La presencia de gigantes en la antigüedad sigue siendo tabú para la arqueología oficial. En general, porque si una raza colosal pobló la Tierra en tiempos pretéritos, podría cuestionar la cronología convencional de la evolución humana o, en el mejor de los casos, pondría en evidencia la existencia de otra civilización avanzada anterior a la nuestra. Y, en ese caso: ¿Quiénes eran?
Pese a la cerrazón académica, hallaremos sin dificultad numerosas referencias históricas, mitos y leyendas que aluden a estos gigantes. En 1928, por ejemplo, un campesino de Ras Shamra, población costera del norte de Siria, encontró la entrada a una necrópolis que daría lugar al posterior descubrimiento de las ruinas de la antigua ciudad-estado de Ugarit. El encargado de llevar a cabo las investigaciones más importantes fue el arqueólogo francés Claude Schaeffer quien, en un edificio que pudo ser identificado como el Palacio Real, descubrió varios textos religiosos en lengua ugarítica. Este alfabeto que reemplazó a la escritura cuneiforme, de origen mesopotámico, emergió en torno al siglo XV a. C.
En tres tablillas de arcilla, destacaba La leyenda de Keret, una epopeya de la Edad del Bronce que se refiere al dios El (deidad principal de los cananeos) y en la cual el rey Keret promete que la gloria de su familia será restaurada y menciona el linaje de los ditanitas, del que era descendiente el monarca. Lo interesante es que los didanum o ditanitas son los precursores de los nefilim, es decir, el pueblo de gigantes o titanes que es mencionado en el Génesis 6:4 y en el Libro de los Números 13:33. ¿Existieron realmente los gigantes? ¿Cohabitaron la Tierra junto a los hombres? ¿Por qué desaparecieron?
A parte de este texto cananeo y los versículos de la Biblia antes mencionados, muchos otros escritos sagrados de la antigüedad refieren la existencia de seres gigantescos poblando la Tierra antes de un «diluvio» y, además, los relacionan directamente con la creación de los seres humanos. En el Majabhárata se habla de ellos de manera clara y elocuente, igual que en los textos sagrados tailandeses, en los de Ceilán o en las tradiciones egipcias, las irlandesas y las vascas. Pero, si efectivamente existieron estos enigmáticos gigantes, ¿acaso no nos dejaron alguna evidencia de su paso por la Tierra?
NOTICIAS SIN CONFIRMAR
Si buscamos por Internet, hallaremos decenas de fotografías de presuntos restos óseos de gigantes en otras tantas dudosas excavaciones arqueológicas. En realidad, se trata de burdos fraudes promovidos, generalmente, por sectores creacionistas que quieren sembrar la duda sobre la Teoría de la Evolución de Darwin. Huesos y cráneos de tamaño colosal que han sido creados con programas informáticos de retoque fotográfico o que pertenecen a dinosaurios extintos. En consecuencia, para investigar sobre los gigantes que poblaron la Tierra; los nefilim y los refaim, tenemos que armarnos de espíritu crítico y contrastar debidamente todas las fuentes.
Viene a cuento porque, en 2014, una noticia corrió como la pólvora por la red de redes. Aludía a una sentencia de la Corte Suprema de EE UU que obligaba al Instituto Smithsoniano a liberar de sus archivos documentos clasificados de principios del siglo XX, informes que demostrarían la participación de esta prestigiosa organización académica en un encubrimiento histórico. Según denunciaba James Churward, portavoz de la Institución Americana de la Arqueología Alternativa (AIAA), el instituto habría destruido cientos de restos de gigantes descubiertos en EE UU por orden ejecutiva de funcionarios del Gobierno. La triste realidad, sin embargo, es que la noticia, copiada y pegada en miles de blogs en todos los idiomas, procedía del semanario World News Daily Report, una publicación de sátira política que advierte que todos los artículos que aparecen en su web son ficción, del mismo modo que lo serían las noticias que también publica.
Ni el «James Churward» citado en la información ha sido nunca portavoz de la AIAA, ni hay (o hubo) una conspiración para hacer desaparecer restos de gigantes por parte del Smithsonian, asunto que evidentemente jamás habría llegado a la Corte Suprema de EE UU. Con todo, la idea de la conspiración sigue vigente y no sólo en Norteamérica…
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