Las empresas exportadoras frutícolas del valle de Río Negro y Neuquén se encuentran en serios problemas.
Por el cierre del mercado ruso se deberán reorientar, a partir de ahora, unas 75.000 toneladas de frutas, entre peras y manzanas, con programas que se habían cerrado entre noviembre pasado y enero de este año.
Los volúmenes en juego son importantes. Durante la temporada 2021 la región del Valle exportó unas 81.000 toneladas de pomáceas hacia el puerto de San Petersburgo. En valores, el equivalente a 47 millones de dólares puestos en el puerto de salida (FOB).
Poco más del 80% de esta oferta exportable con destino final al mercado ruso se embarcó por la terminal del puerto de San Antonio Este (SAE) y el resto por los puertos de Buenos Aires.
Este escenario podría profundizar los problemas que está atravesando la Terminal Portuaria Patagonia Norte (TPPN), concesionaria de SAE, cuyos movimientos vienen descendiendo en forma vertiginosa, en parte, por la crisis estructural que arrastra la fruticultura del Valle.
Los programas acordados con los importadores rusos proyectaban, a principios de temporada, ventas por unas 85.000 toneladas de fruta hacia este destino durante todo el 2022. El mercado se mostraba hasta fines de febrero sostenido, con una buena demanda y precios levemente por encima de los históricos.
Por otra parte, con una producción en el Valle muy golpeada por las heladas y las tormentas de granizo, mucha de la fruta categoría 3 que se recolecto (de calidad comercial o inferior) iba a tener como destino final el puerto de San Petersburgo.
El cierre total del mercado ruso generó una ruptura en el equilibrio de la matriz comercial para el sector exportador, que podría arrastrar pérdidas de hasta los 30 millones de dólares en la presente temporada.
Redireccionar este tipo de fruta hacia otros mercados de ultramar será muy difícil para los exportadores regionales, ya que es de una calidad y tamaño que no es demandada en las góndolas exigentes de Europa o Estados Unidos. Según distintos sondeos realizados por este medio, una parte de esa fruta podría ser reorientada hacia el mercado interno y, en menor medida, hacia destinos latinoamericanos a precios que, en muchos casos, solo compensarán los costos de producción y embalaje.
El contexto es realmente complejo. Estás pérdidas que sufrirá la cadena comercial por el cierre de los puertos del gigante euroasiático sin dudas terminarán repercutiendo fronteras adentro de la Argentina. Lo que podía llegar a ser una temporada relativamente normal para el valle de Río Negro y Neuquén se está transformando en una verdadera pesadilla. A los daños sufrido en la producción por las heladas tardías y las tormentas de piedra a fines del año pasado, ahora se le suman los efectos colaterales de una Guerra que está transcurriendo a unos 14.000 kilómetros de distancia, que tendrá efectos directos sobre los resultados comerciales del sistema regional.
Por Javier Lojo.
Publicado en diario "Río Negro", 9 de marzo del 2022.
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