Un soldado chileno descubrió el lago Nahuel Huapi y Puelo.
Su hallazgo, erróneamente se atribuyó por siglos a don Diego Florez de León, pero en 1968 Gregorio Álvarez rectificó como responsable al capitán Fernández.
En las “Jornadas de Historia Rionegrina” en San Carlos de Bariloche en diciembre de 1968 el historiador neuquino don Gregorio Álvarez hablaba sobre el verdadero descubridor de los lagos Nahuel Huapi y Puelo y aseguraba que se trataba de Juan Fernández, un soldado de la conquista de Chile.
Según relataba, las primeras noticias destinadas a llamar la atención del gobierno de Chile sobre el destino que convenía darle a las tierras descubiertas en lo que ahora es la provincia del Neuquén, provenían de una carta que Pedro Cortés de Monroy le escribió al rey de España, en mayo de 1.614.
En esas notas, entre otras cosas decía: “en la otra parte de la cordillera nevada, a espaldas de Villa Rica, deberá poblarse una ciudad. El pueblo es muy importante, porque detrás de la cordillera hay una provincia que llaman ‘los puelches’, que no están encomendados hasta ahora. No están a más de treinta leguas de la Ciudad Rica, poblada por indios que venían a inquietar a los de paz y ayudar a los de guerra, por premio y paga que les daban”, y destaca que hay más de seis mil indios.
Del contenido de esta carta se desprende que los puelches en ese tiempo, acompañaban como combatientes mercenarios a los indios del sur de Chile. Estos, a su vez, hallaban acogida y refugio en las selvas y montes de la tierra neuquina y no podían haberse reducido a seis mil, en el lapso de sesenta años, los doscientos mil indios que, según los informantes invocados por el historiador chileno Morla Vicuña, salieron al encuentro de Alderete.
Una confusión.
Pero ni el rey, ni el gobernador se preocuparon en poblar la tierra de la que tan buenas noticias se daban hasta que llega el año 1620. En Chile, el gobernador del momento era don Lope de Ulloa y Lemos y ordenó al entonces capitán, don Juan Fernández, que al frente de cuarenta y seis hombres se internase al oriente de la cordillera “para inquirir noticias sobre gente y lugares”.
Sobre esta expedición que erróneamente se ha atribuido a don Diego Florez de León, don Gregorio Alvarez rectifica que el responsable del descubrimiento de los lagos Nahuel Huapi y Puelo, fue el capitán Fernández.
Álvarez expone que los escritores contribuyeron a la difusión de esa información errónea pero que se tuvo por cierta. Lo habían afirmado confiados en la autoridad de quienes los precedian.
El primero de ellos, fue el historiador chileno Francisco Fonck, quien se basó en un comentario realizado por otro autor de prestigio, el historiógrafo José Toribio Medina en un capítulo del libro de su autoría “Historia de la Literatura Colonial”, publicado en 1878.
Fonck en su libro “Viajes de Fray Francisco Menéndez al Nahuel Huapi” dice que “el primer lugar como descubridor (del lago Nahuel Huapi), le cabe al esclarecido capitán don Diego Florez de León, quien marca la transición de la Conquista con la Colonia propiamente dicha”.
Pero en 1893, don José Medina publica otra obra titulada “Biblioteca Hispano Chilena”, cuyo tomo II, trae la transcripción del ya citado Memorial, el que para esa fecha, lo había encontrado en el Archivo del Museo Británico. En él asevera que Florez de León no fue el descubridor, sino que lo fue Juan Fernández, un soldado de la conquista de Chile que no debe confundirse con su homónimo, el marino, con cuyo nombre años después fue impuesto a una isla del Pacífico.
En los libros de viaje.
En escritos del propio Fernández se encuentra un relato de su viaje. Salen del puerto de Calbuco con seis hombres en piragua y navegan hasta llegar a una laguna que se llama Quechucabi en cuyos contornos había mucha gente y la encuentran despoblada porque los soldados de aquella provincia lo asolaron.
