Una de esas es la “Chamarrita de los milicos”, que tiene décadas desde su creación, pero mantiene asombrosamente la vigencia. Dice:
“Los boliches del Cerrito
no son para los ricos;
si alguno llega a entrar,
difícil que haya lugar.
Allí cerca hay un cuartel
con cañón y coronel.
Chamarrita cuartelera,
no te olvides que hay gente afuera.
La otra noche en una farra, un milico con guitarra,
mirándolo al patrón
le cantaba esta canción:
“Aunque salga a hacer mandados,
un milico es un soldado”.
Chamarrita de los milicos,
no te olvides que no son ricos.
Los boliches del Cerrito
están llenos de milicos
con ropa militar
y otros de particular:
una cosa es una cosa
y otra cosa es otra cosa.
Si se forma algún merengue,
el cuartel de los Blandengues
se queda donde está
–cada cosa en su lugar–;
los milicos no son bobos,
aunque sirvan para todo.
Claro, en una América Latina donde los procesos militares dominaron por años, las versiones fueron cambiando, pero este tema en particular mantuvo la esencia. Básicamente los cambios endurecieron las letras para cuestionar el rol de algunos “milicos”.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 3 de junio de 2018.-
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 3 de junio de 2018.-
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