Hoy comenzó una nueva edición de la Copa del Mundo de fútbol, la número 21, acontecimiento que cada cuatro años inexorablemente atrapa la atención de cientos de millones de almas alrededor del planeta y mueve miles de millones de dólares. Una vez más, cuan modernos flautistas de Hamelín, las banderas y los himnos nacionales —inventos gubernamentales que junto a muchas causas religiosas han provocado más muertes que todas las catástrofes naturales juntas— aglutinarán detrás suyo a enfervorizados simpatizantes.
Nuevamente, como acontece también durante los Juegos Olímpicos y otros certámenes, los nombres propios cederán en relevancia ante la nacionalidad.
Ya no es fulano o mengano quien obtuvo tal medalla o realizó tal magnifica gambeta, sino el país “A” quien supera en el medallero a “B” o el país “J” quien encabeza el Grupo “X”. Al igual que en los sistemas colectivistas que cuando ponen en acción su ingeniería social indefectiblemente el “nosotros” viene a sustituir al vilipendiado “Yo” ante cada proyecto público que se pretende implementar, durante estas gestas deportivas vemos también como la primera persona del plural lo avasalla todo.
“Ganamos”, “perdimos”, “vamos bien”, “goleamos”, etc. son algunas expresiones mediante las cuales muchos individuos materializan el milagro de actuar sin moverse del sofá.
No es la intención criticar aquí a la saludable y recomendable práctica de un deporte como el fútbol, sino a lo peor de ese primitivo sentimiento nacionalista y tribal que, siempre latente, suele aflorar ante conflictos bélicos o eventos como el de marras.
Parecería que estamos ante una guerra a ser librada por 32 naciones, de las cuales solamente una de ellas saldrá airosa. Los disparos de mortero o los misiles son reemplazados por tiros de emboquillada, penales y goles “olímpicos” y las trincheras por barreras humanas, pero la noción subyacente es siempre la misma: Se trata de otro país, de gente distinta, con otro aspecto, idioma y costumbres, en definitiva, de un enemigo.
Es exactamente el mismo principio por el cual, en otros planos, se alzan muros fronterizos y se exigen pasaportes, se establecen barreras comerciales y aranceles, y por el cual se habla de balanza comercial solamente cuando los bienes pasan a través de una aduana y no cuando cruzan de vereda en un mismo barrio.
Ni siquiera resulta válido el argumento de que al tener cada región sus estilos y características propias de juego, cabe entonces emplear la metáfora del país como jugador.
¿A qué estilo nacional se refieren?
- En Rusia 2018, casi la mitad de las selecciones están dirigidas por extranjeros.
- De los 32 países participantes en el certamen, 14 equipos (43%) están entrenados por técnicos de otro origen.
- Colombia, Perú, Egipto y Arabia Saudita cuentan con técnicos argentinos; los equipos de México y Panamá son dirigidos por colombianos; Marruecos por un francés; Bélgica por un español e Irán por un portugués; Nigeria por un alemán; Suiza y Japón por bosnioherzegovinos; Australia por un griego y finalmente el conjunto de Dinamarca estará a cargo de un nacido en Noruega.
¿Qué será más relevante al momento en que cada uno de ellos imparta sus directivas, el lugar de residencia actual o el que consta en su certificado de nacimiento?
Asimismo, cabe destacar la circunstancia de que el grueso de los jugadores oriundos de las regiones en desarrollo está disperso en su gran mayoría por equipos europeos.
- En el Mundial de la FIFA de este año, estarán representadas un total de 53 ligas nacionales, destacándose la inglesa que aporta 130 jugadores que juegan en la Premier League o en alguna de sus categorías inferiores.
- Le siguen las de España y Alemania, con 81 y 67 participantes respectivamente.
- El 64,6% de los futbolistas juega en una liga diferente a la de su país, y hay casos como el del plantel de Colombia donde tan solo el 11,10% de sus 23 integrantes milita en clubes de la nación a la que representan. En Uruguay lo hace el 12,50% y en Argentina el 15,90%.
