El rock nació con una foto de Elvis Presley.
El 31 de julio de 1955, Elvis dio un memorable show en Tampa, Florida. Su energía en escena quedó perfectamente registrada en una fotografía que se convirtió en el símbolo de una cultura que excedía lo musical.
«Chicas, las veo en el backstage”.
Elvis Presley había dado un show demoledor y tan provocativo como aquellas palabras que le había dedicado a las miles de chicas que eran parte de las 14 mil personas que llenaron el auditorio de Fuerte Homer W. Hesterly, en Tampa, Florida.
Pero Elvis no imaginó (¿o sí? que sus fans tomarían al pie de la letra su invitación para detrás de escena porque a los pocos minutos todas ellas invadieron su camarín llevándose todo lo que encontraron dentro. La noche del 31 de julio de 1955, aquella noche de Tampa, Elvis hizo historia.
Por primera vez, un artista de rock and roll lograba alterar el estado emocional de toda una audiencia, que quedaba extasiada no sólo por la música de Elvis, sino por cómo interpretaba su música en escena. Y por su figura, claro.
Pero la noche de Tampa de hace exactamente 67 años, Elvis ofreció un show que inauguró algo mucho más trascendente para la cultura popular porque su actuación nunca antes vista lo mostró fuera de las formas hasta entonces habituales, formas que quedaron registradas en una fotografía tomada esa noche: Elvis canta con tanta fuerza que su boca bien abierta deja ver su garganta, mientras rasga su guitarra con una energía que la imagen logra captar en su plenitud.
La fotografía tomada por William “Red” Robertson, aquella noche de verano de 1955 en Fuerte Homer W. Hesterly, inauguró la era del rock & roll no ya como un género musical derivado del blues, el jazz, el country y otros sonidos aledaños, sino como una pieza definitiva de la cultura pop y la industria del entretenimiento. El rock and roll pudo haber nacido en 1952 con “Rock around the clock”, de Bill Halley and His Comets, pero el rock & roll tal como lo conocemos nació de aquel show de Elvis en la tórrida noche de julio de 1955 en Tampa.
En aquel concierto, Elvis no era la figura principal de la noche porque sencillamente no era figura. Era un músico blanco haciendo lo que hasta entonces hacían los músicos negros mejor que nadie. Ese fue el paradigma que Sam Phillips buscó cambiar cuando fichó a este músico veinteañero nacido en Tupelo, Misisipi, y criado en Memphis, Tennessee: un blanco con quien conquistar el rock and roll.
Pero volvamos a la noche de Tampa. Allí, la estrella absoluta era el actor, cómico y presentador de radio y televisión Andy Griffith, cuyo nombre ocupaba casi toda la marquesina del lugar y los afiches promocionales.
El concierto es recordado por los incidentes en los camarines de Elvis tras aquella “invitación” que las fans tomaron de manera literal llevándose todas las pertenencias del músico. Esto tomó por sorpresa a todos, incluido Elvis, quienes rápidamente comprendieron que el rock and roll podía ser mucho más que música. De hecho, ya era mucho más que eso.
Quienes tomaron nota del asunto fueron los directivos de RCA, que rápidamente le ofrecieron a Sun Récords 35 mil dólares por el contrato de Elvis. Sam Phillips aceptó y el 21 de noviembre de 1955 el Rey del Rock pasó al sello más grande de ese momento.
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