El 10 de julio pasado, entre las 12:30 y las 15:25, el Frente para la Victoria gobernó Neuquén. El diputado Javier Bertoldi, tercero en la línea sucesoria, protagonizó dos horas y 55 minutos de alternancia en una provincia donde el Movimiento Popular Neuquino manda desde 1963.
El dato se destaca por lo singular. El legislador podrá guardar para su anecdotario personal haber sido el segundo gobernador peronista de la historia neuquina. El primero fue Enzo Gallia, quien tuvo un “mandato” más holgado: reemplazó al exgobernador Felipe Sapag durante tres días y hasta se dio el gusto de ocupar el despacho oficial, acto protocolar y fotos mediante.
El mecanismo lo regula el artículo 210 de la Constitución Provincial: en caso de inhabilidad temporaria del gobernador y vicegobernador, el Poder Ejecutivo será desempeñado en su orden por el vicepresidente primero y segundo de la Cámara de Diputados, hasta que cese la inhabilidad de uno de ellos.
“La alternancia, aunque por poco tiempo, nunca se había dado”, reconoció el diputado ese día, según recogió la crónica de “Río Negro” del 9 de noviembre de 1999. Fue la primera vez que un miembro de la oposición se hizo cargo del Poder Ejecutivo por ausencia del gobernador y quienes le seguían en la línea de sucesión, en ese entonces el vicegobernador Ricardo Corradi y el vicepresidente primero de la Legislatura, Marcelo Cavallo.
Sapag y sus funcionarios viajaban a Chile para inaugurar el gasoducto trasandino y confiaron en el vicepresidente segundo para ocupar por unos días la Casa de Gobierno. “Se pueden resolver muchas cosas y algunas de importancia en 72 horas”, consideró Gallia cuando recibió el traspaso.
Pero, ¿qué hace un gobernador por un día cuando llega al despacho de Roca y Rioja? El imaginario popular podría pensar que revuelve un par de cajones, firma algún decreto para cambiar el rumbo de la provincia o, de mínima, se saca una foto para mostrar a la familia. Bertoldi desinfló la fantasía: “no ocurre nada de eso”, admitió.
“Uno no es que por una hora se vaya a la oficina del gobernador, sino que sigue con sus actividades normales”, sostuvo. Dijo que actúa “sólo si hay algún papel que firmar dentro del horario en que uno está a cargo” y que esa tarea le tocó en mayor número estando al frente de la Legislatura, cuando no están Rolando Figueroa ni el diputado Pablo Bongiovani.
El kirchnerista recuperó para la oposición la línea sucesoria luego de dos períodos constitucionales -los gobiernos de Jorge Sapag- en donde la vicepresidencia segunda permaneció en manos del oficialismo. “Supongo que hay una confianza del gobernador y del vicegobernador para que yo esté en ese lugar”, evaluó Bertoldi.
Al exdiputado de la Alianza, Ricardo Villar, también le asignaron esa tarea entre 1999 y 2003, en la segunda gestión de Jorge Sobisch. “Lo primero que prima es la responsabilidad. No se pueden hacer locuras por alguna cuestión personal o de diferencias políticas. Además, para hacer algo tenés que remover a todo el gabinete porque son quienes tienen que sostener con su firma cualquier decisión que tomes.”, reconoció.
A diferencia de Sapag y Omar Gutiérrez, Sobisch no confió en el radical cuando tuvo que ausentarse por un viaje. Villar recordó que mantenían “diferencias muy profundas” con el mandatario.
Estado y partido.
55 años
lleva en el gobierno el Movimiento Popular Neuquino, sólo interrumpido por las dictaduras cívico militar.
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