Los verdaderos héroes no se olvidan.
Combatiente.
En la madrugada del dos de abril de 1982 Ramiro Ehrman,
medio scrum de la primera de Banco Nación, se despertó sobresaltado por un
murmullo creciente que pronto se hizo griterío. En el regimiento de Mercedes,
donde cumplía los últimos días de su servicio militar, se acababan de enterar
del desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas.
Al principio fue todo confusión, incertidumbre. Pero pronto
los sucesos se ordenaron en una lógica implacable, la lógica de la guerra.
Diez días después, Ramiro ya estaba lejos de su casa, de su
familia, de su club, de Hugo Porta, su compañero en la pareja de medios de
Banco. Lejos de todo, rodeado por el frío y por otras miradas tan jóvenes y
confundidas como la suya. En las primeras cartas que le envió a su familia desde
Puerto Argentino describía la naturaleza de las islas, las casitas de colores,
el mar. Aún no registraba el horror cercano. Pero antes del fin de abril lo
enviaron a cubrir una posición en el Monte Kent de la isla Soledad. Ese sería
su lugar del mundo durante los siguientes cuarenta días y ahí si, las
sensaciones fueron mas reales. La comida empezó a escasear y el frío a abrumar.
Cuenta Ramiro que una tarde muy oscura con su compañero de pozo, desde la
altura del monte pudieron observar tres puntos negros moviéndose en el cielo, a
lo lejos. Pronto los puntos fueron triángulos. Enseguida llegó el fuego y el
estruendo. La guerra había empezado.
Durante mayo soportó los bombardeos, que arrecieron hacia el
fin de ese mes. El Monte Kent fue uno de los lugares mas calientes de la
guerra. Todo el tiempo lo acompañó el agobio de los estallidos, la angustia de
la muerte cercana. Llegó a tener pensamientos desesperados. “Si me alcanzaba
una bomba quería que me mate, no que me deje amputado”. Una noche lluviosa, mientras
hacía guardia, no se dio cuenta que el pozo estaba inundado, porque ya no
sentía nada. Entonces se le congeló el cuerpo de la cintura para abajo. Lo
evacuaron al hospital de Puerto Argentino, donde estuvo cuatro días hasta que,
el 11 de junio, lo trasladaron al continente.
Tres días después llegó la rendición y empezó la otra
guerra, la del ocultamiento, la de una comunidad que le dio la espalda a sus
combatientes. Ramiro se refugió en los afectos y, cuando superó las
consecuencias del congelamiento de sus piernas, en el rugby. Se conmovió al
enterarse que su mamá Nenina, mientras él estaba en Malvinas, se bañaba con
agua fría en pleno invierno, para estar mas cercana a los padecimientos de su
hijo. Volvió al club y tuvo una destacada participación en los años gloriosos
de Banco. Integró los planteles campeones del 86 y el 89 y jugó para los
equipos ganadores del seven en el 84 y el 88. También jugó dos años para Buenos
Aires en el Seven de la República. Fue exitoso en el rugby pero hasta en su
club la guerra parecía ser una cuestión oculta. Nadie hablaba del tema, como si
no hubiera pasado. Ramiro, como sus camaradas de armas, soportó durante años la
indiferencia de la sociedad argentina hacia los héroes que se la habían jugado
en las islas. “Muchos ex combatientes se preguntaban “para que volví?” y ese
cuestionamiento los llevaba a la angustia y en muchos casos al suicidio”.
Transitó el camino sin resentimientos. “Cuando le ganamos a Inglaterra, yo fui
suplente y alguien me preguntó si estaba enloquecido por ganarle a los
ingleses. Le respondí que no, que no sentía ningún odio hacia ellos”. Como los
buenos guerreros Ramiro Ehrman combatió sin odio al que tenía enfrente.
Combatió por amor a los que tenía detrás. Por eso, porque siempre estuvo
despojado de la inquina, pudo formar la bella familia que compone hoy con su
mujer Elsa y sus hijos Lucia y Francisco .
Pero la guerra no se olvida, los fantasmas siguen dando
vueltas. Aunque ahora, cuando por las noches alguna pesadilla traicionera de
fuego y explosiones ataca a Ramiro, enseguida el tierno abrazo de Elsa lo trae
a la realidad del hombre de 58 años que vive rodeado del afecto de su familia.
Como pasa desde hace 37 años, cuando se acerca la fecha los
recuerdos aprietan. En 2017, hace dos años, Banco Nación decidió homenajearlo
por una iniciativa de la subcomisión de rugby. Allí estuvieron los viejos y los
jóvenes. Allí estuvieron también sus compañeros de los ochenta . Todos juntos
para expresar el orgullo que siente el club porque uno de los suyos, el soldado
y medio scrum Ramiro Ehrman, fue protagonista en la gesta de Malvinas.
Seguramente esa tarde de hace dos años se cerró el circulo
que se había empezado a dibujar aquella madrugada del 82 en Mercedes.
Daniel Dionisi.
Fuente de información e imagen: Periodismo-Rugby - Facebook.
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