Perón se está muriendo.
Por RAÚL 'BIGOTE' ACOSTA.
Periodista, conductor radial y televisivo, poeta,
dramaturgo y ensayista santafecino, afincado en Rosario.
Muchas veces se ha augurado la muerte del peronismo. Isaac Francisco Rojas y Pedro Eugenio Aramburu creyeron que lo fusilaban en José León Suárez. Juan Carlos Onganía creía que lo aniquilaría las obras sociales concedidas a Augusto Timoteo Vandor. Alejandro Agustín Lanusse ambicionaba algo parecido y por eso le concedió a Francisco Manrique el Programa Asistencial Médico Integral (PAMI) y ensayó varias estratagemas más. Es cierto que Juan Perón hizo lo propio, al menos para la confusión: a José López Rega le explicó una versión distinta de lo que era el peronismo que a la "Juventud Maravillosa" que se había aprendido el enfoque de John William Cooke. La ambición aluvional es peligrosa: en la etapa anterior había juntado a Guillermo Patricio Kelly y Héctor J. Cámpora bajo la misma bandera. Emilio Eduardo Massera quiso hacer desaparecer el peronismo pero luego de encarcelarlo intentó apropiárselo, y le quedó grande. Jorge Rafael Videla no entendió nada. Leopoldo Galtieri creyó que el secreto pasaba por malvinizarlo. Raúl Alfonsín ensayó el 3er. Movimiento Histórico: coptarlo. Carlos Álvarez lo consideró superado, al igual que el resto del Grupo de los 8, y también José Octavio Bordón. Hoy día Mauricio Macri intenta considerarlo obsoleto, aprovechando las contradicciones que van de Carlos Menem a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Será cierto que el peronismo no sobrevive al inicio del siglo 21? Unos lo consideran menester, otros imposible.
"Tantas veces me mataron,
Tantas veces me morí,
Sin embargo estoy aquí
Resucitando.
Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal,
Porque me mató tan mal,
Y seguí cantando. (...)".
María Elena Walsh.
Tantas veces me morí,
Sin embargo estoy aquí
Resucitando.
Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal,
Porque me mató tan mal,
Y seguí cantando. (...)".
María Elena Walsh.
En estas elecciones de medio término, además de los cargos, se juega la sobrevida de Juan Perón al que pusieron en agonía en 2013. Ese 54,1% no fue magia, fue el flautista de Hammelin. La flautista.
Es cierto que Perón murió el 1 de julio de 1974. No murió joven y su tiempo, desde el 4 de junio de 1943 hasta la fecha mencionada, fue de protagonismo esencial.
También es cierto que este protagonismo avaló cuestiones muy difíciles y peligrosas. Mucho más cierto que en su nombre se hicieron cosas terribles y otras magníficas. Todos los adjetivos los reúne y esta Argentina es, en buena parte, su absoluta culpa. Hay otros con culpas concurrentes. Muchos. Ninguno de tamaña envergadura . No podemos, realmente, hablar del país sin tener en cuenta a Perón a quien, al parecer, sus propias criaturas intentan matar en el imaginario.
Hoy, gobiernos y empresarios discuten leyes laborales con un poder gremial que es su absoluta creación. Los sindicatos argentinos, su modo de afiliación, sus reclamos, su participación en la vida política directa del país, los vuelve particulares. El gremialismo argentino no es similar a ningún otro. Ya la sola existencia de la CGT única y obligatoria, una decisión de Perón, es concurrente a la dura crisis del país desde que la inflación se disparó, la economía fuera de la ley creció y, a la par, el poder político se corrompió absolutamente. No todo en un día. No con inocentes en bando alguno. Todos con su cuota parte de los desequilibrios existentes.
En estas elecciones de medio término, además de los cargos, se juega la sobrevida de Juan Perón al que pusieron en agonía en 2013. Ese 54,1% no fue magia, fue el flautista de Hammelin. La flautista.
