El diccionario de argentinismos tiene pocas palabras que sean tan definitorias de los vicios nacionales como la de “Chanta”: (lunf.) Descarado, desvergonzado/ informal, incumplidor/ insolvente moral, persona que contrae deudas con las que no cumple.
Por algún motivo, en Argentina los hemos pintado como “locos lindos” que vociferan empresas fantásticas al pie de un café fiado. El Chanta…
Fornicador de fantasías tontas y locas, básicamente inofensivas.
Pero llega un punto en que, a fuerza de tolerarla, la chantada cuesta caro y en la cuenta del otario, que somos todos los demás, termina costando vidas. Cromañón, Once, los muertos en las rutas argentinas, etc.
Por si fuera poco, una nueva oleada de “chantas” nos habló de poesía, “locos lindos” que enarbolaban “derechos humanos”; jóvenes idealistas sin bombas, con el ímpetu de sus buenas intenciones.
Pero un primer aviso nos advirtió de lo contrario: además del arco iris buscaban la olla de oro. Y cobraron una primera vez y una segunda, y van por la tercera.
Que un grupo de chantas quiera vivir de arriba, sin trabajar, no suele ser materia de debate. Al fin de cuentas, los chantas están para vivir de ingenuidades ajenas. Lo indignante es que la chantada se institucionalice desde los poderes de la República.
El jueves 27 de noviembre pasado, desde un Poder “chanta” se aprobó una pensión de dos jubilaciones mínimas para los autodenominados “presos políticos” del gobierno de Perón, Isabel y el Proceso. Ahora el “terrorismo de Estado” comienza en el ‘74 con Perón… o tal vez antes.
Cobrarán seis mil pesos de por vida, por distintos motivos: alguno por estar preso durante esos gobiernos. Por haber puesto una bomba en el bar El Ibérico, púber indolente que mató a una mujer y a un mozo. Algún otro por haber matado a un Juez que iba con un amigo a ver un partido de fútbol; aquel por haber secuestrado, torturado y asesinado al Coronel Argentino del Valle Larrabure, o este otro por haber entregado el cuartel que debía vigilar. Incluso estarían en condición de cobrar los que mataron al Capitán Viola y su hijita Cristina.
Ya no les cabe el mote de “Jóvenes idealistas” ni de subversivos, son puramente chantas que venden la causa, la “idea” o el recuerdo de sus hijos combatientes según el caso a cambio de disfrutar de una subsistencia burguesa. Son chantas mercachifles, vendedores de idealismo al mejor postor.
Que estos chantas, vendan la “revolución” por una pensión graciable es predecible. Los que conocemos como terminan los viejos revolucionarios en otras latitudes lo hemos visto, sólo les importa imponer un sistema para terminar sus días con un buen pasar, ellos y sus hijos. Pero que ese retiro dorado surja directamente del Congreso Nacional es simplemente una cachetada feroz.
Y sin embargo, la Cámara de Diputados aprobó una pensión vitalicia para todos los que estuvieron detenidos durante el gobierno de Perón, Isabel y el Proceso. Diputados chantas que se llaman peronistas fueron parte del contubernio.
Algunos chisporroteos iniciales, algún peronismo residual protestó; algún escrúpulo peronista molestó pero cuando de dinero se trata, las conciencias se conforman fácilmente.
Peronistas
De todos los diputados chantas que votaron esta ley, capítulo aparte merece la diputada Graciela Camaño.
Nos conmovió con la gloriosa cachetada que alguna vez le propinó a Carlos Kunkel y su actitud decidida en el 2009 cuando abrió la sesión parlamentaria, obligando al kirchnerismo a bajar al recinto. Sin embargo, votó afirmativamente este proyecto que le dará al diputado Kunkel una nueva indemnización de parte de la República Argentina, por haberse levantado en armas contra ella. Una peronista que indemniza a los que Perón e Isabel llevaron a prisión, con la ley en la mano.
Los peronistas de la Cámara que votaron esta ley deberían arrancarse el escudito y no volver a cantar la marcha, ni llamarse de esa manera.
Radicales
Pero también los radicales hicieron lo suyo -aunque divididos- entre los que aprobaron con entusiasmo y los que figuraron ausentes, como quien no quiere la cosa.
Los radicales que fueron los principales golpeadores de puertas de cuarteles con Balbín a la cabeza “General, termine con esta agonía”; que formaron parte del gobierno militar aportando funcionarios, intendentes y ministros. Hoy sacan cuentas y acusan de terrorismo de Estado a Videla, Isabel y Perón por igual.
