99 años después: Pozo 1, don Cipriano Salto por BEATRIZ CAROLINA CHÁVEZ.
El 29 de octubre de 1918 se descubría en la zona de Plaza Huincul la cuenca petrolífera neuquina. Esto concluía muchos días de esfuerzos, trabajo, desaliento en un panorama agreste pero que permitió extraerle a la tierra la riqueza de sus profundidades. Fue un acto de desafío, en medio de la soledad del paisaje y el silbido del viento rebelde, en las madrugadas que poseía la virtud de transformar, aunque sea por un instante, la hostilidad del medio. En los primeros años del siglo XX el territorio del Neuquén fue sin duda un pequeño trozo de tierra inhóspita y casi desconocida para los argentinos: la legendaria Patagonia, que encerraba riquezas insospechadas que los estudiosos vislumbraban.
Para esta etapa de la historia baste recordar el 6 de septiembre de 1913 cuando el Dr. Anselmo Windhausen, geólogo, dictó la conferencia “Constitución geológica de la zona petrolífera del Neuquén”. Ésta era producto de los estudios que se habían realizado en la zona que permitieron también conocer la fauna y flora extinguidos de la región, con evidencias de formaciones competentes para contener hidrocarburos. El científico había prestado especial atención al cerro Lotena que muestra en su superficie una sucesión de estratificaciones, como clara cronología de su formación. En este cerro ciertos horizontes del jurásico superior se manifiestan ricos en petróleo “y el aceite mineral sale a florecer a poco que se excava, dando origen a charcos de betún”, así se expresaba el geólogo nombrado en esa conferencia en 1913.
Este profesional fue contratado en 1909 por la entonces división Minas, Geología e Hidrología de la Nación, que envió al doctor Juan Keidel para que basándose en aquellos estudios preliminares ubicara un pozo exploratorio. El 9 de octubre de 1915 se descargaron los primeros bultos. A la cabeza de ellos estaba la máquina marca “Fauck” de 500 metros de capacidad perforante, bautizada con el nombre de Patria. En la zona no había mano de obra disponible para el trabajo de descarga de los materiales, el ingeniero Enrique Cánepa, supervisor de la perforación, solicitó al gobernador del territorio Dr. Eduardo Elordi mano de obra, quien le proveyó 30 presos custodiados por un subteniente guardiacárcel. Éstos realizaron la tarea de transportar bultos desde el kilómetro 1294 hasta el sitio elegido para la perforación.
El 18 de agosto, por la noche, un operario, uno de esos anónimos hombres precursores de YPF, don Cipriano Salto, santiagueño de pura cepa, se acercó a la boca del pozo con un farol para iluminar mejor la zona de maniobras. Se produjo un incendio. El gas afloraba por el pozo. Imperceptible por el olfato, fue detectado por el fuego. ¡El peligro mayor de los perforadores anunciaba el éxito! ¡Había gas! ¡Había petróleo!
Fue extinguido el incendio y reanudados los trabajos con renovado impulso. El 30 de septiembre afloraron las muestras de terreno con rastros ciertos de petróleo a los 603 metros de profundidad.
Y después, el 29 de octubre de 1918, a los 609 metros la máquina Patria logró su primer ensayo de oro negro. La producción alcanzaba a 700 litros por día.
Don Salto, papá de la primera locutora de LU5, doña Rita Salto, quien nos narró estos recuerdos, vivía en la calle Mendoza de esta capital neuquina y se había arraigado tempranamente en la zona.
El pozo 1 fue el comienzo auspicioso de la explotación petrolífera que tiempo después se extendería a todo Neuquén, Río Negro, La Pampa y Mendoza. Flias. Potenzoni, Soufal y tantos otros hombres que permanecen en el anonimato pero brillan en las páginas de los recuerdos.
Carta de lectores e imagen publicada en Diario "Río Negro", domingo 29 de octubre de 2017.
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