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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, junio 28, 2014

Ezra Weston Loomis Pound, políticamente "incorrecto".

Ezra Weston Loomis Pound nació un 30 de Octubre de 1885, en Hailey – Idaho – como hijo único de Homer Loomis Pound e Isabel Weston. Después de recibir una educación primaria en instituciones particulares, a los 13 años ingresó a la Academia Militar de Cheltenham en la que permaneció hasta los 15 luego de lo cual fue admitido en el College of Liberal Arts de la Universidad de Pennsylvania en 1901. En el ínterin, también a los 13, tuvo la oportunidad de hacer un viaje de tres meses con su madre y su tía por Europa, visitando Inglaterra, Bélgica, Alemania, Suiza e Italia.
Volvió a hacer otra gira de tres meses por Europa en 1902 para luego ingresar al Hamilton College del condado de Oneida, en el estado de Nueva York. Allí estudió el dialecto provenzal y la Divina Comedia de Dante con William Pierce Shepard, constituyendo lo segundo muy posiblemente el impulso inicial que lo incitó a escribir su obra más conocida: los Cantos (o Cantares como quería que fuesen llamados en español).
Se graduó como Licenciado en Filosofía en 1905 y regresó a la Universidad de Pennsylvania para estudiar las lenguas romances con Hugo Rennert, absolviendo su Maestría en Artes en 1906. Se inscribió luego para un doctorado en filosofía y obtuvo una beca para realizar viajes de estudio con la cual viajó a Madrid pasando casi un mes realizando trabajos de investigación sobre Lope de Vega. De Madrid se trasladó a la Sorbona de París, de allí viajó a Londres y regresó finalmente a los EE.UU. Al año siguiente tuvo un entredicho con Felix Schelling, el titular de la cátedra de inglés, y abandonó la universidad sin terminar su doctorado. Después de aceptar un puesto docente en el Wabash College de Crawfordsville, Indiana, – que en algún momento describiría como "el sexto círculo del infierno" – y algunos escandaletes relacionados con diversas mujeres, dejó Crawfordsville para regresar a Europa.
Desembarcó en Gibraltar en Abril de 1908 con 80 dólares en el bolsillo. Ganó algún dinero como guía de turismo y enviando algunos de sus escritos al Harper's Magazine. Unos meses después estaba viviendo en Venecia y publicaba por cuenta propia su primer libro de poemas, A Lume Spento (Con Cirios Apagados).
En Agosto se mudó a Londres – llegando esta vez con apenas 3 libras en su haber – donde se quedaría a vivir por 12 años y donde, a poco de llegar, trabó una duradera amistad con William Butler Yeats.
En 1909 ya era conocido y apreciado en los círculos literarios ingleses. Durante el año siguiente publicó tres libros – Personae, Exultations y The Spirit of Romance – con marcado éxito. Aparte de ello, también colaboró con varias publicaciones escribiendo reseñas y críticas. Tal como lo señalara T.S. Eliot tiempo después: "Durante una década crucial en la historia de la literatura moderna, aproximadamente entre 1912 y 1922, Pound fue el más influyente y de alguna forma el mejor crítico en Inglaterra y en América".
En 1912 ayudó a crear un movimiento que dio en llamarse "Imagism". La idea impulsora de este movimiento fue la de elaborar un lenguaje literario más directo que el que había impregnado la poesía romántica y victoriana. Acompañado por otros autores tales como William Carlos Williams, Amy Lowell, Richard Aldington y Hilda Doolittle, el movimiento se centró en la búsqueda de la precisión expresiva y en la economía de los términos. Ezra Pound lo formularía diciendo: "No vuelvan a decir en verso mediocre lo que ya ha sido dicho en buena prosa" y "No usen palabras superfluas ni adjetivos que no signifiquen algo".
Una de las características más notables y destacadas de Pound fue su increíblemente amplia generosidad para con otros escritores; un rasgo de su personalidad que no solo lo enaltece sino que, llegado el momento y como veremos más adelante, hasta muy probablemente le salvó la vida. Su influencia concreta se extendió mucho más allá de su propia producción literaria.