Es cierto que Perón murió el 1 de julio de 1974. No murió joven y su tiempo, desde el 4 de junio de 1943 hasta la fecha mencionada, fue de protagonismo esencial.
También es cierto que este protagonismo avaló cuestiones muy difíciles y peligrosas. Mucho más cierto que en su nombre se hicieron cosas terribles y otras magníficas. Todos los adjetivos los reúne y esta Argentina es, en buena parte, su absoluta culpa. Hay otros con culpas concurrentes. Muchos. Ninguno de tamaña envergadura . No podemos, realmente, hablar del país sin tener en cuenta a Perón a quien, al parecer, sus propias criaturas intentan matar en el imaginario.
Hoy, gobiernos y empresarios discuten leyes laborales con un poder gremial que es su absoluta creación. Los sindicatos argentinos, su modo de afiliación, sus reclamos, su participación en la vida política directa del país, los vuelve particulares. El gremialismo argentino no es similar a ningún otro. Ya la sola existencia de la CGT única y obligatoria, una decisión de Perón, es concurrente a la dura crisis del país desde que la inflación se disparó, la economía fuera de la ley creció y, a la par, el poder político se corrompió absolutamente. No todo en un día. No con inocentes en bando alguno. Todos con su cuota parte de los desequilibrios existentes.
Aquella situación a la que Perón accedió, al mundo occidental del final de la Segunda Guerra Mundial, no existe. La actualidad no tiene esos protagonistas ni aquel destino. Ya sucedió . Ni el lenguaje, ni los actores, ni los objetivos particulares son los mismos ni, Pablo Nerudadixit, nosotros somos los mismos.
Un gremialismo que entienda la sociedad según aquellas ventajas, necesarias para buscar justicia social inexistente, pone en la agenda de mañana el país del 4 de junio de 1943. Algún almanaque está desincronizado. Los desequilibrios existen, se producen por diversos orígenes y se buscan soluciones específicas. No está congelada la solución. No somos aquellos ni tenemos esos problemas.
Hoy el trabajo y el capital, en el siglo XXI tienen una discusión mundial, y Thomas Picketty es bastante claro. Los que más tienen son cada vez menos y los que nada tienen son cada vez más. Leer lo que nos pasa alejado del contexto quita referencias y realidades.
Para algunas cuestiones del sistema negamos lainterdependencia, esencial al cuerpo social. Hay un mundo en las redes. Nosotros estamos en las redes. Una linterna ilumina un túnel, no alumbra en internet ni es luz posible en la aldea global. Circulan dirigentes portando linternas en el siglo XXI .
El peronismo fue una estrategia, una adecuación, una necesidad, una coyuntura que se consolidó porque a todos convenía mantener a Carl Schmitt a mano y re significarlo. Sostener el peronismo fabrica cada vez más anticuerpos. No se va a una semblanza de aquel líder sino a una degradación.
Sus actuales representantes no actualizaron aquello, sino que se aprovechan de un esquema de lealtades. No se busca aquella justicia social. Los desequilibrios existentes no están siquiera analizados por los actuales representantes que, en la mayoría de los casos, impiden una democracia interna. Hay otra distribución del trabajo. Es la segunda revolución industrial. Los señores feudales fuera una realidad en una época y un error histórico en siglo XXI. No solucionan los problemas. Nadie opera con una navaja y alcohol como anestésico. Hoy no.
Si el peronismo fue una coyuntura fenomenal que produjo un salto societario que diferenció Argentina claramente, un avance que permitió crecer de un modo sostenido y diferente, nada justifica la esclerosis con la que convivimos al sostenerlo en sus técnicas de atropello. Lo sostienen aquellos que no pueden escapar a esa lógica bifronte y al liderazgo paternalista como la solucion en el club, el gremio, las agrupaciones políticas y el país. Hay más. Hoy lo fogonean aquellos que, con las ventanas abiertas a otras realidades, más oportunidades, nuevas coyunturas, pasan por ser los que compiten con el peronismo cuando, en realidad, se aprovechan. Son, por lo menos, sospechosas las voces de una oposición innúmera que suscriben el diálogo o la reivindicación de un peronismo a secas. ¿Cuál?
