Oscar Smoljan, cofundador de La Coordinadora radical.

"Tiré todo Marx al río Limay, pero no se hundió".

Fue uno de los fundadores de lo que fue la línea más activa de la UCR a partir de finales de los ´60: La Coordinadora. En esta entrevista recuerda aquellos años de política a puro riesgo.

Entrevista de Carlos Torrengo que publicada en Diario "Río Negro", 2 de diciembre de 2013.

— Usted es el único radical de la Patagonia que formó parte de la fundación, en noviembre del ´68, de la Junta Coordinadora Nacional de la UCR…

— Tenía 18 años, militaba en Capital Federal.

— No hay libro, investigación, relatos sobre Raúl Alfonsín y los 30 años de democracia, que no hablen de la JCN ¿Cómo fue aquel nacimiento?

— Fue en la laguna de Setúbal, Santa Fe. Todo medio clandestino porque estábamos bajo la dictadura de Onganía. Cursaba primer año de Ciencias Económicas en la UBA, y de la mano de Lepoldo Moreau militaba en la JR más activa, ligada a Raúl Alfonsín, porque había otra -la de Cherasny, Miguel Brezano, etc, ligada a Ricardo Balbín. Y un día nos convocamos a Setúbal… Eramos un puñado. Estaban, entre otros, "Fredy" Storani, "Coti" Nosiglia, Laferriere… y "Changui" Cáceres, quien fue el mentor ideológico del encuentro. Hacía tiempo que recorría el país juntando cabezas. La JCN tenía un objetivo: revitalizar desde abajo al radicalismo, ganar la voluntad nacional, poner al partido en la calle; el ser opción de poder concreta y no a medias tintas, reflexionar los problemas nacionales, inyectarle análisis ideológico a la UCR.

— ¿Cuándo lo conoce a Raúl Alfonsín?

— En ese ´68 o quizá en el ´69, en Chacomús. Fuimos varios "cordinetas".

— ¿Qué impresión le deja Alfonsín en ese primer contacto?

— Su convicción por la democracia, la libertad, la fuerza que le ponía a sus palabras. Directo, pero con mucha calidez. Nada de soberbia, de vanidad, de bronce… el radicalismo estaba lleno de bronces y todos muy quietos ante la dictadura.

— Alain Rouquié habla de un partido de más voluntarismo que protagonismo creador…

— Era así. A nosotros nos indignaba esa pasividad del partido manejado por Balbín.

— ¿De aquel encuentro extrajo, aun en términos de idea peregrina, que Alfonsín podía llegar a presidente?

— No me parece haber pensado en esos términos. Defendía la gestión de Arturo Illia. El crecimiento de la economía, la ley de medicamentos, reducción de la deuda externa, la anulación de los contratos petroleros…

— ¿Esto último no fue un error?

— En Houston, en el ´85, Alfonsín modificó mucho de aquel pensamiento en materia petrolera en cuanto a inversiones extranjeras en su producción.

— ¿Cómo reflexionaba la JCN la precaria legitimidad del gobierno de Illia en tanto fue elegido bajo imperio de proscripción del peronismo?

— Nosotros nacemos con la convicción de que el peronismo debía tener plenitud de derechos políticos. No fuimos "gorilas". Fuimos inteligentes: no peronistas. Pero con el peronismo compartíamos una realidad: éramos las dos fuerzas con mayor arraigo en la sociedad. Lo demás, se definiría en el terreno político.

— Pero ustedes aspiraron a manotearle espacios al peronismo.

— ¡Política! Un caso: tejimos buena relación con la CGT de los Argentinos: Ongaro, Tosco, muy autónomos en relación a la orgánica del peronismo. En tren de recuerdo, yo llevé a Tosco en mi auto a hablar en una asamblea de derecho… sería en el ´70. Ese año fundo la Franja Morada en Economía, que era la más numerosa del país en ese momento. Organizamos la presentación. Meto entre mis ropas un cartel -estaba prohibida la política- y lo colgamos en el aula 15. Hablaba de la Reforma Universitaria. Y en el acto hablan Alfonsín y Conrado Storani. Y los brutos de Onganía, amenazándonos…

— Cuando murió Alfonsín, en La Recoleta Leopoldo Moreau hizo mención a cómo Alfonsín luchó para que ustedes no fueran a la lucha armada. ¿Cómo fue esa historia? Porque el ERP -donde había radicalismo- secuestra a Fredy para tentarlos; "El caimán" Aracena, Rubén Chebaia plantean la posibilidad de ese camino desde adentro de la JCN…

— Especialmente "El caimán" y Benito Urteaga, de familia radical, ya hacía tiempo que estaban en el ERP. Y es cierto lo de Raúl. En la JCN primó el convencimiento de hacer política sin fierros.

— ¿Tenían fierros?

— No, con independencia de que tomáramos precauciones para los actos, las reuniones. Por supuesto que participamos en grescas, piña va y piña viene… hubo una famosa en Medicina. Y no voy a negar que teníamos comunicaciones con los grupos armados. Fui muy amigo de Mario Amaya, quien vivió en mi casa de Buenos Aires. Y él conocía a Roberto Santucho, quien tenía -al menos en los primeros años de los ´70- un departamento por Congreso. Amaya sí andaba armado, estaba amenazado... En el ´76, viviendo yo ya en Neuquén, tras el golpe, él se vuelve a Trelew. Tiempos antes, había estado en el Alto Valle programando la apertura de comités de Renovación y Cambio en Río Negro y Neuquén. Y en mi casa quedó ropa de él que todavía tengo. En Trelew su situación se complica. Consigo que un radical de Cipolletti, Iglesias, me preste la chacra para esconderlo a Amaya. ¡Inmenso gesto! Y me fui a buscarlo a Trelew con mi esposa, pero la noche antes lo habían secuestrado. ¡Era el ´76! Yo había llegado a Neuquén en el ´75. Con Miguel Talento, del peronismo, habíamos fundado la Fulba, un organismo de masas Pero la violencia tallaba fuerte y salgo de Buenos Aires. Miguel se va a México... En Neuquén ya estaba Cesar Gass, y seguimos militando…

— La JCN nacional, al menos en sus documentos, usa el marxismo como método de análisis. ¿Cómo se llega a ese instrumento?

— No era adhesión ideológica: sino un método de reflexión. Hablábamos de contradicciones en términos de Mao: pueblo y antipueblo. Eran estribos desde los cuales despegar análisis. Yo tenía una biblioteca importante de izquierda… sí, sí.

— ¿La tiró al Limay, no?

— ¿Cómo sabe eso? El drama es que el río no se la tragó. La historia es así. En Neuquén vivía en Elordi al 700, a metros del Diario "Sur", de Sapag,… siempre rondado por la policía, el Ejército, algún allanamiento. Y yo la vi venir. Una noche del ´76 miré a mi esposa, que estaba embarazada de mi primera hija, Marina, y le dije: "Negra, podemos ir al portland: vaciemos". Era una noche de luna plena, hermosa… más para hacer el amor escuchando las olitas que para andar perseguido. Por bibliografía ya se había tenido que ir la esposa de César Gass. Cargamos todo Marx… y al río. Tiro "El Capital", con todos los subrayados que yo le había hecho en años. Y veo que no se hundía, hacía la plancha. Poco faltaba para que le gritara "¡Rajate barbudo!, "¡si te he visto, no me acuerdo!". Y no los podía dejar ahí. Me metí al agua, los saqué. Volvimos y me pase una noche quemando libros...

— ¿En que terminó la JCN?

— Una historia larga: aciertos, errores. Pero no fue mezquina en su entrega.