Tenía, por de pronto, una gran capacidad para descubrir el talento en otras personas y constantemente promocionaba a escritores cuyas obras estimaba como valiosas. Ayudó y promocionó a poetas como Robert Frost y D.H. Lawrence, además de ser el editor y gran amigo de T.S. Eliot. De hecho, el que publicó "The Waste Land" de T.S. Eliot – que es probablemente uno de los poemas más significativos de la época del modernismo inglés – fue Ezra Pound. Pero su círculo de amistades incluyó también al novelista irlandés James Joyce a quien ayudó a publicar y a hacer conocer sus obras. Durante los peores años de Joyce, Pound incluso lo ayudó financieramente y existe una anécdota según la cual le consiguió un par de zapatos usados cuando el irlandés quedó tan en bancarrota que se había quedado hasta sin calzado. En 1925 Hemingway escribiría sobre Pound: "Defiende a sus amigos cuando son atacados, los mete en revistas y los saca de la cárcel … Escribe artículos sobre ellos. Los presenta a mujeres ricas. Consigue editores que aceptan sus libros. Se queda sentado con ellos durante toda la noche cuando se sienten morir … les adelanta el dinero para gastos de hospital y los disuade del suicidio".
Paralelamente, la propia obra de Pound siguió creciendo. Durante los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial aparecieron dos de sus obras más destacadas: "Homage to Sextus Propertius" y "Hugh Selwyn Mauberley". En la segunda de las mencionadas, compuesta de 18 poemas y publicada en 1920, aparece por primera vez en la obra de Pound el concepto de la usura y una ácida crítica al sistema socioeconómico imperante. La guerra, aun cuando no participara directamente de ella como otros poetas y escritores, demolió en Pound la fe en la dirección que los vencedores le estaban imponiendo a Occidente. Hacia fines de 1920 decidió que Londres ya no era el lugar para él y se trasladó a París.
En París se hizo pronto amigo de personalidades como Marcel Duchamp, Tristan Tzara, Fernand Léger y Ernest Hemingway. Publicó "Poems 1918-1921" y en 1922 Eliot le envió el manuscrito de "The Waste Land" al que llenó de tachaduras y comentarios en tinta azul por lo que Eliot escribiría después: "Me atrae pensar que el manuscrito, con los pasajes suprimidos, había desaparecido irrecuperablemente. No obstante, por el otro lado, quisiera que las correcciones en azul fuesen preservadas como prueba irrefutable del genio crítico de Pound".
En su constante afán por ayudar, convenció al abogado neoyorquino John Quinn a financiar el Transatlantic Review, la revista literaria de John Madox Ford.  Por otra parte, trabó una amistad muy sólida con Hemmingway con quién recorrió Italia en 1923 y lo ayudó a relacionarse con Lewis, Ford y Joyce. 
Como retribución, Hemmingway trató (infructuosamente) de enseñarle a boxear.
En 1924 se cansó del ambiente de París y decidió cambiar de aires nuevamente. Esta vez se dirigió a Italia y se estableció en Rapallo, ciudad en la que residiría durante los siguientes 20 años. Allí, su vida cambió de un modo bastante sustancial: en 1925, de su relación con la violinista Olga Rudge, le nacería su hija María y al año siguiente su hijo Omar, de su esposa Dorothy Shakespear. En lo que a su producción literaria se refiere, Pound se concentró en sus Cantos, una muy ambiciosa y larga serie de poesías sobre la que venía trabajando desde 1915, y que él mismo describió alguna vez como su "poema que incluye Historia". La primera sección del poema se publicó en 1925 y en ella ya queda en evidencia la creciente preocupación de Pound por los temas económicos y por la inestabilidad financiera surgida como consecuencia de las secuelas de la Primera Guerra Mundial. Más tarde aparecerían las continuaciones: "Eleven New Cantos" en 1934; "The Fitfth Decade of Cantos" en 1937 y "Cantos LII-LXXI" en 1940.
