EL FENOMENO MAPUCHE.
Los mapuches serìan etnia oprimida que combate el
colonialismo interno. En resumen, equivalen a los palestinos en Israel, los
albaneses de Kosovo o los tàrtaros de Crimea. Ello para citar colectividades
que, en siglo XX, han sido oprimidas o deportados. Ahora, esta minoría
amerindia despojada del terruño natal brega por recuperarlo. Alega
"derechos ancestrales". Esa es la meta primaria. Otra es alcanzar
autonomía. La tercera -si Santiago y Buenos Aires aflojan- lograr soberanía.
Mejor si la OTAN los respalda como ocurriera en Yugoslavia. Tal Estado
aglutinaría -de Pacífico a Atlántico- a toda la "nación" mapuche. Se
ignora que reacción producirá "fabricar" otro Estado en esta ya
fragmentada Patria Grande vulnerando de paso la continuidad territorial de las
dos repúblicas.
Es un fenómeno curioso: para Argentina los araucanos son
chilenos. Hordas mapuches de descuelgan de la cordillera enseñorandose en la
vastedad de la pampa. Asaltan aldeas y sustraen vacunos y equinos. No faltan
los autores que sostienen que las autoridades chilenas -durante el siglo XIX-
los protegen y estimulan. La Campaña del Desierto capitaneada por el general
Julio A. Roca los barre. Así la argentinidad se extiende hasta la Tierra del
Fuego no sin originar litigios y peligro de confrontación con Chile. Esto se
supera por los Pactos de Mayo, el Abrazo del Estrecho y el arbitraje británico.
Pese a ello se produce, un siglo después, la querella del Beagle. Resuelta por
la mediación vaticana.
Aquí -por el contrario- hay quienes sostienen que los
mapuches son un pueblo nómade trasandino. En Asunción escuché que su raíz era
tupí-guaraní. Se baraja la hipótesis que vagan por la llanura pampeana antes se
radicarse en una franja del actual Chile. A mediados del XVI -adelantándose a
las tropas del Incanato y luego a los tercios de Pedro de Valdivia- trepan el
macizo andino y se instalan entre los ríos Itata y Tolten no sin antes
ahuyentar a los primitivas tribus. Oponen resistencia en el río Maule a los
quechuas. Los iberos juzgan la Araucanía un indomable Flandes indiano que -al
decir de un monarca hispano- implica que España se desangra en una brega sin
destino equivalente a Vietman.
La cuña araucana escinde a ese pueblo agralfarero. Son
aniquilados por el vigor militar de los inmigrantes que abandonan su afición al
vagabundaje y se tornan sedentarios. Los repliegados al norte son los
"picunches" y quienes huyen al sur se conocen como
"huilliches". Esta opinión de arqueòlogos pone en tela de juicio la
tesis de pueblo originario que ostentan los actuales líderes mapuches. En
síntesis, la progenie del mestizaje hispanopicunche que es la base de la
chilenidad -al menos en el centro del país- sería tan "originario"
como quienes se enorgullecen de su pasado gracias a los versos de Alonso de Ercilla
y Zúñiga quien con "La Araucana" funda el mito indolátrico y, de
rebote, el chauvinismo mapochino..
Lo anotado es notorio porque Pedro de Valdivia recluta como
tropa auxiliar a picunches. Operan como exploradores y flecheros. Aunque, al
comienzo resisten e incendian Santiago, posteriormente, se asocian a la mesnada
conquistadora y su cabecilla -Michimalonco- asesora al Conquistador. Màs que
eso, muere en combate contra los mapuches en Tucapel. En la contraofensiva
aborigen el mismo Lautaro es detectado y liquidado, a orilla del rio Mataquito,
no por peninsulares, sino por picunches. Los mapuches -bautizados
"araucanos" por los ibéricos- son visualizados como forasteros
usurpadores y enemigos en potencia. Esta es una muestra más de la
heterogeneidad amerindia del Nuevo Mundo y sus rencillas intertribales.
Un viejo error emblematizado con la incineración de la
bandera de España en manifestaciones indigenistas es atribuir a la Corona el
atropello a los mapuches. Ahora algo se sabe de la coexisterncia del Reino de Chile
y la Araucanía, la conversión de el rio Bio Bio en frontera y el reconocimiento
de la soberanía del Estado de Arauco por Madrid. Hoy -no son escasos- quienes
están informados que la ocupación militar es operativo de la república. El
capítulo se bautiza como "Pacificación". Tropas fogueadas en la
Guerra del Pacìfico ocupan "a sangre y fuego" el suelo mapuche. Se
presenta aquello como la victoria de la "civilización" sobre la
"barbarie". Es la dicotomía formulada por Domingo F. Sarmiento y
agitada por Benjamín Vicuña Mackenna.
Hoy arde la Araucanía. Hay agentes extranjeros de la ETA,
loncos mapuches con oficinas en Londres y contactos con la ETA y las FARC. Amén
de una judicatura atemorizada. En Poder Ejecutivo hay temor de ser acusado de
violación de los DDHH de mapuches que aluden a la "autodeterminación de
los pueblos" y a la "nación mapuche". Menudean los Incendios
forestales, la quemazón de establos y pastizales. Se atenta contra las flotas
camioneras de la industria forestal. Represalias contra quienes son juzgados
"colaboracionistas". Balaceras entre la policía y
"wekenes". Caminos interceptados. Se registran ya víctimas. No
obstante, se continúa ocultando la gravedad del fenómeno. A nuestro juicio allí
hay un foco guerrillero.
