La doctora María Cecilia Páez, directora del proyecto, mencionó a la Agencia CTyS-UNLaM: “Muchas veces, la ruptura que supone la modernidad en América a partir de la conquista española pone el acento en los elementos disonantes, no en lo que tiene que ver con aquello que continúa, muchas veces en clave de resistencia. Es por esto que nos interesa encontrar los puntos de sutura entre el pasado y el presente, más allá de los cambios propios de los procesos históricos y las prerrogativas de la modernidad”.
“Comenzamos con un proyecto de Arqueología, que lleva diez años trabajando en la zona, cuando dimos con unas estructuras de piedra que se llaman wankas, que son piedras rituales vinculadas con los ancestros y la fertilidad, que datan desde el segundo milenio de la Era Cristiana hasta la llegada de los españoles”, aseguró Páez.
En esta misma línea, continuó: “A partir de una serie de evidencias, determinamos que efectivamente se hacían ofrendas votivas en esa tierra, por lo que empezamos a pensar cómo se relacionaban con los rituales de fertilidad que se dan en la actualidad en la región y en toda el área andina, y así el proyecto se amplió a líneas antropológicas”.
Por su parte, la becaria doctoral Gimena Marinangeli (UNLP-CONICET), afirmó que “hay un sentido de retribución hacia la Pachamama que se expresa en una instancia ritual muy importante en agosto, desde épocas antiguas, que está relacionado con el inicio del ciclo agrícola. El sentimiento de retribución es porque esta figura provee la vida; entonces, hay un sentido de agradecimiento por lo que da, pero también está presente en lo cotidiano”.
Creencia y ritual: dos caras de una misma moneda
“En el pasado, los rituales eran algo que estructuraba la vida, no podemos pensar que estaba disociado del espacio económico, productivo y político. En la actualidad adquiere muchas características que muchas veces se resignifican a partir de los intereses de distintos actores. El caso del turismo es un ejemplo”, agregó Páez.
Asimismo, el becario Ignacio Plastiné Pujadas (UNLP) aportó: “Hay modificaciones en los rituales dentro de las mismas familias, casos en los que sostienen que todos los elementos tienen que ser naturales, mientras que otros hogares agregan a las ofrendas caramelos, alimentos procesados, alimentos que no cultivaron ellos mismos”.
“En el estudio también hemos identificado momentos de cambio: un caso se produjo durante la última dictadura militar, momento en el que estaban prohibidas las reuniones grupales; entonces, se llevaban a cabo en secreto, escondidos. También, la Iglesia Católica condenaba todo lo que girara en torno a la Pachamama. Entonces, los pobladores, que eran católicos, llevaban a cabo los rituales en el ámbito privado. En la actualidad, sin embargo hay algunos sacerdotes que participan en las festividades y rituales”, apuntó.
La resistencia cultural en las comunidades andinas
“Por este motivo, el trabajo con la comunidad es complejo, no tiene que estar pensado desde los intereses de los investigadores, sino desde los intereses del conjunto, atentos a lo que los pobladores les interesa contar o mostrar de sus historias. Uno ingresa a su comunidad, a sus familias, a su vida y, por eso, planteamos que la construcción de sentidos debe ser una tarea en colaboración, esa es nuestra visión”, concluyó Páez.
El estudio cuenta con el financiamiento del CONICET y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Agencia I+D+i), y la colaboración de los pobladores de las localidades de Cachi, Payogasta y los parajes rurales del departamento de Cachi (Salta), los miembros de la Comunidad Indígena Diaguita Kallchaki, las autoridades del Museo de Cachi, del Museo de Antropología de Salta y las autoridades municipales y provinciales.
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