Su inquietud por los problemas económicos y sociales de su tiempo lo llevó a profundizar en el tema. Se familiarizó con la teoría del "Social Credit" (Crédito Social) elaborada por Clifford Hugh Douglas según la cual la mala distribución de la riqueza se debía a un poder de compra insuficiente por parte de quienes producían los bienes y los servicios siendo que quienes los producían eran, al mismo tiempo, los consumidores de los mismos. En otras palabras: la totalidad de los ingresos de los productores no alcanzaba para comprar los bienes y servicios que ellos mismos producían. Por otra parte, sus propias observaciones también llevaron a Pound a la conclusión que en todas partes imperaba una injusticia promovida y sustentada por banqueros cuyas manipulaciones financieras conducían a guerras y conflictos.
Todas estas consideraciones, unidas a la experiencia directa de vivir en la Italia fascista, lo llevaron a juzgar a Mussolini y al fascismo de los años '20 en términos positivos.
No fue el único.
Dirigiéndose a una delegación de socialistas italianos luego de la Marcha Sobre Roma de Mussolini, Lenin se lamentaba en 1922 recordando los orígenes socialistas de Mussolini: "Es un desperdicio que hayamos perdido a Mussolini. Es un hombre de primera categoría que hubiera llevado nuestro partido al poder en Italia".
Desde la vereda de enfrente, cinco años después, nada menos que Churchill le manifestaba al Duce: "Si fuera italiano, estoy seguro de que habría estado de todo corazón con usted desde el principio hasta el final en su triunfante lucha contra los bestiales apetitos y pasiones del leninismo.
En 1933 Sigmund Freud le envió a Mussolini un ejemplar del libro "Warum Krieg?" (¿Por qué guerra?) que había escrito conjuntamente con Albert Einstein incluyendo una dedicatoria que rezaba: "A Benito Mussolini de parte de un viejo que saluda en el gobernante al Héroe de la Cultura".
Franklin D. Roosevelt en un mensaje a su embajador en Italia, Breckinridge Long, concedería: "Parece no haber duda alguna que (Mussolini) está interesado en lo que estamos haciendo y estoy muy interesado y profundamente impresionado por lo que ha logrado y por su evidentemente honesto propósito de restaurar a Italia" para agregar además: "No me importa decirle confidencialmente que me mantengo bastante estrechamente en contacto con ese admirable caballero italiano".

Las apreciaciones favorables a Mussolini y al fascismo podrían citarse por docenas. Por supuesto: todas ellas anteriores a la Segunda Guerra Mundial … Como se dice habitualmente, muy pocos intelectuales y muy pocos políticos resisten un archivo. Porque con el correr del tiempo y las conveniencias del momento, las opiniones dieron un giro de ciento ochenta grados y finalmente se volvieron "políticamente correctas". Obviamente.
No fue el caso de Ezra Pound. Una vez persuadido de los aspectos positivos del fascismo italiano – aunque sin pertenecer al partido y sin participar directamente en forma activa de la política italiana – Pound se mantuvo firme en sus convicciones. El 30 de Enero de 1933, el mismo día en que Hitler ascendía al poder en Alemania, Pound se entrevistó con Mussolini. Luego, ese mismo año publicaría su "ABC of Economics" (El ABC de la Economía) seguido por "ABC of Reading" (El ABC de la Lectura) en 1934; "Social Credit: an impact" (Crédito Social: un impacto) en 1935; "Jefferson and/or Musolini" (Jefferson y/o Mussolini) en 1936.
Con el tiempo y en realidad, su mensaje político se concentró casi solo en dos cosas: en el sistema socioeconómico injusto y en la guerra que este sistema había traído consigo. Precisamente para tratar de mantener a su propio país fuera de la guerra viajó en 1939 a los EE.UU. Demás está decir que, a pesar del fuerte movimiento antibélico existente en los EE.UU. y a pesar de que Pound se entrevistó con varios legisladores y concedió toda una serie de entrevistas periodísticas, no fue escuchado en los niveles superiores del gobierno norteamericano que impulsaban la política exterior en una dirección diametralmente opuesta y que terminarían permitiendo – y quizás hasta provocando – el ataque japonés a Pearl Harbor para justificar el ingreso de los EE.UU. a la Segunda Guerra Mundial. Con todo, durante su estadía obtuvo al menos un reconocimiento: el Hamilton College, dónde había obtenido la licenciatura en filosofía 34 años antes, le concedió el título de doctor honoris causa el 12 de Junio de 1939.
