Sandalias con medias por Casar B. López Meyer.

Resulta llamativo que la fotografía de Lavagna calzando sandalias con medias tuviera tanta trascendencia como se dice, al punto que a contrapelo de algunas críticas hay quienes la consideran una genialidad que le podría hacer ganar una elección por la publicidad que le aportaría a la reinstalación de su imagen en un año electoral.

Aunque el hábito no hace al monje, y pese a que pudiera considerarse demodé o poco elegante, ese estilo de entrecasa disfrutando vacaciones debería ser un detalle intrascendente. Mucho más podría afectar la circunspección de la imagen de los jefes de Estado bailar en palcos y/o balcones políticos, y sin embargo mereció numerosos aplausos en los últimos períodos presidenciales.

Por cierto el baile es saludable, como también tener los pies cómodos, la cuestión es las circunstancias de tiempo y lugar.

La sabiduría popular acuñó el dicho “el que baila en la cama y silba en la mesa no está bien de la cabeza”, que no aplica necesariamente a los mentados bailes presidenciales, pero ayuda a ilustrar la cuestión de las circunstancias. Por ejemplo, los que practica Maduro en medio de la grave crisis venezolana, con muertes mediante, resultan patéticos.

Lo preocupante no son las sonseras de los bailes o del atavío, sino que una parte de la opinión pública se quedara demasiado en lo superficial, y eligiera sin profundizar en los discursos y las acciones de los candidatos.

Malo sería que aquellas insignificancias fueran la punta de un iceberg, que dejara oculta la omisión de meditados análisis sobre la seriedad de las propuestas y sobre el apego a las reglas del juego democrático.

Por cierto, huelgan las explicaciones como “nosotros vamos a defender el trabajo”, que nada dicen sobre propuestas concretas. Sería lo mismo que decir “nosotros queremos la felicidad del Pueblo”, y así por el estilo. El “argentinos a las cosas” que sintetizó la arenga de Ortega y Gasset hace ya mucho tiempo tiene poco que ver con demasiados discursos altisonantes y/o grandilocuentes que enfervorizan multitudes sin exponer medidas realistas y esenciales.

Porque es historia contemporánea, con un presente dramático que señalan la mayoría de los gobiernos occidentales, vale mirar el modelo venezolano, en donde se entronizó a un líder de largos y extenuantes monólogos, a veces grotescos, que según su heredero político se habría reencarnado en un pajarito que le habla al oído.

El actual mandatario, único intérprete de tales trinos, continuó un régimen que llevó al caos, empujando a esa sociedad al borde del abismo, orillando la guerra civil.

Nadie es dueño de la verdad, pero parece alarmante que en democracias modernas puedan subsistir gobernantes que conquisten y/o conserven la voluntad de un significativo sector del electorado a pesar de la obvia inmadurez de sus mensajes y/o de sus frustrantes acciones al cuidado de los recursos públicos.

Discursos tan pueriles como el de la mentada alusión al espíritu reencarnado en un pájaro asesor fácilmente van de la mano con la ineficiencia en la administración, cuando no con la sustracción de los bienes administrados.

Si a pesar de ello los eligen, no debieran esperar peras del olmo. Pero por esa misma superficialidad se entiende que, cuando la incoherencia deja la economía arrasada, muchos piensen “antes estábamos mejor”, que mutatis mutandis sería como decir “hoy tengo cáncer de pulmón… estaba mejor cuando fumaba dos atados diarios”.

Claro que no es nada sencillo gobernar cuando existen sectores enfrentados con ideas muy diferentes.

Por más coherencia que pudiera exhibir cualquier elegido, si con razón o sin ella un elevado porcentaje de la ciudadanía lo rechaza, su éxito es una empresa aleatoria.

Y si mostrara además escasa coherencia, el riesgo de desintegración social estaría a la vuelta de la esquina. Por supuesto, no alcanzará la coherencia del elegido si esa virtud no ilumina a las mayorías y se refleja en los sistemas legales que se aprueban.

Hay mucho camino para hacer andando, cualquiera sea el calzado y el ritmo de los pasos, y en esos senderos repensar diversos temas que muestran aparentes incoherencias, pero por razones de espacio sugiero ahora solo un par de ejemplos de rigurosa actualidad: la conveniencia de multiplicar onerosas elecciones en medio de una crisis económica de magnitud.

Y la conveniencia de que los poderes ejecutivos intervengan en la propuesta y elección de quienes deben desempeñar funciones en organismos judiciales y de control administrativo, evitando suspicacias a veces injustas.

*Abogado. Exjuez Camarista de Río Negro.

Publicado en Diario "Río Negro", sábado 6 de Abril de 2019.