Este moderno envase, muy utilizado en otras partes del mundo, está empezando a pisar fuerte en Argentina. ¿Cómo funciona?, ¿el vino se conserva bien en su interior?, ¿qué ventajas posee? Todas las respuestas, en esta nota.
Su traducción literal sería “bolsa en caja”. En definitiva, es realmente de lo que se trata. Consta fundamentalmente de tres partes: una caja o cubierta exterior, una bolsa interior multicapa que contiene y aísla el vino, y un una canilla plástica vertedora con una válvula. Claro está, la principal razón de ser de este envase es la dosificación y durabilidad del producto, haciéndolo ideal para el sistema de “vino por copa”. Ahora, pasemos a analizar en detalle las partes que lo componen.
Caja o cubierta exterior: Los parámetros primarios que reúne son resistencia a la humedad, resistencia a cortes o tajos involuntarios y resistencia a la compresión. El papel que la integra tiene que ser no abrasivo, debiendo reducir la fricción entre el interior de la caja y la bolsa para conservar las propiedades de barrera de oxígeno de la película externa de la bolsa y evitar la aparición de poros que arruinen el vino.
Bolsa interior: Su capacidad puede variar entre los 2 y los 1000 litros, pasando por varias medidas entre esos dos extremos. Está constituida por una parte interior de polietileno y una parte exterior multicapa. Obviamente, lo único que hay dentro de la bolsa es vino, nada de aire. De hecho, una de las pruebas que debe superar es una muy baja permeabilidad de oxígeno. La funcionalidad del sistema radica en que, a medida que se va sacando vino, la bolsa se va contrayendo.
Válvula vertedora: Existen tres tipos de válvulas diferentes para este envase. La primera es una válvula de presión (que se acciona presionando con un dedo sobre ella), la segunda es una válvula de grifo giratorio (deja pasar el vino al ser girada, y se cierra en el sentido opuesto), y la tercera es la válvula de espigote convencional (está en desuso por baja estanqueidad y por problemas de goteo, y sólo presenta posibles ventajas en el costo).
Así y todo, si bien como decíamos al comienzo está empezando su “boom” en Argentina, es un packaging más antiguo de lo que se cree: existe desde hace varias décadas en el mundo, y en nuestro país hizo su aparición hace unos quince años. Además, en países como Francia, Australia y Dinamarca, el segmento del Bag in Box es el que experimenta la mayor tasa de crecimiento, teniendo una fuerte preferencia por este elemento, los wine-bar, los restaurants que sirven vino por copa, los hoteles, y las casas de familia donde son pocos los integrantes que consumen vino.
Algunas de las ventajas del Bag in Box son: menor volumen de desechos, larga duración del contenido una vez empezado a fraccionar, higiene del vino, dificultad de ser dañado o destruido antes de su uso, bajo peso y volumen en comparación con los otros recipientes, almacenamiento sencillo y una gran superficie de packaging donde las bodegas pueden hacerse resaltar con sus diseños, destacando aún más al Bag in Box.
Y la analogía del título es totalmente válida: estamos ante la damajuana del siglo XXI, con todos los avances tecnológicos y sofisticación a su servicio. Por otra parte, cabe resaltar que el Bag in Box está siendo usado para diversas gamas de vinos, desde las bajas hasta las altas, fundamentado en la promoción del “vino por copa”. En Argentina, ya son casi una veintena las bodegas que apostaron por comercializar sus vinos en este envase, y según afirman, con mucho éxito.
Otra de las ventajas que posee, es una reducción de los precios de venta al público, por no utilizar botellas, ni corchos, ni cápsulas, generando un ahorro para el consumidor de alrededor del 20 al 25 por ciento. Los formatos más utilizados son los de 3, 4 y 5 litros, variando mayormente en el alto y no en el ancho, puesto que están diseñadas para caber, por ejemplo, en las puertas de las heladeras. Además, es totalmente reciclable.
Por último, en lo referente a su capacidad aislante, algunos estudios, los más optimistas, aseguran que puede llegar a encerrar el vino perfectamente hasta ocho semanas después de haber sido vertida la primera gota. Y en el caso de los más pesimistas, expresan que ese tiempo se reduce a unas tres o cuatro semanas. De todos modos, una cantidad de tiempo excelente, que confirma lo exitoso que resulta el Bag in Box en la dosificación del vino durante muchos días.
Por Diego Di Giacomo
diego@devinosyvides.com.ar
Sommelier - Miembro de la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores.
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