Tras volver a Italia, Pound, hacia 1940, había escrito una impresionante cantidad de cartas y había presentado sus ideas en cientos de artículos en los que una y otra vez insistía sobre un punto central: la crítica al sistema económico usurario impulsado exclusivamente por la usura para el cual la guerra era simplemente un gran negocio. En esto, su gran preocupación – uno casi estaría tentado a decir: su obsesión – desde 1939 en adelante fue hallar un modo de evitar que su país, los EE.UU., fuesen arrastrados a la guerra en Europa. Y además, desde el momento en que – tanto al frente de este sistema como en la generación que disparara la revolución bolchevique, así como por añadidura en gran parte de la literatura de la época – apareciesen constantemente los nombres de Rothschild, Trotsky, Morgenthau, Zinoviev, Lehman, Radek, Warburg, Schiff, Baruch y muchísimos otros, resultó poco menos que inevitable que Pound se topara también con la cuestión judía tal como lo habían hecho muchos antes que él, Winston Churchill incluido. 
Todo esto quedó luego reflejado en los mensajes radiofónicos que transmitió desde Roma durante la Segunda Guerra Mundial y que casi terminaron costándole la vida. 
No le fue fácil acceder a los micrófonos de Radio Roma. Comenzó escribiendo artículos para la radio hacia fines de 1940. Los primeros no fueron leídos por él sino por los locutores habituales de la emisora. A partir de Enero de 1941 pudo grabar sus propios mensajes que fueron transmitidos en un promedio de dos por semana. Por regla general, los escribía en su casa, en Rapallo, y viajaba a Roma para grabarlos en series de diez o veinte alocuciones a la vez. Recopilaba la información de fuentes muy diversas: de las transmisiones radiales y de las publicaciones italianas, de estaciones extranjeras – principalmente de la BBC inglesa que podía sintonizar en su propia radio – de conversaciones con amigos, funcionarios, viajeros; de cartas de los amigos que siguieron viviendo en los EE.UU. y otros países; y de su propia biblioteca que incluía números anteriores de varios periódicos.
La mayor parte de sus mensajes se dirigió a la audiencia norteamericana, aunque también transmitió para la inglesa y, en ocasiones, para ambas. Está comprobado que en los EE.UU. lo escuchaban las autoridades y prueba de ello son las transcripciones de la FCC (Federal Communications Commision = Comisión Federal de Comunicaciones) que incluso dieron lugar, en Abril de 1942, a que el FBI, a pedido del Departamento de Justicia norteamericano, iniciara una investigación para determinar el posible alcance de su audiencia en los EE.UU.
A partir de fines de Enero de 1942 – es decir, después de Pearl Harbor y con los EE.UU. ya implicados abiertamente en la guerra – las transmisiones radiales de los mensajes de Pound desde Radio Roma fueron precedidas de la siguiente declaración que él mismo había redactado y que las autoridades fascistas habían aceptado:
"Radio Roma, actuando de acuerdo con la política fascista de libertad intelectual y de libre expresión de opiniones por parte de quienes están calificados para tenerlas, le ha ofrecido al Dr. Ezra Pound la utilización de este micrófono dos veces por semana. Queda entendido que no se le pedirá decir nada en absoluto que vaya en contra de su conciencia, ni tampoco cualquier cosa que sea incompatible con sus deberes como ciudadano de los Estados Unidos de América."
En total, Pound transmitió más de 120 mensajes a través de Radio Roma, siendo que, en realidad, es casi imposible establecer con precisión el número exacto de sus alocuciones. En todo caso, siguió transmitiendo y escribiendo – a veces bajo seudónimo – en los últimos tiempos por lo menos ocasionalmente, hasta Abril de 1945.
