hermanos). Y la posición es escucharlos cuando llegue el momento. Saber qué es lo que va a pasar con nosotros, qué beneficios nos va a dejar para la comunidad, como se va a cuidar el medio ambiente, queremos asesorarnos bien. No podemos decir no porque no a todo. Creemos que debemos tener una postura dialoguista para tratar temas tan importantes”.
Publicado en Diario "Río Negro", 19/05/2018.-
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