La ciudadanía está perpleja. Se carece de claridad para
entender que no hay una nacionalidad oprimida, sino un grupo de campesinos
marginales. Es inexistente el problema ètnico. Lo que hay es un grave problema
social. La mayoría de los denominados "mapuches" son ya
"champurrias", es decir, mestizos en lo racial y en la cultural. 900
mil individuos empujados a autodentificarse como "indios" no pueden
aspirar a edificar un Estado nacional ni aun vinculandose con los araucanos
trasandinos. Los "progres" empujados por la OIT promulgan una
legislación que permite dar vida a colectividades aborigenes ya incorporadas a
la chilenidad via mestizaje hace ya siglos. Por disposición legal se refundan
los pueblos diaguitas y collas.
Ahora no atinan a como impedir el siniestro. Ayer se aludía
al país como dotado de "población homogeneamente blanca de origen
europeo" . Lo aborigen era un lastre. Permitía explicar las derrotas de
Bolivia y Perú en la Guerra-del Pacífico. Ahora se pasa al otro extremo. Se
"inventan" pueblos indígenas y se ofrecen granjerías a quienes
reclaman tal identidad. De la "blancocracia" se gira a una
"indolatría" con efectos trasversales. Los efectos, en la Araucanía,
son de alta peligrosidad. Ahora mismo, por vez el Intendente Regional,
Francisco Huenchumilla Jara. Es un típico "champurria". Representa a
La Moneda. Habla de usurpación y solicita perdón. También abomina de los
colonos extranjeros: Opina "los traen al peor lugar y en el momento menos
adecuado". .
Durante doscientos años Chile, en conjunto, "de capitán
a paje", navega en dos océanos ambos imaginarios. Por un lado se exalta un
racismo blanquista. Los demás habitantes de nuestra América serían
"macacos". Unos "indios" y otros "afros". Se
hacen piruetas para no zaherir con ese vituperio a Brasil que, según, la
paleogeopolítica es nuestro aliado en caso de guerra con Argentina. Se impulsa
la inmigración europea. Por otro lado se atribuye las victorias bélicas a
nuestro ancestro mapuche. "Iindómitos e inconquistables" y, según
Ercilla "jamás a rey alguno sometido". De allí la presencia aborigen
en la numismática, la letra del Himno Patrio, el escudo patrio de la
emancipación, nominando club deportivo, calles, regimientos, etc.
Desde otro ángulo, ser "indio" implica fealdad,
pereza y caos. De allí deriva el afán de traer europeos que implicarían
belleza, laboriosidad y orden. La inmigración peruana o colombiana degrada. Son
-según nuestra clase baja- "feos" y "narcos". Sin embargo,
se elogia -hasta el infinito- la resistencia mapuche y Lautaro opaca a Valdivia
como un precursor de la chilenidad. Uno es la patria y el otro un invasor
"cruel, opresivo y explotador". Este es el intríngulis de un país -y
quizás de toda Iberoamérica- que no asume lo siguiente: somos, según opina
Rubén Blades, "hijos de la mezcla", pero se esquiva enaltecer el
mestizaje que es la sàbana etnoracial común de nuestra América. Al respecto se
recomienda analizar texto de Octavio Paz "Hernán Cortés: exorcismo y
liberación".
Tal contexto experimenta inusual viraje la postura del
representante de La Moneda en la Araucanía. No sólo -como ya se manifiesta-
excusas por la ocupaci´on, sino también por la presencia de eurocolonos. Avanza
aun más y propone que la nueva Constitución, Tendría que incluir -igual que la
boliviana- el principio de la plurinacionalidad. Tales opiniones que disponen
del respaldo de Santiago vulneran totalmente los enfoques tradicionales.
Provienen de personero que -durante su dilatada trayectoria- jamás se
adscribiera a esa óptica. Lo cierto es que Huenchumilla Jaramillo deja perplejo
al país. La Pacificación se enseñada como benigna hazaña ahora es un genocidio
y la alabada euroinmigración, una torpeza.
Hay asombro y silencio. Tres tabúes son vulnerados de modo
imprevisto. ¿Estaremos distantes que Chile pida perdón por el suministro de
armas y municiones a Ecuador durante la guerra del Cenepa violando con ello el
Protocolo de Río de Janeiro?. ¿Se pedirá perdón por las dos agresiones contra
Perú y Bolivia (1835-1839) y (1879-1883)? El revisionismo histórico no siempre
fluye de vertientes conocidas y suele sorprendernos. Lo cierto es que 900 mil
mapuches viven hoy su minuto más glorioso. Pareciera no imaginaron una
voltereta tan pronunciada. El proceso de reintegro de suelo se acelerará y
envuelve turbios negocios. Inmensos predios devueltos no son cultivados
intensivamente o se alquilan..
Argentina debe evitar ese panmapuchismo que abarca comarcas
de chilenoargentinas. De la exigencia de autonomía cultural se pase a la
autonomía administrativa y política que nazca otro Estado hay un paso. El
síndrome de Yugoslavia aparece aquí. Imposible olvidar la simpatía que la
exigencia araucana posee en Europa y el énfasis con que se manifiesta el
Intendente Huenchumilla. Ello mientras flamean banderas que son del Wallmapu en
el frontis de edificios públicos y la Fuerza Pública es desautorizada. El indigenismo
-que fluye de la progresía, es decir, de la izquierda caviar- está de pláceme.
El marxismo clásico opta, hasta ahora, por el mutismo. El futuro se presenta
incierto y no es fácil dar opiniones tajantes sobre la materia.
Prof. Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos CEDECH
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