El 2 de Mayo de 1945 – apenas unos días después de que Mussolini fuera fusilado y su cuerpo colgado cabeza abajo para exhibición pública en la plaza Loreto de Milán  – Ezra Pound estaba solo en su casa de Rapallo. Una patrulla de partisanos antifascistas ingresó a la vivienda dándole tiempo solamente para meterse una copia de Confucio y un diccionario chino en su bolsillo luego de lo cual lo llevaron a Chiavari. Lo soltaron, sin embargo, con lo que finalmente Pound, no teniendo realmente adonde ir y sabiendo que la clandestinidad no sería ninguna solución viable para él, se entregó a las autoridades militares norteamericanas en el pueblo de Lavagna.
Al principio, los militares no tuvieron ni idea de quién era ese sujeto algo extraño que les había caído poco menos que del cielo. Solamente después de recibir toda una serie de histéricos cables procedentes de Washington llegaron a la conclusión de que, fuera quien fuera, el sujeto debía ser "peligroso". Consecuentemente, lo trasladaron al Centro Disciplinario de las Fuerzas Armadas norteamericanas cerca de Pisa en donde mantenían prisioneros a soldados norteamericanos acusados de asesinato, violaciones y otros crímenes graves.
Las jaulas al aire libre en una de las cuales estuvo encerrado Ezra Pound.
Lo encerraron durante tres semanas enteras en una jaula de alambre tejido con un espacio de 1,80 x 2 metros, a la intemperie, con la prohibición de hablar con nadie, con potentes reflectores iluminándolo durante toda la noche, sin colchón, durmiendo sobre el piso de cemento y con solamente una delgada manta para cubrirse. Terminó física y mentalmente destruido a tal punto que tuvieron que trasladarlo a una unidad médica para mantenerlo con vida. Allí, si bien lo alojaron en una carpa primitiva, al menos le permitieron una mayor libertad de movimientos y pronto el personal del centro se acostumbró a la figura del algo estrafalario pero inofensivo prisionero que ayudaba a los soldados a escribir las cartas que enviaban a sus familiares y que por las tardes se sentaba a la máquina de escribir en la farmacia del centro médico a escribir poesías. Así comenzaron a nacer sus The Pisan Cantos o Cantos de Pisa.
En Noviembre de 1945, después de casi 7 meses, decidieron por fin enviarlo detenido a los Estados Unidos en dónde lo acusaron de traición a la patria por sus mensajes radiales desde Roma.
La acusación conllevaba la posibilidad cierta de una sentencia a muerte y frente a la misma, jurídicamente, Pound podía tener tres líneas de defensa posibles. Una de ellas hubiera sido sostener que era un poeta y que los poetas gozan de ciertas licencias por lo que no están tan estrictamente sujetos a las mismas normas que las personas comunes. La segunda podría haber sido afirmar que había tenido razón en todo lo que había dicho; que la traición al pueblo norteamericano no la había cometido él sino los funcionarios de la Casa Blanca que habían arrastrado al país a una guerra europea en la que los EE.UU. no tenían nada que hacer. Finalmente, la tercera estrategia defensiva – y que Pound estaba dispuesto a seguir – hubiera podido ser la de sostener que, al hablar por radio, no había hecho más que ejercer sus derechos garantizados por la Primer Enmienda a la Constitución Norteamericana.
Pero, para 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, la propaganda bélica ya había surtido efecto sobre los norteamericanos. La gran mayoría de los amigos de Pound estaba convencida, y con razón, de que cualquiera de esas tres estrategias defensivas terminaría siendo un tiro por la culata y que el jurado se hallaría más que dispuesto a condenarlo a muerte. Hemingway fue el primero en sugerir que Pound podía llegar a ser declarado inimputable porque estaba "obviamente loco". La idea prendió en su abogado defensor, Julien Cornell, porque, al fin y al cabo, ¿acaso no hay que estar un poco loco para ser poeta?; ¿qué gran poeta, de todos los que ha conocido la literatura universal, ha estado realmente en sus cabales?