El peronismo promovió igualdades. También revanchas. La respuesta actual es revancha que se lleva puesta la igualdad declamada. Alto costo para la sociedad. Se hace efectivo todos los días. Argentina paga cash su rémora doctrinaria. A los iluminados, a los aprovechados, a los primeros que vieron la fisura y siguen la flecha del tiempo, les conviene la liturgia. Los peronistas que reivindican el ayer parecen esos curas que piden la misa en latín y recitan de espalda a los creyentes en su fe y en su dios.
Perón decía: "Conozco una sola clase de hombres, los que trabajan". Insistía en que cada hombre debia producir, al menos, lo que consumía. En Argentina somos 40 millones y la universalización de las comunicaciones informa claramente: hay 7 mil millones de habitantes. Tomar dimensión del tamaño es tomar conciencia.
La más importante creación de Perón ha sido su columna vertebral. El poder gremial. La primera discriminación positiva del país la decidió el peronismo cuando ordenó que un tercio de sus candidaturas legislativas fuesen para el movimiento obrero. Ja. Es este mismo movimiento el que sumiso y/o abyecto y/o acomodaticio las renegoció. Sumemos. Los peronistas que hoy no trabajan para la otra discriminación positiva, una mujer un hombre, según padrón en cada lista, no trabajan para ése concepto. Discriminan. Mal. Muy mal.
La más importante creación de Perón atrasó 50 años los sindicatos de base, los de ideologías internacionales y los directamente anti sistema. El poder político negociaba más fácilmente - aún lo hace- con un aparato gremial con el que comparte facilidades.
Los analistas dominicales, seguramente distraidos, olvidan este objetivo de la sociedad. Equilibrar cargas, culpas, negocios con el poder gremial. El 40% de la economía en negro es un negocio compartido. Muy difícil negarlo como imposible su solución sin Estado y Sociedad adaptándose. Un 40% en negro es ese porcentaje fuera de las coberturas sociales, fuera de la justicia social. ¿Qué peronismo es el que lo acepta?
El peronismo se apropió del diálogo con todas las formas del gobierno e impide salidas que no incluyan a sus líderes, si fuese un estado revolucionario impediría otras cuestiones, sus prioridades no serían declaraciones reformistas y fondos secretos. Hoy no hace falta una revolución, no en términos militares, resultaría imposible en su ejecución. Una evolución conceptual es la salida. Parece imposible. La transfiguracion de Perón resulta necesaria al statu quo.
Los analistas teóricos, los de la cajita de cristal, omiten la realidad diaria. El poder del trabajo dentro de la sociedad. Los diferentes cruzamientos de empresas, capitales, proyectos, estado y representantes sindicales. Simulan que no existen. Analizan al atardecer sin usar los datos del día.
Toda vez que un dirigente se alza contra estos aparatos, esta maquinaria, la pregunta de la burocracia y el sistema de poder pactado es el costo personal del actor, en caso de integrarlo o, también, el valor real de su disidencia. Nuevamente la frase. El que participa, pertenece.
Miremos estas elecciones como un paso, un paso más. Los estrategas están pensando de que modo, secuenciado e incoloro, inodoro e insípido, llevan a Perón hasta el olvido. Ni mal ni bien. Acaso sea necesario. Citar su cuerpo de órdenes y/o sugerencias dogmáticas y convivir con la división del trabajo, la injusticia social y las distorsiones que da la extrema pobreza resulta excesivamente mentiroso. Nos hace falta una utopía a los argentinos. Una que dure más de dos años y pueda explicarse en 140 caracteres.
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