Vivía en Bella Vista, al noroeste del Gran Buenos Aires y cuando tenía apenas 10 años Paula Bistagnino escuchó por primer vez la historia de las mucamas del Opus Dei. Chicas con pocos años más que ella pero pobres que iban a una escuela a diez cuadras de su casa para aprender a limpiar, servir la mesa con buenos modos, cocinar, planchar y coser para otros. Siempre pulcras y taciturnas, también recibían formación religiosa pero no asomaban la nariz por las calles. Nunca estaban solas en público.
Cuando Paula creció y se convirtió en periodista decidió conocer más a fondo esa historia que terminó por dejarla perpleja y obsesionarla tras conocer" irregularidades, desmanejos y tormentos que, asegura, se viven en esa institución ultraconservadora de la Iglesia Católica. Una entidad que fundó el sacerdote Josemaría Escrivá de Balaguer en España en 1928, pero que abrió su primera casa en Sudamérica recién en 1950, en Rosario.
Escrivá de Balaguer siempre tuvo presencia en el barrio de Paula. No solo porque vivían muchos de sus miembros sino porque en Bella Vista este sacerdote que canonizó Juan Pablo II goza de un monumento, a pocas cuadras de Campo de Mayo donde funcionó un centro de tortura durante la última dictadura cívico-eclesiástica-militar.
Paula terminó entrevistando a más de 50 personas que pasaron por la Obra, tal como también se conoce al Opus. Y reflejó en distintas notas la denuncia pública de 43 ex numerarias auxiliares que trabajaron por años sin cobrar un peso, siete de ellas en Rosario y una de ese grupo, Claudia Carrero, dialogó con La Capital y contó que pudo rehacer su vida en esta ciudad.
Además de este reclamo colectivo, Paula dio cuenta periodísticamente de dos causas judiciales que enfrenta el Opus por recibir "irregularmente", según las denuncias de familiares, la herencia de adultos mayores en Salta y en Uruguay.
"Es una institución de la que no se sale golpeado, sin una crisis existencial, física y emocional", aseguró en diálogo con La Capital la mujer que es el cuco del silencioso Opus Dei.
— ¿Por qué comienza en Rosario la expansión sudamericana del Opus?
—Estudios históricos demuestran que su fundador, Balaguer, buscaba países con su misma lengua. Por eso y gracias al intercambio epistolar con (el cardenal Antonio) Caggiano, llegan a Rosario los primeros enviados, el ala más conservadora de la iglesia católica. Luego se expande y crece en Buenos Aires, en Chile, donde también se instalan en 1950 y en Uruguay. Una entidad con poder político y económico, de familias acomodadas en su mayoría, que usan una metáfora interesante para entender cómo se organizan: dicen que el Opus es una montaña nevada que se derrite y derrama hacia abajo. Cada uno ocupa un lugar con la idea principal de ser santos en cada uno de esos lugares. Les interesa mucho la formación de profesionales porque solo así pueden ocupar lugares estratégicos y de poder: un sacerdote o una monja no pueden ser legisladores, jueces o directivos de hospitales o universidades públicas, ellos como profesionales supuestamente laicos sí pueden. Un 70 por ciento de ellos son supernumerarios. Dicen no ser religiosos pero hacen votos y apelan a la penitencia como en las religiones más oscurantistas. Son unos 90 mil en el mundo y apenas unos pocos miles son sacerdotes. Y a diferencia de los católicos conservadores no responden a un obispado, sino a un Prelado en Roma, la máxima autoridad del Opus Dei. Una figura jurídica única que les dio Juan Pablo II en 1982 y es la de Prelatura Personal, similar a la castrense. Se manejan de manera autónoma y por encima sólo tienen al Papa. No están muy contentos con Jorge Bergoglio, porque hay un enfrentamiento histórico con la orden jesuita, que siempre se opuso a su existencia.
—¿El lugar de la mujer siempre es particular y secundario? ¿Las numerarias mujeres tienen menos poder que los varones y las mujeres supernumerarias se supone que deben ser ante todo madres múltiples, no?
—Hacia adentro se dice que la mujer logra ser santa al recibir todos los hijos que Dios le envió. Pero todas, cada una en su lugar, es llamada a la santidad desde su acción, ya sea profesional o limpiando para los otros miembros, como las numerarias auxiliares que carecen de movimiento ascendente en la estructura. Las mujeres supernumerarias son cuadros importantes de la política, muchas lo demostraron en el debate contra el aborto. Si bien se dicen laicos y tienen como una obsesión por aclararlo y no ser asimilados a los religiosos, los miembros del Opus hacen compromisos similares a los votos de un religioso. Y a diferencia de estos, que cobran salario del Estado, los miembros del Opus trabajan sin recibir remuneración o entregan el salario y la herencia a la Obra, en caso de ser numerarios y por tales célibes.
—¿Por qué no se reconocen abiertamente como miembros del Opus?