Por orden del juez interviniente, Pound fue sometido a un examen psiquiátrico. El examen fue llevado a cabo por cuatro psiquiatras entre los cuales el más conocido era el Dr. Winfred Overholser, jefe del hospital psiquiátrico St. Elisabeth de Washington. Al final del examen, los psiquiatras firmaron un informe redactado por Overholser que presentaba a Pound como excéntrico, disperso, poseído de delirio de grandeza, y que concluía calificándolo de: "mentalmente incapacitado para asesorarse adecuadamente con su abogado defensor o para participar de manera razonable y de forma inteligente en su propia defensa. En otras palabras, es insano."
No fueron pocos los que estuvieron en desacuerdo con el veredicto no demasiado detalladamente fundamentado de los psiquiatras. De hecho, quienes visitaron a Pound con posterioridad no detectaron nada anormal en su comportamiento. Pero la decisión final la tomó el jurado que el 13 de Febrero de 1946 consideró el caso. A pesar de toda la bombástica publicidad que lo precedió, el juicio transcurrió sin mayores sobresaltos, sin grandes torneos de oratoria y sin multiplicidad de argucias legales. La impresión general fue que la fiscalía no estaba en absoluto entusiasmada por atacar el testimonio de los psiquiatras sabiendo, como tenía que saber, que no ganaría grandes laureles disparando con artillería pesada sobre un poeta acusado de traición por el mero hecho de haber hablado por radio.
Por otra parte, también existían varios problemas legales que amenazaban con complicar el caso. Por ejemplo, si bien decenas de miles de personas habían escuchado las transmisiones de Pound, no había testigos en la sala que pudiesen testimoniar que había sido efectivamente él quien las había emitido. Los únicos que podrían haberlo hecho hubieran sido los técnicos italianos de la radio que se hallaban a miles de kilómetros de distancia y a quienes nadie se había tomado el trabajo de convocar. Además, estos testigos tendrían que haber recordado sucesos de hacía tres a cinco años atrás y, al ser italianos, de todos modos muy probablemente no hubieran podido entender ni una sola palabra de las pronunciadas por Pound en inglés. Por añadidura, los documentos que le fueron secuestrados a Pound luego de su arresto lo fueron "manu militari", sin una orden judicial en regla y, por consiguiente, al abogado defensor Julien Cornell no le hubiera costado mucho lograr que se los descartara por completo.
Sea como fuere, lo concreto es que Ezra Pound se mantuvo en silencio durante la mayor parte del juicio y el jurado, después de escuchar el informe de los psiquiatras y el relato de los hechos, lo declaró inimputable después de una deliberación de menos de cinco minutos. "Cornell me salvó la vida", fue el lacónico comentario de Pound. Quizás se equivocaba un poco: hay buenos argumentos para sostener que quien realmente le salvó la vida fue el Dr. Overholser: Ezra Pound quedaría durante 12 años encerrado en el nosocomio de St. Elisabeth dirigido por este psiquiatra.
Por aquella época, el Hospital St. Elisabeth estaba alojado en un viejo y muy mal mantenido edificio. Hacinado y con escaso personal; algunos pacientes dormían hasta en los pasillos. Quienes lo visitaron coinciden unánimemente en que el ambiente del lugar era opresivo, con un ruido infernal, y pacientes deambulando sin rumbo fijo por todas partes. Sin embargo, Pound se recuperó rápidamente y no solo cooperó con el personal médico sino que hasta se ganó la simpatía de los demás pacientes. "No tengo problemas con los locos" – solía decir – "es a los estúpidos a los que no puedo soportar". Para él St. Elisabeth resultó un lugar tan bueno como cualquier otro y, es más, hasta llegó a brindarle ciertas ventajas. Por primera vez en su vida se hallaba libre de problemas económicos, tenía cama y comida gratis mientras sus derechos de autor se acumulaban en el banco, podía jugar al ajedrez y al tenis, pasear por el parque, hablar hasta por los codos y, no en última instancia, tenía todo el tiempo del mundo para escribir lo que se le antojara.
