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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, abril 18, 2021

San Francisco Solano, el taumaturgo del “Nuevo Mundo”.

Redacción ACI Prensa
Hoy se celebra la fiesta de San Francisco Solano, misionero franciscano en América, que vivió entre los siglos XVI y XVII. Consagró su vida a la evangelización de los indígenas y al acompañamiento espiritual de quienes llegaron -como él- al nuevo continente. Poseía una gran voz, alma musical y gran elocuencia. Se dice que tuvo don de lenguas -fue habilísimo para hablar en las lenguas originarias de América- y que hizo curaciones milagrosas.
Francisco Sánchez Solano Jiménez nació en 1549 en Montilla, Andalucía (España), en un hogar muy cristiano. Estudió con los jesuitas, pero ingresó a la Orden franciscana porque le atraía el espíritu de pobreza instaurado por San Francisco de Asís.
En 1570 hizo su profesión religiosa. Al poco tiempo fue enviado al convento sevillano de Nuestra Señora de Loreto donde estudió filosofía y teología y tuvo la posibilidad de desarrollar sus cualidades para la música y el canto. Francisco sabía tocar el rabel y la guitarra. Fue ordenado sacerdote en 1576.
En 1581, a Francisco le fue encomendado el vicariato del convento cordobés de la Arruzafa, donde también ocupó el cargo de maestro de novicios. Años más tarde, fue enviado a América en calidad de misionero. Recorrió las tierras de Sudamérica a lo largo de 20 años evangelizando sus pueblos. Emprendió un histórico viaje a pie desde Lima (Perú) hasta Tucumán (Argentina), que lo obligó a recorrer la cordillera de los Andes, la meseta del Collao y la pampa Argentina, pasando por el Chaco Paraguayo.
Mientras predicaba en La Rioja (Argentina) llegó un grupo de nativos para atacar a la población. San Francisco Solano salió con un crucifijo y habló a los atacantes en su propia lengua, logrando detener el ataque. Poco después, tras su intervención, los propios atacantes abrazaron la fe cristiana.
En una ocasión, un hombre lleno de llagas en las piernas se le acercó. Caminaba con mucha dificultad, incluso ayudándose de unas muletas. Se dice que el Santo besó aquellas llagas y el enfermo se curó milagrosamente.
Los superiores de la Orden franciscana lo llamaron a Lima, y aunque él no quería residir en una ciudad lejos de sus hijos espirituales, igual obedeció. Al llegar a Lima le encomendaron algunos cargos importantes, pero él jamás dejó de vivir en espíritu de desprendimiento y pobreza. En su celda sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, silla, mesa, candil, la Biblia y algunos libros.
Francisco poseía un espíritu muy alegre, y transmitía esa alegría a sus oyentes mientras cantaba o tocaba su rabel (instrumento semejante al violín). Cierto día llegó de visita a un convento limeño, en el que los religiosos parecían excesivamente serios y apocados. Entonces, recordando la alegría interior y exterior de la que hablaba San Francisco de Asís, se puso a cantarles y a danzar tan jocosamente que todos terminaron cantando en honor a nuestro Señor.
Posteriormente fue enviado a Trujillo (ciudad del norte del Perú), donde se dedicó de manera especial a cuidar de los enfermos. Una anciana leprosa se convirtió en su hija predilecta. A ella Francisco la acompañó siempre, manteniéndose cerca de ella y orando mucho para asegurarle la entrada al cielo.
Cuando llegó el tiempo de retornar a Lima, Francisco se convirtió en un apóstol de plazas. La Plaza Mayor de Lima se convirtió en el punto de encuentro de los fieles que con ansias esperaban su predicación. Y como su espíritu siempre fue inquieto, después de la predicación realizaba un recorrido entre las calles de la ciudad, visitando talleres, casas, hospicios, corralones habitados por gente humilde, barracas con esclavos, conventos y monasterios. A cada lugar llevaba algo del gozo que Cristo encendía en su corazón.
Acabado por una penosa enfermedad, partió a la Casa del Padre el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura, a quien profesaba gran devoción.
La Iglesia universal celebra su fiesta el 18 de mayo; sin embargo, la Orden franciscana lo celebra el 14 de julio.

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