Tampoco la intersección de específicos paralelos y meridianos en el lugar de nacimiento de los propios participantes implica una estrecha relación con el terruño al que representan.
- Un apellido como Fernandes no parecería ser compartido por muchos en la otrora tierra de los zares ni en el paraíso de los chocolates, y no obstante integrantes del plantel de Rusia y Suiza lo detentan.
- Guidetti para nada suena a escandinavo y, sin embargo, jugará como delantero del equipo de Suecia.
Tenemos también el caso de aquellos jugadores que nacieron en un país pero que terminan jugando en otro diferente, no siendo poco frecuentes las nacionalizaciones apresuradas antes de algún torneo de esta envergadura para lograr así que determinado jugador represente a un país en particular.
Por ejemplo:
- Thiago Alcántara nació en Italia, creció y empezó a jugar al fútbol en Brasil y luego emigró a España, país cuya selección hoy representa y en la que jugará junto al delantero del Atlético de Madrid, Diego Costa quien vio la luz en la ciudad de Lagarto, Brasil
- En Francia juegan el hombre del Barcelona, Samuel Umtiti, oriundo de Yaoundé, Camerún y Thomas Lemar nacido en Baie-Mahault, Guadalupe.
- Raheem Sterlin defenderá para Inglaterra, pero el jugador del Manchester City es de Kingston, Jamaica.
- Dos estrellas de Croacia, Ivan Rakitic y Mateo Kovacic, han nacido respectivamente en Suiza y Austria.
- Por su parte, Gonzalo Higuaín, delantero de la Selección de Argentina, es de Brest, Francia, mientras que en el arco 'charrúa' estará Fernando Muslera que no es uruguayo, sino que llegó al mundo en Buenos Aires, Argentina.
En alguna ocasión he atestiguado personalmente la angustia de aquel inmigrante que frente al televisor, en ocasión de enfrentarse el conjunto de su país de origen con el de su tierra adoptiva, sentía que la circunstancia de alentar a viva voz frente a familiares, amigos y vecinos a uno u otro equipo se asemejaba a tomar las armas a favor de uno de ellos durante una conflagración y a un acto equivalente a la más abierta traición.
No han sido ajenos a este fervor patriotero los gobiernos que, cuan si se tratasen de brigadas de mercenarios, en ocasiones ofrecen suculentos premios y prebendas a los integrantes de su conjunto nacional para motivarlos a lograr algún progreso deportivo. Esto para no mencionar el uso y la manipulación que políticos inescrupulosos de distintos países suelen hacer frente a esta clase de eventos a efectos de procurar que su inoperancia y corrupción queden tras la neblina de algún logro futbolístico.
Así como un mundo libre de trabas al comercio y de distorsiones cambiarias artificiales, tendería a tener un solo precio para un mismo producto, con el paso del tiempo el mercado del fútbol se ha ido nivelando espontánea y libremente y las diferencias en la manera de entrenarse y jugar se han ido desdibujando hasta volverse casi imperceptibles. Hoy día, desmenuzar la conformación de cualquier cuadro al azar se asemeja a la apertura de una computadora para analizar sus partes. Veremos que hay decenas de componentes con orígenes diversos y que el acto de estipular un “Hecho en…” constituye toda una arbitrariedad.
Es de esperar que algún día este magnífico deporte, deje de tener otras connotaciones que van más allá de un espectáculo en el que 11 profesionales excelentemente remunerados se enfrentan contra otros tantos durante noventa minutos sobre una verdosa superficie. Que los mismos no sean escogidos por compartir ese mero accidente que implica la nacionalidad, sino en función de otros parámetros y que las parcialidades comprendan que nada demasiado relevante está en juego. Entonces, la racionalidad habrá dejado de perder por goleada.
Por ahora, simplemente, ¡que gane el mejor!
Gabriel Gasave es Investigador Asociado del Centro Para la Prosperidad Global en el Independent Institute y Director de ElIndependent.org
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.