Con el correr de los meses y los años consiguió que le asignaran una especie de habitación para él solo y su producción literaria llegó a ser más que notable. Escribió otros 25 Cantos, tradujo una obra de Confucio, trescientos antiguos poemas chinos, algunas páginas del diario de Mussolini y una tragedia de Sófocles. Produjo docenas de manifiestos y miles de cartas, todas sin firmar, no fuera cosa que alguien dudara de que una persona capaz de semejante producción estaba algo menos demente de lo que los doctores afirmaban que estaba. Entre quienes lo visitaron estuvo lo más selecto y granado del mundo literario norteamericano y varios centenares de jóvenes admiradores deseosos de escuchar la palabra del maestro.
Durante todo el tiempo que Pound estuvo en St. Elisabeth sus amigos no se resignaron a la situación y se mantuvieron activos. En 1948, James Laughlin, que lo había conocido en 1934 y vivido en su casa de Rapallo durante varios meses, publicó The Pisan Cantos, escritos durante el primer cautiverio de Pound en la cárcel militar norteamericana de Pisa. El hecho causó verdadera conmoción en el mundo literario norteamericano, dividiendo a admiradores y a detractores en una verdadera batalla campal de opiniones que no tardaron en volverse políticas. Y lo que sucedió después llevó el escándalo a límites insospechados.
Sucedió que buena parte de los amigos y admiradores de Pound eran miembros del Comité de Selección de la Librería del Congreso norteamericano, nombrados para adjudicar el entonces recientemente instituido Premio Bollingen que distinguiría el mejor libro de poesía norteamericana publicado el año anterior. El primero en ganar dicho premio en 1949 fue Ezra Pound, precisamente por The Pisan Cantos. Los legisladores norteamericanos se encontraron en  la ridícula situación de tener que otorgarle un premio a un poeta que solo tres años antes había estado a punto de ser condenado por traición y que en ese momento se hallaba encerrado en un manicomio. La situación se hizo tan insostenible que el Congreso de los EE.UU. tuvo que dar marcha atrás, declarar revocada la distinción y hasta renunciar a seguir concediendo el Premio Bollingen que, de allí en más, pasó a ser otorgado por la Universidad de Yale.
Pasaron los años y, después de que Pound cumpliera los 70, la situación se fue haciendo cada vez más insostenible. El problema, sin embargo, residía en que, mientras el Dr. Overholser enviara informes sobre él afirmando que seguía estando loco, Pound no podía abandonar St. Elisabeth. Pero, por otra parte, si lo declaraban curado lo que le esperaba con seguridad era otro juicio con final impredecible. Así las cosas, en 1957, dos viejos amigos de Ezra Pound, los poetas norteamericanos Robert Frost y Archibald McLeish, convencieron a la administración de Eisenhower de que no tenía ningún sentido mantener encerrado a un poeta septuagenario que, para colmo, empezaba a sonar como candidato al Premio Nobel de literatura. Y fue nuevamente el Dr. Overholser quien encontró la solución al dilema: presentó un documento en el cual declaraba a Pound "permanente e incurablemente insano" pero afirmando al mismo tiempo que no era peligroso y que mantenerlo en un hospital público representaba un gasto innecesario para los contribuyentes norteamericanos.

Eso funcionó. El 18 de Abril de 1958 la corte dejó caer la acusación de traición y el 7 de Mayo Ezra Pound abandonó el hospital. En su historia clínica la última anotación reza: "Condición al egreso: sin mejora."
Ezra Pound en Nápoles.
De alguna manera, era cierto: Pound no había "mejorado"; como que tampoco había cambiado. Después de una breve serie de visitas a sus amigos, se embarcó hacia Italia y al desembarcar en Nápoles, ante la pregunta de uno de los periodistas sobre cómo había soportado los 12 años de manicomio, respondió: "Todo Estados Unidos es un gran manicomio"… para despedirse luego de la gente de prensa con un elegante saludo fascista … Decididamente, no había "mejorado".
Viviría 15 años más y fallecería el Día de Todos los Santos, un 1° de Noviembre de 1972 en Venecia.
Del prologo:  EZRA POUND: AQUÍ LA VOZ DE EUROPA.

EZRA POUND: AQUÍ LA VOZ DE EUROPA.

Edición electrónica: 2012
http://www.laeditorialvirtual.com.ar

Traducción de Denes Martos

Cantar XLV

                                                                                  Con usura

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

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