Este ser mitológico tehuelche era considerado el creador y guardián de las pinturas rupestres halladas en cavernas de toda la Patagonia.
Se cuenta que el Basilisco “es uno de los muchos animales mitológicos, legendarios o populares, creados por la fantasía de las gentes para atemorizar a los incautos o para desarrollar historias locales”. El Basilisco, concretamente, era un monstruo cuya apariencia varía según las tradiciones. En general, parece admitirse que tenía el cuerpo como un dragón, o como una serpiente de grandes proporciones. Este monstruo mataba con la mirada, de modo que la única posibilidad de acabar con él era presentándole un espejo. Otras tradiciones aseguran que convertía en piedra todo aquello que pasaba ante sus ojos, pero esta característica era propia de Medusa, una de las tres gorgonas.
Sobre la famosa Medusa se sabe que Perseo, guiado por Atenea y Hermes, tenía por labor traer la cabeza de la misma.
Según Píndaro y Hesíodo dicen sobre Perseo que tenía “la cabeza de un terrible monstruo, la Gorgona, que le cubría totalmente la espalda”.
Recibió el héroe de Hermes una hoz de acero y llegó volando hasta el Océano, sorprendiendo allí a las Gorgonas mientras dormían. Eran estas Esteno, Euríale y Medusa, que era la única mortal; por eso Perseo fue enviado a por su cabeza, según cuenta Apolodoro. Tenían las gorgonas la testa cubierta por escamas de dragón, grandes dientes como de jabalíes, manos de bronce y alas de oro con las que volaban. Pero el detalle que nos importa es que a los que miraban, como el Basilisco, los convertían en piedra.
Lo misterioso de este atributo es que se trasladó a una de las figuras maléficas del panteón de los tehuelches, llamado Elemgasem(o Elemgassel), similar alKollón mapuche y casi con las mismas características, relacionados íntimamente con las piedras.
Según los tehuelches Elemgasem era muy alto y entre sus principales atributos “era el dueño de los animales y padre de la vizcacha de las sierras (el pilquín)”; habitante de las sierras y del cielo; generador del pueblo tehuelche septentrional; dueño de la sal de la piedra; conocedor del “camino difícil” o sea del paso al más allá por el laberinto; con poder para petrificar y también para petrificarse “pues se conserva petrificado siempre con un chico raptado en hombros –y esta faceta, de raptar niños, es propia de su faz terrena, de su representación humana–”, según aporta Rodolfo Casamiquela.
Uno de sus informantes gününa küna, José María Cual, le contó que “por allí se perdió una criatura que lloraba, y que se llevó Elemgasem al hombro.
La madre echó a la criatura del toldo porque lloraba. Cuando sintió que no lloraba más la fue a buscar y no la encontró; después la halló hecha tosca (karwe) en una figura de un hombre con un chico al hombro”.
Esta entidad es también autora del arte parietal expresado en mapuche como kollón, y de sus huesos (de su cuerpo proceden los huesos petrificados) según era creencia común tenían ciertas propiedades terapéuticas.
Por eso en la extensión del mito Elemgasem se lo asociaba hasta convertirlo en el autor de las pinturas rupestres y en el guardián de los sitios ornamentados con ellas, de allí el temor que supo rodear a esos lugar que no se podía pasar cerca de ellos, según detalla el Perito Moreno y George Claraz, entre otros.
Es llamativo que la piel de las tres entidades citadas, el Basilisco, la Medusa y Elemgasem era parecida a la del dragón en los primeros casos y como revestida de toba en el último. ¿Casualidad?
Lo cierto que los relatos míticos parecieran guardar una memoria común de un pasado legendario donde algunos atributos, en este caso la facultad de petrificar, son comunes a muchos pueblos que no tenían comunicación alguna.
Publicado en Diario "Río Negro", 17 de agosto de 2018.
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