—El secretismo es parte de su origen, no es fácil armar una rama dentro de la Iglesia, de la noche a la mañana. El Opus no es una congregación ni una orden, es una entidad contemporánea con menos de cien años y nace de manera no legitimada. Las primeras voluntades se blanquearon mucho tiempo después de empezar a agruparse. Actualmente tienen doble cara: se dicen laicos, no se mezclan en cualquier iglesia con cualquier católico, sí pueden compartir un té, pero tienen sus propios oratorios en las residencia, sus confesores y directores espirituales. Se muestran como personas ordinarias en la vida común y como santos dentro. Y muchas prácticas no las dan a conocer, pero han continuado con la autoflagelación con cilicio entre los numerarios. Por lo hablado con muchos que abandonaron el Opus, las cosas fueron cambiando y ya sus miembros no pueden sostener un encierro absoluto. En otras épocas, sin Internet ni celulares, sólo leían lo que les daban y, por ejemplo, les llegaban dos diarios, La Nación o La Prensa, pero recortados. La única figura pública de la política que siempre admitió ser un seguidor de Escrivá de Balaguer es (el secretario de asuntos estratégicos de la Nación), Gustavo Béliz.
—¿Cómo llegan a hablar y a denunciar estas 43 mujeres que trabajaron por años como numerarias auxiliares para el Opus?
—Son mujeres de entre 40 y 60 años. Tenían escolarización parcial o nula cuando fueron reclutadas con unos 15 años a trabajar como empleadas de limpieza, cocina y servicio para los miembros de la Obra y sus invitados en los centros del Opus Dei de todo el país. Por esa tarea, realizada entre 1980 y 2000, nunca cobraron un peso porque les decían que era su "misión como cristianas en el mundo". Sí les dieron casas en residencias, comida y algo de esparcimiento siempre ligado a lo religioso. Son mujeres que se sentían orgullosas de ser elegidas y a las que les prometieron educación y mejor pasar, pero nunca que trabajarían gratis el resto de sus vidas. Se fueron con mucha dificultad y quiebre emocional por una vocación que terminó en fracaso, y sin ninguna pertenencia, ni cuit ni aporte jubilatorio ni dinero a cuestas. Se fueron de la Obra sin nada y convencidas que fallaron, que el problema eran ellas, encima con miedo a irse al infierno mientras la institución sigue funcionando. La rosarina, hoy decana de Filosofia en la Universidad de Córdoba, Flavia Dezzutto, por ejemplo, es de las pocas que revela su identidad y que pudo rehacer su vida como profesora universitaria en Córdoba lejos de la Obra. Pero no son los casos comunes, es una institución de la que no se sale golpeado, sin una crisis existencial, física y emocional.
—¿Alguien del Opus negó los testimonios o las denuncias?
—Recién ahora que las historias fueron publicadas en La Nación, el diario que leen los miembros de la Obra, salió Catalina María Donnely, directora de la rama femenina en Buenos Aires a decir que estaba "triste" y dispuesta a "pedir perdón". Aunque argumentó que según su registro, siempre pagaron el trabajo de las numerarias auxiliares y sospechó que el problema haya sido una “informalidad” quizá de la residencia donde vivían las jóvenes en esa época. Pero en todos estos años nunca se intentó saldar esa deuda.
—¿Cuáles fueron los momentos políticamente más favorables para La Obra?
—Como grupo contaron con respaldo durante la dictadura de Onganía y también en la dictadura de los 70; nuevamente con Menem. Allí tuvieron mucha llegada a la Corte Suprema, tal el caso de Antonio Boggiano, un miembro. Y no hay que perder de vista a Gregorio Pérez Companc, un mecenas de la Obra, quien les dio tierras para la Universidad Austral y millones para distintas obras hace unos años. Después hay casos aislados de funcionarios, por ejemplo, durante el macrismo María Eugenia Vidal tuvo a un miembro muy cercano en Julio Conte Grand (procurador general de la Suprema Corte de la provincia). Siempre siguen formando cuadros económicos, de negocios y de gobierno desde la Universidad Austral con vínculo directo en la Universidad de Navarra. Saben vincularse muy bien social y políticamente, hacer lobby y no apuntan tanto a la acción social como los católicos o evangélicos.
—Además de los casos de las numerarias auxiliares también investigaste sobre las dos causas judiciales que enfrenta el Opus por recibir herencias irregulares.
_Sí una se tramita en Salta, donde el Opus es muy poderoso y otra en Uruguay. Los demandantes acusan presiones indebidas y métodos abusivos de parte de miembros de la Obra para quedarse con la herencia de dos personas mayores que no son miembros del Opus Dei y que no tienen herederos. En el caso de Salta, un hombre traspasó supuestamente sus bienes a una asociación civil del Opus en su lecho de muerte. Los familiares sostienen que el fallecido nunca perteneció a esa organización y que no es verosímil que haya podido firmar mientras agonizaba.
—Leí un título de una nota de Cosecha Roja donde te presentás como alguien que se obsesionó investigando al Opus. Además de publicar tus notas en Uruguay y en varios medios nacionales, ¿seguirás con el tema?
—En realidad estoy en muchas otras cosas. Y en cuanto a este tema, diría que investigar lleva tiempo y el Opus no se abre, ni contesta ni habla demasiado. Estoy trabajando en un libro y la posibilidad de un documental. Veremos...
Publicado en Diario "La Capital" de Rosario, domingo 30 de mayo del 2021.
https://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/diez-anos-las-huellas-silenciosas-del-opus-n2663780.html
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