NUNCA VAS A LLEGAR A NADA, SOS UN FRACASO.
«Cuando tenía 15 y todavía no había crecido, había un técnico que estaba bastante loco. Le gustaban los jugadores muy físicos y agresivos, y ese no era demasiado mi estilo. Un día, no salté en un córner y al terminar el entrenamiento, nos juntó a todos y me dijo: ‘𝗦𝗼𝘀 𝘂𝗻 𝗰𝗮𝗴𝗼́𝗻, 𝘀𝗼𝘀 𝘂𝗻 𝗱𝗲𝘀𝗮𝘀𝘁𝗿𝗲. 𝗡𝘂𝗻𝗰𝗮 𝘃𝗮𝘀 𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗿 𝗮 𝗻𝗮𝗱𝗮. 𝗩𝗮𝘀 𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝘂𝗻 𝗳𝗿𝗮𝗰𝗮𝘀𝗼’. Me destruyó. Antes de que terminara de hablar, yo ya me había largado a llorar delante de todos mis compañeros y me fui de la cancha corriendo.
Cuando llegué a mi casa, mi mamá se dio cuenta de que había pasado algo, porque cada vez que volvía de un entrenamiento, lo primero que hacía era dejar las cosas y salir a la calle a seguir jugando a la pelota. 𝗟𝗲 𝗱𝗶𝗷𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗾𝘂𝗲𝗿𝗶́𝗮 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗳𝘂́𝘁𝗯𝗼𝗹. Al otro día no podía ni salir de mi casa, no quería ir al colegio. Me sentía humillado. Pero mi mamá me dijo: '𝗩𝗮𝘀 𝗮 𝘃𝗼𝗹𝘃𝗲𝗿, Á𝗻𝗴𝗲𝗹. 𝗩𝗮𝘀 𝗮 𝘃𝗼𝗹𝘃𝗲𝗿 𝗵𝗼𝘆. 𝗬 𝗮 𝗲𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝘃𝗮𝘀 𝗮 𝗱𝗲𝗺𝗼𝘀𝘁𝗿𝗮𝗿’.
Volví al entrenamiento ese día y ahí pasó una cosa increíble. Para empezar, ninguno de los chicos se burló de mí, al contrario, me ayudaron. Los defensores me dejaban ganar de cabeza y casi que se aseguraban de que me sintiera confiado. Siempre me voy a acordar de ese día, porque 𝘀𝗶 𝗻𝗼 𝗳𝘂𝗲𝗿𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝗺𝗶 𝗺𝗮𝗺𝗮́, 𝗵𝗮𝗯𝗿𝗶́𝗮 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗹 𝗳𝘂́𝘁𝗯𝗼𝗹»
Desde chico Ángel Di María está acostumbrado a las críticas, pero siempre las batalló y calló más de una boca. Las vueltas de la vida hacen que, en sus últimos partidos con Argentina, logró su merecido reconocimiento.
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