Carrió
Como catedral del chantapufismo político, la diputada Elisa Carrió es un baluarte indiscutido. Adalid autoproclamada de la lucha contra la corrupción votó afirmativamente una pensión para aquellos que ya habían cobrado.
Quien se define como una luchadora contra la corrupción votó junto con los que se otorgan a sí mismos pensiones por haber atacado a la Patria. No se le ocurrió impugnar a Kunkel por votar un beneficio para sí mismo Y a tantos otros que tienen un interés directo en el resultado de este contubernio.
Se puede denunciar una “autoamnistía” pero nada se dice de una “autopensión”.
En su discurso olvidó a los jubilados que trabajan toda una vida y sólo cobran 2400 pesos mensuales. La Corte ha dicho que se les debe pagar el 82% móvil pero no se cumple porque el gobierno dice que no hay dinero. Para los terroristas, sí hay dinero.
La próxima vez que Carrió salga a agitar su dedito acusador recordémosle que ella, también es una chanta.
El PRO
Por lo único que se puede felicitar al PRO es por haber olfateado el aire y entender el peligro de un voto afirmativo.
Sin embargo tampoco votaron en contra. Con una sola abstención el resto de sus diputados estuvo ausente. La de Poncio Pilatos…
Y me detengo en el PRO porque muchos los ubican cerca de la derecha, más cerca -por cierto- que de Kunkel y el FPV. El PRO, un partido sin otra ideología que una actitud tilinga de “pum para arriba”.
Al PRO le importa gestionar, es un grupo de yuppies que quiere que la Ciudad funcione bien, la gente viva cómoda, los transportes lleguen a tiempo. Funcionalismo sin alma. “¿Qué importa si una estación de subte lleva el nombre del terrorista Rodolfo Walsh…acaso los subtes dejan de funcionar por eso? Que los de izquierda se ocupen de esas cosas. A nosotros nos importa gestionar”.
Un rotundo NO, era lo que esperábamos del PRO, no un bloque ausente.
El “toma y daca”
La vergonzosa ley se aprobó en un supuesto contubernio llamado “toma y daca”, explicado por el mismo Kunkel. Para otorgar indemnizaciones a las familias de diez soldados que murieron durante el ataque terrorista al Regimiento de infantería de Monte, Chaco, se debía aprobar una pensión vitalicia a diez mil “presos políticos” del peronismo y el gobierno militar. Diez contra diez mil.
Así justificaron los diputados chantas el “toma”. Sólo el “toma” porque el “daca” nunca llegó. A las familias que les mataron sus soldados nunca las indemnizaron.
Pese al destrato que los soldados sobrevivientes y las familias de los asesinados han recibido, nunca se quejaron. Nunca pidieron nada, ni cortaron las calles ni marcharon a Plaza de Mayo. El servicio a la Patria lo toman como algo natural, de bien nacidos.
Ellos no pidieron nada pero somos muchos los que queremos que reciban algo de la Nación.
Los soldados del Regimiento 29 de Monte, nunca recibieron nada de la República Argentina, ni antes del ataque de Montoneros, ni después.
El soldado Herminio Luna, por ejemplo, no recibió nada de la Argentina, era analfabeto, no le dieron escuela, ni salud, ni prestaciones sociales. Al contrario, lo sacaron del monte donde trabajaba con su familia y lo obligaron a hacer el servicio militar sin pagarle nada. Era tan pobre que no podía irse a su casa el fin de semana, por eso estuvo en el cuartel durante el ataque.
Los Montoneros lo ningunearon “negro, rendite que la cosa no es con vos…”
¡ACÁ NO SE RINDE NADIE, MIERDA! Les contestó, recordándoles a los “jóvenes idealistas” bien comidos y pertrechados por Cuba que se puede ser pobre y tener dignidad.
La Argentina no le dio nada pero él entregó todo, todo lo que tenía que era su vida. Más que su vida, el reposo de sus padres en la vejez porque era hijo único. Todo lo entregó.
El soldado Luna nos enseña a no rendirnos, a no pedir nada a cambio de pelear por la Patria, a honrarla con nuestra sangre. Es nuestro deber exigir que su familia sea cuidada y su memoria homenajeada así como la de tantos héroes que murieron por nosotros.
Los argentinos de bien, que todavía creemos en un país, no podemos callarnos ni permitir este atropello.
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