Encuadre del tema.
El término "cultura" de la muerte fue acuñado por
el Papa Juan Pablo II en su encíclica "El Evangelio de la Vida"
publicada el 25 de marzo de 1995.
Debemos reafirmar, que la cultura de la muerte no es una
mera creación de la fantasía humana, ni expresión de un supuesto imaginario
colectivo, es una realidad que existió y
existe desde los albores de la humanidad y que
hoy continúa vital y presente en muchos de los rincones del planeta.
La cultura de la muerte , expresa sin más el simple y brutal desprecio a la vida.
"Cultura" de la muerte refiere a una mentalidad, a una manera de
ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la vida humana, de
toda vida humana por parte de los más fuertes y poderosos, de los que tienen
voz , voto, medios y poder de hacerlo.
Amplios sectores de la opinión pública justifican, minimizan
o simplemente ignoran o se desentienden de estos flagrantes atentados contra la
vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este
presupuesto pretenden justificar su accionar. Y el motivo que va desde
justificar las guerras que son necesarias utilizando la justificación que la
potencia de turno esgrime e impone, pasando por acciones cotidianas de la vida
privada de las personas, hasta los miles de motivos que llevan a pedir y
justificar la pena de muerte.
La libertad individual se torna en un principio absoluto, en
el cual se manifiesta una visión de libertad muy egocéntrica, que acaba
irremediablemente, por ser la libertad de los más fuertes contra los más
débiles.
No se dice, ni manifiesta que nadie argumenta que la muerte
es un bien, pero sí, que cada uno tiene total libertad de recurrir a ella cuando
y como lo crea conveniente. Así desde el individuo que en la soledad de su
conciencia toma una decisión hasta el Estado que en aras de la continuidad de
sus políticas incurre en las mismas decisiones, aunque de magnitud mayor. Es
más que preocupante disponer de la vida,
tanto por parte del individuo libre como de los Estados en nombre de la
libertad.
La mayoría de los miembros de la sociedad postmoderna,
consideran que la vida es un bien, y sin embargo, como es un bien intangible,
conciben la posibilidad de poder eliminarla en sí o en otro, si esto pareciera
conveniente. Así aunque se teme a la muerte, esta se lleva a cabo muchas veces,
como una “solución” aceptable ante ciertos problemas existenciales, políticos,
económicos, sociales, religiosos. De este modo, y con esta cosmovisión la
muerte se ha convertido en un objeto de
derecho. El derecho a optar libremente por ella, para sí o en relación con los
otros. Y negando el principio inalienable del derecho a la vida de los demás.
Esta realidad me ha llevado la siguiente reflexión:
En estos tiempos en los que se enseñorea la cultura de la
muerte, y que la humanidad parece resignarse a vivir según sus imposiciones, no
puedo menos que sentirme ajeno, extraño, alejado de este signo de los tiempos.
Será que el oficio-vocación, que me fue dado por Aquel -que
nos fue prometido para darnos vida nueva- y que me permite desarrollarme y
sentirme pleno, feliz, útil, me
entreveró en los amplios senderos y caminos de la historia, lo que hace que
estudie y revise a la historia del
hombre, de los miles de historias de los hombres y mujeres sobre esta tierra,
con la oculta intención de que al conocer al hombre pueda comprenderme a mi
mismo. Sin dudas obtuve más que eso,
obtuve respuestas vitales.
Respuestas que me permitieron comprender sus triunfos, sus
logros, sus derrotas y grandes sus fracasos, muchas veces presentados como algo
necesario, y aquí hablo de las guerras, las batallas, las luchas, la violencia que parece ser componente de la
humana fragilidad , aunque suene contradictorio, que siempre han redundado en muertes inútiles y sin sentido. Guerras que parecen
ser inacabables hasta hoy en día, siempre se encuentra un motivo para pelear, y
sin dudas esto se convierte en fábricas de dolor, de sufrimiento, e injusticia,
de marginación, y discriminación. Sin citar que empobrecen no solo
económicamente a la humanidad, la empobrecen en su ansia de futuro, de
trascendencia, de su misma alma de humanidad y la embrutecen poco a poco.
Las imágenes del
infierno de la destrucción, se enseñorean, la humanidad no cree en el infierno
y lo vive y ve cotidianamente. Miles y miles de millones de dólares se gastan o
mejor dicho malgastan en las armas que se utilizan en los distintos conflictos,
en un absurdo sinsentido, casi obsceno, ya que al mismo tiempo no hay dinero
para proveer de agua a los millones que no la tienen, de alimento a los
millones que no lo tienen, de remedios a los millones que no lo tienen. De
buscar la solución a la contaminación y la polución que destruye día a día el
mundo que nos fue confiado.
Millones se destinan a investigar como destruir a la
humanidad, en tanto poco a la investigación sobre los grandes males y
enfermedades que aquejan a todos los hombres.
Miles y miles de seres humanos hoy en día están en
movimiento ,son migrantes, todos nos conmovemos con su dolor , pero al mismo
tiempo millones de dólares se gastan en levantar muros para que no se acerquen
, sin citar siquiera los muros interiores que endurecen el corazón hasta
hacerlo de piedra y que causan mas muertes que los desafíos que enfrentan los
indeseados visitantes.
Parece que las soluciones que se buscan siempre deben tener
que ver con la muerte, desde el escape vacío de las adicciones a la penosa
elección del suicidio, todo implica muerte, ante el delito pena de muerte, ante
la enfermedad eutanasia, ante el embarazo no querido, aborto. Y así ante cada
humana situación, se impone la muerte, cada día una muerte. Parece que perdimos
la capacidad de encontrar soluciones desde la vida. Es más muchas veces es como
si la solución propuesta, solo contemplase ser lo más rápida y económica
posible, sin siquiera plantearse si es viable en humanidad, solidaridad y
comprensión de las necesidades del otro hermano que sufre.
Será que por mi edad, ya vi tantas muertes, ya presencie
tantas muertes, ya sentí tantas muertes, será que conocí el silente acoso de la
posibilidad de la muerte ante la enfermedad de seres queridos, será que perdí a
tantos que amaba, a tantos que quería…será que sufrí y sufro por cada uno de
ellos, que rechazo todo aquello que lleve a la muerte.
Y ante la indiferencia de muchos y la visible oposición a mi
forma de ver la realidad de otros, es
que resignificó y hago mío el poema de Amado Nervo, como ostensible resistencia
ante lo que parece inevitable, según la ola de la historia, pero no importa ser
uno solo en las ideas y convicciones si estas nos hacen ser quien somos.
Está por demás decir que respeto a los que no compartan
estas palabras, pero que quede en claro, que poco importa, ya que en el fondo
es una personal , mínima y humilde declaración de principios que me acompañaron
a lo largo de mi vida. Vida que debo reconocer que a pesar de todo, ha sido muy
generosa y fecunda.
Por todo lo antes expuesto,
considero acertado lo que nos dice y recomienda el Papa Francisco ante
la cultura de la muerte:
“Se nos exige generar desde abajo un cambio cultural: a la
cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida, del
encuentro”
Quizás por esta reflexión, es que el poema de Amado Nervo me
ha conmovido ya que expresa el valor que le doy a la vida.
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Amado Nervo
Por lo que falte o me reste de vida, seguiré caminando en
pos de la vida ,sin reservas, sin desmayo, "por amor nada más que por amor ", como decía un querido
santito vasco al cual quiero mucho.
Publicad en el sitio: https://fvdbayones.blogspot.com.ar/ Publicado por Maese Diego Barbe (HMV)
Muchas gracias por citar el artículo. Espero que sea útil a los lectores.
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