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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

viernes, mayo 28, 2021

Cómo murieron los hombres de mayo (Segunda parte) por ROBERTO L. ELISSALDE.

 

En orden cronológico de los fallecimientos de los miembros de la Junta el 12 de octubre de 1812 falleció el vocal Juan José Castelli. Por la derrota de Huaqui el 20 de junio de 1811 se le había comenzado un proceso judicial que llevó sus huesos a la cárcel del cuartel de Patricios, del que su primo segundo Manuel Belgrano era comandante. El 14 de febrero comenzaron a desfilar por la sala de audiencias los testigos, pero una vez más la política se mezclaba con la Justicia. 

Durante su estadía en el Alto Perú sufrió los primeros síntomas de una tumoración en la lengua, que habría empezado con la quemadura accidental con un cigarro de los que era permanente consumidor. A ello se agregó el disgusto de la venia dada por su mujer para el casamiento de su hija Angelita, que comentamos en estas páginas hace poco tiempo. Andrés Rivera en la novela La Revolución es un sueño eterno que alcanzó el Premio Nacional de Literatura en 1992 pone en boca del Castelli estas palabras: ``Un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con la perversa lentitud de un verdugo de pesadilla''.

Ese cáncer de lengua, que le había sido extirpada acabó con la vida del orador del Cabildo Abierto del 22 de mayo, el abogado prestigioso; hijo de un médico veneciano don Angel Castelli Salomón, el que fundó el apellido en nuestro país y que ejerciendo su profesión amasó una sólida fortuna y de la porteña María Josefa Vilariño. Murió como pobre todos ellos, algunos como él nacidos con inmensa fortuna como su pariente Belgrano o Azcuénaga, o del trabajo en el bufete o en el comercio como Paso y Larrea, para citar sólo algunos.

Sepultado en la iglesia de San Ignacio, una placa recuerda que allí descansan sus restos. La familia a su muerte quedó en la indigencia, hasta su quinta en Núñez fue subastada. Julio César Chávez su destacado biógrafo trazó este medallón: ``Sus rasgos correctos le daban belleza varonil. Era magro, de mediana estatura, erguido el busto, echada para atrás la cabeza. Tez mate, boca grande, labios sensuales, mirada soñadora y penetrante, dos grandes ojos castaños, escondido bajo un ligero ceño que da cierta sombra al rostro''.

MANUEL BELGRANO.

Le siguió su primo segundo en el camino al sepulcro el 20 de junio de 1820, en la misma casa en la que naciera cincuenta años antes, dejando por toda herencia los despojos de su gloria y sus lecciones de virtud. El año pasado con motivo del Año Belgraniano a través de este diario dimos a conocer sus enfermedades y la causa de su muerte, magníficamente estudiadas por el doctor José Luis Molinari.

Belgrano padeció una enfermedad venérea que contrajo en España debido a su inexperiencia en los amores fáciles de larga y molesta secuela. La causa final fue la hidropesía y su autopsia revela un corazón de gran tamaño. Sus restos reposan en el convento de Santo Domingo.

MATHEU, EL COMERCIANTE.

El 21 de marzo de 1831 el presbítero Ramón Olavarrieta anotó en el libro de difuntos de la iglesia de la Merced la muerte del comerciante catalán don Domingo Matheu, de 66 años, casado con Ventura Diana; era vecino de dicha parroquia con domicilio en la calle Florida 49 de la antigua numeración.

Quienes han escrito sobre su vida se basan en la Autobiografía que escribió su hijo Martín Matheu en base a la valiosa documentación que poseía de su padre. Habla de alguna enfermedad con frecuentes recaídas que comenzaron en 1817 cuando se alejó de la vida pública; el 29 de diciembre de 1829 dio poder para testar a su mujer, era padre de 7 hijos y de uno por nacer. La madre le pedía que lo vigilara si cuando tosía escupía sangre, tarea que ella realizaba de noche.

Su médico era el doctor Salvio Gaffarot, su paisano, pero como no entendía la enfermedad lo reemplazó por el joven facultativo Pedro Rojas. A mediados marzo de 1831 a instancias de una persona amiga, fue a pedirle por el hijo el favor de Rosas, que lo recibió con respeto y acordó lo que pedía el viejo comerciante y funcionario.

El 21 de marzo falleció, fue sepultado en la Recoleta en la bóveda de Manuel Dorrego, donde se conservan; a pesar de una nota que ese mismo día le entregó el ministro Tomás Manuel de Anchorena, prometiéndole construir una sepultura para ``ejemplo a los venideros de sus virtudes y los muchos ahorros y servicios prestados, que los compiladores áulicos y otros con sus historias han suprimido''.

PASO EN FLORES.

El doctor Juan José Paso, tenía 73 años al momento de su muerte el 10 de setiembre de 1833, ignoramos las causas, pero era una edad respetable y se encontraba en la casa que fuera de sus padres en San José de Flores. Fue sepultado en el cementerio de la Recoleta, de estado soltero no dejó descendencia directa; su hermano Ildefonso pagó los gastos del entierro.

Don Miguel de Azcuénaga ignoramos la causa de su fallecimiento, le faltaban unos meses para cumplir los 80 años, cuando falleció en la quinta familiar en el paraje llamado Nuestro Señor del Huerto de los Olivos, predio que hoy ocupa la residencia presidencial de Olivos.

Corría el invierno de 1833, al final de esa estación dice Celia de Diego ``empezó a sentirse enfermo, él tan vigoroso y batallador permanecía en el lecho la mayor parte del tiempo. No quiso que lo trasladaran a su casa de la capital y un médico lo examinaba de vez en cuando. Continuó debilitándose y murió el 30 de diciembre''; fue sepultado en la Recoleta.

El último de los miembros de la Junta en morir fue don Juan Larrea, natural Balaguer en la provincia de Lérida en España, tenía 21 años cuando llegó a Buenos Aires en 1803 en compañía de su madre viuda y sus hermanos, tenía una preparación en matemática y náutica.

Se instaló con un comercio y adquirió un sólido patrimonio y figuración que lo llevaron a ocupar un cargo en la Junta de Mayo. Ministro de Hacienda del Director Supremo Gervasio A. de Posadas, fue el principal impulsor de la creación de la Escuadra que al mando de Guillermo Brown doblegó la española y aseguró la caída de Montevideo. En esa tarea perdió buena parte de su fortuna, en parte por los turbios manejos de Guillermo Pío White; pero de también de sus recursos salieron un batallón de caballería y financió la fábrica de armamentos.

Fue perseguido y obligado a expatriarse, establecido en Burdeos trabajó en actividades mercantiles con lo poco que quedaba de su fortuna, que iba y venía de acuerdo a los tiempos políticos.

Pobre y abatido, el 20 de junio de 1847 tomó la decisión de suicidarse con la navaja de afeitar. Sus restos fueron depositados en la Recoleta a pesar de ser un lugar sagrado y excluido para los suicidas, pero se han perdido. Era ``el más diestro comerciante y financista de su tiempo'' escribió Vicente Fidel López, un monumento y una calle de Buenos Aires lo recuerdan.

Publicado en Diario "La Prensa", 27 de mayo del 2021.

http://www.laprensa.com.ar/502538-Como-murieron-los-hombres-de-mayo-Segunda-parte.note.aspx

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