Irán es siempre una suerte de Caja de Pandora en materia de posibles sorpresas políticas. Más malas, que buenas, generalmente.
Su nuevo intento trae inmediatamente a la memoria lo sucedido en 2017, cuando Ahmadinejad desoyera las recomendaciones de no presentarse, formuladas entonces por el propio Ayatollah Ali Jamenei, que entendiera que su candidatura "polarizaría inconvenientemente al país, haciéndole daño''. Y hubiera seguramente sido así.
Ahmadinejad, recordemos, presidió a Irán dos veces, desde 2005, hasta 2013. Con rigor y
Se trata entonces de reemplazar al actual presidente, el presuntamente
Por el momento al menos, el más alto liderazgo religioso iraní mantiene un riguroso silencio sobre la posibilidad de regreso al poder que procura afanosamente Ahmadinejad. Y ha afirmado que lo mantendrá, al menos por el momento.
PATOLOGICAS.
Las posturas políticas e ideológicas de Ahmadinejad, por ser patológicas, lo definen por sí mismas. Para él, el Holocausto simplemente no existió. En su país no hay lesbianas, ni homosexuales, a los que desprecia abiertamente. E Irán, sostiene, tiene el derecho absoluto de convertirse en una potencia militar dotada de armas nucleares, si así lo decide. Peligrosísimo, por cierto.
Ninguno de los dos candidatos mencionados postula, ni sugiere en modo alguno, la necesidad de cambiar, desde adentro, la peculiar teocracia iraní. En esto, todos lucen
Hay quienes suponían que el hábil canciller iraní, Javad Zarif, podría, de pronto, haber sido otro de los candidatos a la presidencia del país. Pero, envuelto en incidentes políticos domésticos de magnitud, Zarif acaba de confirmar -expresa y públicamente- que no será de la partida. De esta manera, ha quedado ya excluido.
En cada instante del día y de la noche, varias docenes de enormes buques tanques, con las más variadas banderas, circulan por sus aguas. Es, en rigor, una de las rutas marítimas más activas del mundo.
Para China, así como para las más importantes economías asiáticas, es una vía marítima absolutamente crucial. En materia de abastecimiento energético, muy especialmente.
Esas lanchas rápidas están protagonizando cada vez más frecuentes incidentes, al acercarse muy peligrosamente a los distintos buques de guerra de bandera extranjera que circulan por allí y a sus respectivas trayectorias concretas de navegación. Estas provocaciones pueden generar, en el momento más inesperado, incidentes de magnitud y hasta accidentes difíciles de explicar y, más aun, de justificar.
Las aguas del Estrecho de Ormuz son hoy, por todo lo antedicho, sumamente peligrosas y quienes las navegan lo hacen, entonces, con plena conciencia de que ello conlleva riesgos de magnitud, que ciertamente no son, para nada, los comunes o habituales en el siempre intenso capítulo del transporte marítimo de combustibles.
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