“Subimos por un río que se llama Peulla, hasta tres leguas, donde rompiendo la cordillera, dimos en la otra banda, habiendo caminado por ella hasta cinco leguas de mal camino, por no estar abierto, nos topamos otra laguna muy grande, que se llama Navalhuapi en la cual volvimos a coser nuestras piraguas navegando por ella hasta ocho leguas”, escribe.
Allá dieron con unos indios puelches, que les dijeron que los caciques principales de la tierra se llamaban Llaquilé y Llaquillo y que estos indios servían a las ciudades de Osorno y Villa Rica cuando estuvieron pobladas. Ellos se sustentaban de la caza y algunas legumbres de la tierra, diferentes de las del Reino de Chile.
Más de un viaje.
“Había en la laguna gran cantidad de pescado, truchas y pejerreyes. Confinan estos indios con una nación muy belicosa y corpulenta, a los que llaman Poyas. El principal cacique al que esta nación obedece se llamaba Yaguapana, y tienen diferentes lenguas; hace esta laguna un caudaloso río que es de donde se volvió el gobernador Hernando Arias de Saavedra, que iba a descubrir los Césares porque no tuvo en qué pasarle, ni herramientas para hacer barcos”, relata el conquistador.
A los indios de la otra parte del río, Fernández los describe como personas que tienen muchos caballos y perros de caza: andan vestidos de pieles de guanaco y de pellejos de avestruces. Ellos le dicen que hay infinidad de indios tierra adentro, que es un terreno llano y apacible. Que se pueden sacar acequias del río para sembrarla toda y que hay gran cantidad de caballos cimarrones.
“Hicimos otra recorrida y entramos por la boca del Purahilla, (es el antiguo nombre del actual lago Llanquihue; significa ocho tribus) en la vuelta al sur topamos con otro río llamado Puelo, navegamos por él hasta doce leguas y de allí fuimos a pie abriendo grandes montañas, para pasar por la falda de la cordillera, y en algunos pasos tuvimos necesidad de hacer escaleras para pasar”, Retrata Fernández.
La descripción que realiza es más extensa, pero con ésta reafirma nuevamente el historiador don Gregorio Ávarez que “fue Juan Fernández y no otro el que hizo estos descubrimientos”. Sigue detallando el historiador que luego se hicieron dos viajes más, uno que terminó en la margen norte del lago Nahuel Huapi y otro en un punto indeterminado de Chubut, después de haber descubierto el lago Puelo, al sudoeste de El Bolsón.
Gregorio Álvarez es quien encuentra la verdad.
Dicen que el que busca encuentra y a eso dedicó Gregorio Álvarez gran parte de su vida. Nació en 1889 en Ñorquín, entonces territorio de Neuquén. Cursó sus dos primeros grados en la escuela de Chos Malal; completó sus estudios en Buenos Aires. Fue el primer maestro nacido en la Patagonia y obtuvo su título de medico en la Universidad Nacional de Buenos Aires, en 1919.
Entre 1921 y 1962 recorrió a caballo la provincia del Neuquén, e inició una serie de actividades de difusión sobre la cultura neuquina. Publicó una serie de artículos, notas y libros sobre historia y cultura. Maestro, médico e historiador, falleció el 11 de octubre de 1986.
En las “Jornadas de Historia Rionegrina” en San Carlos de Bariloche en diciembre de 1968 citaba al soldado chileno Juan Fernández y decía: “Rompiendo la cordillera, dimos en la otra banda, al caminar por ella hasta cinco leguas de mal camino, nos topamos otra laguna muy grande, que se llama Navalhuapi en la cual volvimos a coser nuestras piraguas navegando por ella hasta ocho leguas” y corregía una información que hasta allí, estaba errada.
Publicado en Diario "Río Negro", 14 de Abril de 2019.
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